Cine

Montxo Armendáriz

"Silencio roto será mi película más polémica"

29 noviembre, 2000 01:00

Secretos del corazón le dejó con el Oscar en los labios. Durante tres años ha expulsado sus demonios personales urdiendo una historia de amor y guerrilla en la agitada posguerra de los maquis. Acaba de terminar el rodaje de Silencio roto, su sexta película como director y su primera como productor. Montxo Armendáriz rompe ahora su silencio y explica las motivaciones y los pormenores del filme.

No puede olvidarse el cine español de las siniestras secuelas del 36. Las libertarias de Vicente Aranda, el portero de Gonzalo Suárez o las mariposas de José Luis Cuerda (todos ellos directores veteranos) son únicamente una muestra del interés que todavía suscita en nuestros cineastas el acontecimiento más cruento y absurdo de la reciente historia española. No sólo el factor puramente bélico, sino las implicaciones sociales, ideológicas, humanas, culturales y políticas, y, sobre todo, los años inmediatamente posteriores al final de la contienda, han servido de caldo de cultivo a autores como Jaime Chávarri, José Luis Garci, Jaime Camino, Basilio Martín Patino, Manuel Gutiérrez Aragón o Carlos Saura para rodar piezas cinematográficas de alto voltaje y brillante intensidad dramática.

Montxo Armendáriz se suma ahora a la lista con Silencio Roto. Un elocuente título que no sólo se refiere a la necesidad de rescatar la memoria histórica, sino al propio silencio que el cineasta navarro ha mantenido desde que hace tres años estuviera al borde de conquistar el Oscar con la tierna y magnífica Secretos del corazón, y que ahora por fin se ha decidido a romper atraído por una historia que le contó el actor Carmelo Gómez sobre la importancia del maqui durante los duros años de posguerra. Después de nueve semanas de rodaje en tierras navarras -cuatro pueblecitos del Valle de Arce-, Armendáriz permanece recluido en la sala de montaje, donde da forma a la primera película en la que participa no sólo como director, sino también como productor desde la empresa Oria Films.

-Antes de meterme en este proyecto, mi idea sobre el maquis era muy vaga y un poco sesgada. El primero que me habló sobre la posibilidad de realizar un filme sobre el maquis fue, efectivamente, Carmelo Gómez. Me contó una serie de historias que conocía y que tuvieron lugar en la zona de León. Me interesé por el tema y conocí a varios de ellos a través de un homenaje que se celebra todos los años en Santa Cruz de Moya, Cuenca, en recuerdo de los últimos guerrilleros caídos en la agrupación de Levante. Después de entrevistarme con varios de ellos y sus familiares, así como con personas que habían actuado como puntos de apoyo en la época... todo me pareció tan fascinante que pronto me convencí de que debía escribir un guión sobre ellos.

A pesar de la "inestimable ayuda" de Carmelo Gómez, no será él quien protagonice la sexta película de Armendáriz, como hiciera en su anterior aventura, Secretos del corazón. El director ha contado, sin embargo, con Juan Diego Botto, otro de sus actores fetiche (protagonista en Historias del Kronen), que encarna a un guerrillero enamorado de Lucía Jiménez (El arte de morir, La buena vida), protagonista del filme en la piel de una joven de 21 años que representa uno de los imprescindibles puntos de apoyo de los que se sirvieron los maquis para sobrevivir proscritos en el monte. La veterana actriz Mercedes Sampietro, junto a María Botto, Vicky Peña y los actores álvaro de Luna y Rubén Ochandiano, completan el reparto.

Sobre la dignidad

-La época de los maquis, de los años 1944 a 1948, en realidad es sólo el contexto de fondo sobre el que discurre una historia de amor protagonizada por Botto y Jiménez. Lo que pretendo, básicamente, es hacer una película sobre la dignidad. La dignidad entendida como la manifestación de unos valores muy fuertes en el corazón de una época conflictiva.

