Cine

Cebrián: los sueños de la adolescencia

6 febrero, 2000 01:00

Desde los 14 años, Daniel Cebrián se planteó dedicarse al cine. Ha colaborado con los grandes cineastas españoles, desde Pedro Almodóvar a Ricardo Franco, tanto de ayudante de dirección como de montador. Esta semana estrena su primer largometraje, Cascabel, una historia donde los sueños de adolescencia determinan la vida de los personajes.

En Cascabel no sólo hallamos la particular mirada de un director, Daniel Cebrián, que ha sabido desgranar las emociones de la adolescencia y de iniciación a la vida con la necesaria capacidad de simplificación para hacerlo bien, y que se revela como uno de los nuevos talentos de nuestro cine, sino que el espectador también podrá recrearse en las interpretaciones de los protagonistas (Cascabel y Luz) encarnadas por dos hallazgos que desbordan la pantalla de frescura, las jóvenes actrices Irene Visedo y Pilar Punzano.

-Creo que lo que marca la diferencia entre una película y otra es la elección de actores. La planificación del filme puede ser chapucera, y hasta la iluminación puede no ser buena del todo, pero lo que no debe fallar es la historia y los actores.

-¿Cómo encontró a las actrices protagonistas?
-Una de las suertes que tuve es que la producción me dejó escoger los actores que quería. Para papeles de 17 a 19 años la verdad es que no hay mucho donde escoger, porque las actrices ya reconocidas rondan ya los 30, así que tuvimos que hacer varias pruebas.

-En una industria en la que muchas ocasiones los actores vienen impuestos, ¿no es poco frecuente disponer de esa libertad en una ópera prima?
-No creo que ningún director europeo pueda quejarse de falta de libertad en su trabajo y si lo hace miente como un bellaco. En Estados Unidos es distinto, allí la gran mayoría de los directores ni siquiera tienen la oportunidad de montar sus películas. Quizá se confunda la falta de libertad con la falta de medios.

-¿También ha notado esa falta de medios al rodar Cascabel?
-Por supuesto, sobre todo la falta de tiempo, pero rodar bajo presión, lejos de parecerme un problema, es algo inherente al cine que lo hace más humano. Cuando un cineasta ha tenido todos los medios a su alcance, nunca ha hecho una película perfecta. No recuerdo ninguna película en la que haya habido todo tipo de facilidades y haya salido bien. La escasez de medios aviva el ingenio y ayuda a contar con más sencillez lo que se desea.

-Parece que donde más atención ha puesto ha sido en la relación de padres e hijos, ¿han sido precisamente los problemas de estas relaciones lo que más le ha interesado mostrar al espectador?
-Del argumento original (escrito por Ricardo Franco y Augusto M. Torres) es cierto que lo que más me atrajo fue esa relación entre las chicas protagonistas y sus padres. Pero luego, durante la elaboración del guión, que lo escribí con Manolo Matji, quise llevarme ese argumento a unas ideas más personales. Me apetecía contar en qué grado nos determinan los sueños que tenemos de jóvenes. Lo que me interesaba transmitir es que es más importante tener sueños que conseguirlos. Es como en la canción de los Rolling Stones You can’t get what you want (No siempre puedes conseguir lo que deseas).

-Ya que menciona al grupo británico, la música es muy importante en la película, porque el sueño de las protagonistas es precisamente triunfar en ese mundo, ¿por alguna razón en especial?
-Estábamos buscando algo que materializara la idea de un sueño por el que luchar. Para dar al espectador la sensación de que ese sueño es algo deseable, nos pareció muy adecuada la idea del triunfo musical. Esto nos sirvió para encargarle a Pedro Guerra cinco canciones originales basadas en el guión, de las que finalmente hemos incluido tres en la banda sonora.

-Aunque ha coescrito el guión, la idea original de la historia no es suya, ¿le resultó fácil implicarse?
-Creo que las historias no son de nadie, están ahí; Miguel ángel iba a la cantera y cogía la piedra que más le gustaba para sus esculturas. Un guión es algo parecido. Me resulta imprescindible inmiscuirme en la historia para poder dirigir una película. No se puede ser director sin ser guionista. El director no tiene por qué firmar la historia, pero no se me ocurre otra forma de hacer una película sin estar totalmente implicado.