El aprendizaje  de máquinas con redes neuronales artificiales (Nobel de Física) visto por el ilustrador Johan Jarnestad. ©Johan Jarnestad / The Royal Swedish Academy of Sciences

El aprendizaje de máquinas con redes neuronales artificiales (Nobel de Física) visto por el ilustrador Johan Jarnestad. ©Johan Jarnestad / The Royal Swedish Academy of Sciences

Entre dos aguas

La Inteligencia Artificial ha asaltado este año los Premios Nobel

Publicada

El Premio Nobel de Física de este año se ha otorgado a John Hopfield y a Geoffrey Hinton, "por sus descubrimientos e inventos fundacionales que permiten el aprendizaje de máquinas [machine learning] con redes neuronales artificiales". (Las redes neuronales artificiales son sistemas de computación entrenados para procesar información y establecer conexiones de forma similar al funcionamiento del cerebro humano.)

"Los laureados de este año –ha manifestado la Academia sueca al anunciar esta concesión– utilizaron herramientas de la física para construir métodos que ayudaron a sentar la base para el poderoso aprendizaje de las máquinas actuales. John Hopfield creó una estructura que puede almacenar y reconstruir información. Geoffrey Hinton inventó un método que puede descubrir propiedades, de forma independiente, en los datos, y que se ha convertido en importante para las redes neuronales utilizadas actualmente".

El Premio Nobel de Química lo han compartido tres investigadores. David Baker, "por el diseño computacional de proteínas", y Demis Hassabis y John Jumper, "por la predicción de estructuras de proteínas". Y el comentario añadido fue que "el Premio Nobel de Química 2024 trata de proteínas, la ingeniosa herramienta química de la vida. David Baker ha tenido éxito con el casi imposible logro de construir de manera completa nuevas clases de proteínas. Demis Hassabis y John Jumper han desarrollado un modelo de Inteligencia Artificial para resolver un problema de 50 años de antigüedad: predecir las complejas estructuras de las proteínas".

No hay duda de la importancia de estos avances, pero sí la hay sobre la justificación de adjudicarlos a los campos de la física y de la química, y no al ámbito al que realmente pertenecen, que es el de la ciencia de la computación. De hecho, ya circulan chistes; uno de ellos: "¿Honrará acaso el Premio Nobel de Literatura del año próximo a los inventores de la función de autocompletar de Microsoft Word?".

Una científica de la Universidad inglesa de Southampton, Wendy Hall, dedicada a la computación ha declarado: "No existe Premio Nobel para la ciencia de la computación, de manera que esta es una manera interesante de crear uno, pero parece un poco exagerado". Y un miembro del Consejo Asesor para IA de las Naciones Unidas, Ian Sample, ha añadido: "Claramente, las redes neuronales artificiales están teniendo un profundo efecto en la investigación en física, pero ¿es honesto decir que son el resultado de investigación en física?".

Los Nobel de este año han querido celebrar la ciencia de la computación, la IA, una ciencia que depende más de la matemática que de la física o la química

No muy diferentes son los comentarios que se pueden efectuar con respecto al Premio Nobel de Química. En 2020, Hassabis y Jumper desarrollaron un modelo de IA denominado AlphaFold2 con el que fueron capaces de predecir la estructura de 200 millones de proteínas conocidas, con una precisión semejante a la que se obtiene mediante experimentos convencionales realizados en un laboratorio. Es indudable la importancia de los beneficios que se obtienen de un avance como este, pero, además de que en realidad pertenece al dominio de la ciencia de la computación, se puede argumentar que el campo más beneficiado será el de la medicina.

En un libro que acaba de publicarse, El cerebro, el teatro del mundo (Paidós, 2024), y después de recordar la bien sabida importancia que tienen las redes o circuitos de neuronas, "formados por cientos e incluso miles de tipos de neuronas", en el funcionamiento del cerebro, el neurocientífico español, afincado en la Universidad de Columbia (Nueva York), Rafael Yuste señala: "mientras Cajal y los neurobiólogos de su época se tiraban de los pelos y se perdían en estas selvas corticales, vinieron al rescate los matemáticos, liderados por Alan Turing [que] observaba muy de cerca lo que ocurría en la neurociencia y empezó a hacer modelos matemáticos de circuitos cerebrales, reduciendo la complejidad a su esencia matemática. Estos modelos fueron los precursores de una nueva rama de la neurociencia, poblada sobre todo por matemáticos y físicos, que se dedica a construir modelos teóricos del cerebro. Es decir, al igual que en física, en la neurociencia, además de científicos experimentales tenemos científicos teóricos, que exploran la idea de qué grupos de neuronas conectadas entre sí pueden hacer cosas interesantes. Estos modelos se conocen como redes neuronales y están revolucionando no sólo la neurociencia, sino también las industrias tecnológicas".

Efectivamente, hay redes neuronales artificiales dentro de los teléfonos móviles y ordenadores que utilizamos, aunque estas todavía son muy primitivas y aprenden con lentitud y necesitando muchísimos datos. Son esenciales, asimismo, para la IA que alimenta los chatbots y, también como ha señalado el Comité Nobel, se han utilizado en investigaciones de física de partículas, ciencia de los materiales y astrofísica.

Es cierto que existen precedentes de Premios Nobel de Química que pudieron, y tal vez debieron, ser de Medicina. En 1964, el Premio Nobel de Química se adjudicó a Dorothy Crowfoot Hodgkin, "por su determinación mediante técnicas de rayos X de la estructura de sustancias bioquímicas importantes", y el de 1962 a Max Perutz y John Kendrew, "por sus estudios sobre la estructura de proteínas globulares", la hemoglobina en el caso de Perutz, y la mioglobina en el de Kendrew. Pero en ambos casos las técnicas que se emplearon, la difracción de rayos X, eran habituales en la química (y también en la física).

En los premios de este año, no es así. Lo que se ha querido celebrar es la ciencia de la computación, la IA, una ciencia que, es evidente, está cambiando el mundo y lo cambiará aún más en el futuro. Una ciencia que depende más de la matemática que de la física o la química. Y, como se sabe, no existe un Premio Nobel para la Matemática. Se dice, por cierto, que Alfred Nobel no lo incluyó por las diferencias que mantenía con un compatriota suyo, el eminente matemático Gosta Mittag-Leffler, posible candidato a ese premio si se hubiera establecido, pero esto no parece ser cierto.

Más plausible es que Nobel pensase que la matemática no es una disciplina práctica, y las repercusiones en la sociedad, los beneficios a la humanidad, siempre estuvieron en su pensamiento. Si fue por esto, no pudo estar más equivocado, como hoy demuestran, entre muchos otros logros, las redes neuronales y la Inteligencia Artificial.