-¿Tendrá Silencio roto elementos comunes a Secretos del corazón, su mayor éxito hasta el momento?
-Es difícil contestar a eso. Lógicamente va a ser una historia más dura. Se desarrolla en un momento bastante terrible y trágico de nuestra historia, sobre todo en momentos particulares, y en el filme eso no puedo obviarlo. Lo que me interesó mucho de la historia, es cómo en momentos en que el horror y la muerte es lo único que aparece en la vida de las personas, éstas todavía sean capaces de enamorarse y reírse. Es decir, la vida continúa por encima de cualquier circunstancia. Me interesan, por tanto, ambos rostros de la historia: lo terrible y la dignidad del hombre para superar sus circunstancias.

-El tema y la época de Silencio roto dan mucho juego político. ¿Ha querido tomar una postura ideológica con el filme?
-No puedo negar que esta va a ser mi película más "política". Yo creo que, de modo explícito o no, todas las películas son políticas, en todas hay una ideología determinada. Aunque como digo la estructura básica es una historia de amor, es cierto que está rodeada de un momento en el que las ideologías tienen mucha más presencia que en cualquier otro filme que haya rodado. Es inevitable. Para mí resulta difícil tomar una postura, porque de hecho he tratado de reflejar en el guión las distintas ideologías que se manejaban en ese momento. Incluso en el grupo de guerrilleros había diferencias de criterios. Lo que yo intento salvar en la película, que es lo que le ocurre a la protagonista, es la determinacion de alguien que tiene una ideas en las que creer y por las que luchar, a pesar de que todo lo que tenga alrededor se desmorone... ella sigue peleando por esas ideas.

-¿Podría decirse también que será su película más optimista?
-Bueno... la verdad es que si hubiera que hacer una diferenciación entre directores optimistas y pesimistas, yo me adscribiría a los primeros. Pero no porque crea en el optimismo y la esperanza, sino porque creo que todo lo que se hace en el día de hoy se hace para el mañana. Más que nada se trata de una forma de vivir, de seguir caminando y...

Escribir por necesidad

-Pero Historias del Kronen era terriblemente pesimista...
-Sí, pero yo creo que el pesimismo... en fin, que yo haga un película pesimista no tiene por qué significar que yo sea pesimista. Simplemente reflejo parcelas de la vida, y algunas de ellas son duras y desesperanzadoras. Cuando he intentado reflejar momentos realmente trágicos, no es que piense que no hay salida y es a lo que todos estamos abocados, sino que es una manera de reflejar las cosas para que se conozcan, porque conociéndolas es la única manera de cambiarlas.

-Volviendo a Silencio roto, usted también ha roto un silencio de tres años. ¿Ha estado todo este tiempo dedicado a la película?
-Mire... para mí la fase más dura de cualquier película que he hecho es la escritura del guión. Es lo que me lleva más tiempo y donde peor lo paso. Hay gente que disfruta escribiendo, pero yo realmente sufro. Me encantaría encontrar una historia, un guión, que me fascinara y exclamar: ¡Empezamos a rodar mañana!. Pero eso simplemente no ocurre. Lo intento leyendo novelas y hablando con compañeros, pero todavía no he encontrado esa historia que me fascine. Así que tengo que escribir mis propios guiones para poder rodar. Dentro de lo complicado que me resulta escribir, lo que generalmente ocurre es que día a día me veo más implicado y seducido por la historia, y en esa medida me resulta difícil dejarlo.

-¿Ha tenido que reescribir el guión varias veces?
-Con Silencio roto, para llegar hasta el guión final tuve que pasar por tres versiones distintas. Escribí una primera versión que estaba contada desde el punto de vista de los maquis, entonces me di cuenta de que eso no era realmente lo que quería contar. Después de una crisis en la que me preguntaba constantemente qué hacía con esta historia, me di cuenta de que lo que verdaderamente me interesaba era el punto de vista de las mujeres. Era un enfoque nuevo, que nadie ha contado, y me resultó más emocionante.

