Image: Erotismo antimilitarista

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Cine

Erotismo antimilitarista

Lombardi adapta "Pantaleón y las visitadoras"

21 junio, 2000 02:00

El cineasta peruano Francisco Lombardi (La ciudad y los perros, No se lo digas a nadie) ha vuelto a tomar como referente un texto de Mario Vargas Llosa para su último filme. Con Pantaleón y las visitadoras -que se estrena la semana próxima y participa en la Muestra de Cine Iberoamericano-, Lombardi recurre de nuevo a su más lacerante obsesión: el universo militar como detonante para el sarcasmo y la carcajada.

En un lugar remoto de la Amazonia, las mujeres son violadas indiscriminadamente por miembros de las tropas peruanas. El calor y la selva parecen ser los causantes del fogoso malestar de los soldados, que despierta en ellos unos irrefrenables deseos sexuales. El honor de la más alta institución del país no debe mancharse por más tiempo. Sólo en un mundo donde el mejor remedio es la enfermedad, pueden las altas instancias del Ejército encomendar al capitán Pantaleón Pantoja (Salvador del Solar), "hombre íntegro, fiel esposo y excelente profesional", organizar en el más alto secreto un servicio ambulante de visitadoras (prostitutas) para aplacar las necesidades ¿fisiológicas? de los soldados.

La firmeza de Pantaleón y su amor a la patria le obligan a asumir con una determinación y minuciosidad magnánimas semejante misión, poniendo en peligro su matrimonio y aficionándose a todo ello que siempre denostó: el alcohol, el tabaco, las mujeres de braga ligera. El vicio, en fin.

La desternillante Pantaleón y las visitadoras (1973) es de esas novelas que uno conserva en la memoria con el agrado y la admiración que destilan las grandes historias, embebidas de un universo particular que regala sorpresas a razón de carcajada por página. El cineasta que además fue presidente hasta hace tres años del club de fútbol Sporting Cristal de Perú, Francisco J. Lombardi, que ya adaptó en 1985 la obra homónima de Vargas Llosa La ciudad y los perros (1963) -fue la primera película peruana de la historia que, con 800.000 espectadores, alcanzó el umbral de rentabilidad en las taquillas de su país-, ha escalado un peldaño más en su resuelta actitud de crear una obra personal y consciente, determinada por dos grandes temas, el ejército y el sexo (La boca del lobo, No se lo digas a nadie, Caídos del cielo), que en Pantaleón y las visitadoras se conjugan y retroalimentan hasta el delirio, rebotando al espectador durante doscientos minutos de la sutileza a la sensualidad, y de la sensualidad al erotismo, y del erotismo a la parodia antimilitarista.

Si el complejo texto de La ciudad y los perros fue adaptado para Lombardi por el guionista José Watanabe, en esta ocasión han sido los guionistas Giovanna Pollarolo -que comenzó su colaboración con Lombardi en La boca del lobo (1988)- y Enrique Moncloa quienes con gran acierto han trasladado la historia de los años cincuenta al tiempo presente -denuncia implícita del inmovilismo social peruano-.

Sin distorsiones

Asimismo, se han desprendido de varios personajes por exigencias del libreto -como la señora Leonor, madre de Pantaleón, o el místico Hermano Francisco- y han sabido reconstruir la historia mediante una exposición lineal y sin distorsiones, lejos del anticinematográfico texto original, un cóctel de informes militares, artículos periodísticos, diálogos solapados y cartas personales. Uno de los personajes principales, La Brasileña -mujer fatal y causa de todos los problemas del capitán Pantoja- resulta ser en el filme La Colombiana, cambio de nacionalidad que sin duda responde a las características de su intérprete, Angie Cepeda, actriz de Cartagena de Indias que goza de gran popularidad en América Latina por su protagonismo en diversas telenovelas. En este su segundo largometraje -Ilona llega con la lluvia fue su debut en el cine- está para no perdérsela.

Completan el reparto principal el verosímil Salvador del Solar (Pantaleón), la recatada Mónica Sánchez (Pochita, esposa de Pantaleón), la desaprovechada Pilar Bardem (Chuchupe, madre superiora del prostíbulo) y el histriónico Aristóteles Picho (periodista sin escrúpulos). Entre la mezcla de documentación social y recreación ficcional, todos los personajes están perfectamente caracterizados, y parecen moverse a sus anchas entre el absurdo cómico y la crudeza dramática. Dotado de una sencillez apabullante, Francisco Lombardi ha conseguido, de nuevo, en Pantaleón y las visitadoras, un filme que llenará de gozo nuestros mejores sueños.