-¿Y no le resultó complicado ponerse en la mente de las mujeres?
-No particularmente. La historia la cuento a través del personaje de Lucía Jiménez. Las mujeres que se quedaron en el pueblo ayudando a los maquis escondidos en el monte son una parte desconocida y abnegada de la historia. Son las madres, las novias, las hijas y las mujeres de los guerrilleros, y mientras escribía el guión me di cuenta de que daban mucho más juego ideológico y tenían más riqueza de matices que si hubiera centrado la película en los guerrilleros. El quedarme en el pueblo con las mujeres me abría un abanico de posibilidades y de matices que me resultaba mucho más interesante.

Productor novato

El pueblo al que se refiere Armendáriz bien puede ser Saragöeta, Villanueva de Arce, Lusarreta o Sorogáin, o acaso una combinación de los cuatro. Para el rodaje, el autor de Cartas de Alou ha reconstruido varias casas con el aspecto de la época, así como un cuartel de la Guardia Civil y un ayuntamiento donde en la ficción ondea la bandera tricolor republicana cuando es asaltado y tomado por los guerrilleros. En su primera aventura como productor, Armendáriz ha contado con un presupuesto de 450 millones de pesetas, de los cuales treinta han sido cedidos por el Gobierno de Navarra.

-¿Estudió muchos documentos históricos para crear el contexto?
-Lo cierto es que no hay gran cosa sobre este momento de nuestra historia. Las referencias son muy escuetas y el asunto de los maquis se suele zanjar en una página o dos líneas. En novelas, la más popular es Luna de lobos, de Julio Llamazares, que Julio Sánchez Valdés llevo a la pantalla. Carlos Reigosa, a su vez, escribió La agonía del dragón y Justo Vila La agonía del búho, hay unas cuantas novelas más, pero no demasiadas. En cuanto a cine, el tema ha sido menos transitado, y además siempre de forma tangencial, como hizo Mario Camus en Los días del pasado, que me impresionó mucho en su momento. De todos modos, prefiero no alimentarme de anteriores experiencias cinematográficas. He procurado que lo que hay en el subconsciente salga solo, sin acudir a referencias.

-Parece que todos los cineastas con algo de experiencia en nuestro país necesita en algún momento detener su mirada en la contienda civil española. Ahora le ha tocado a usted. ¿A qué cree que obedece esta necesidad de despertar la memoria histórica?
-No puedo hablar en nombre de otros, pero en mi caso puedo decir que la atracción que sentí por ese momento histórico responde en gran parte a las semejanzas que hay con lo que están atravesando países cercanos al nuestro. Cuando hablaba con los guerrilleros, todos encontraban en el horror de Kosovo algo muy parecido a lo que vivieron ellos. Para mí lo más terrible de esta época fue que el enfrentamiento armado no era algo frío y distante porque no se conoce al enemigo, todo lo contrario, el enemigo era el vecino, el pariente, el amigo... En el maquis estaban inscritos todos los horrores que pueden cruzar por la mente humana, desde la ambición hasta la más detestable intolerancia.

Un documental paralelo

-¿Qué desearía que el espectador español se llevara a casa después de ver Silencio roto?
-La verdad, no lo he pensado... Creo que es una historia muy apropiada para el momento actual en el que los valores no tienen prácticamente ningún peso, y lo único que se valora es el éxito, el dinero o la belleza. Yo creo que recurrir a un momento en el que el valor como persona, las palabras, las ideas y la personalidad tienen un peso tan importante, supone, además de recuperar un pasado de nuestra historia, recuperar también parte de lo que es la condición humana. Por otra parte, vivimos un momento en el que no sólo la memoria histórica, sino la memoria de hace tres semanas, no vale nada. Vivimos completamente en el presente, y me parece muy bien, pero se vive con una exclusividad que no permite aprender del pasado. Creo que muchas veces la experiencia queda anulada, y la historia no hay que olvidarla, porque es la base sobre la cual forjar el futuro sin cometer los mismos errores.

-¿Es por eso que, paralelamente al rodaje de la película, también está produciendo un documental?
-Así es. Como la película es pura ficción, al mismo tiempo estamos produciendo un documental escrito por Fernando León y dirigido por Javier Corcuera. Precisamente porque me parece un momento histórico muy rico, y hay gente que vivió aquello con cosas que contar, hemos aprovechado los medios técnicos del filme para rodar al mismo tiempo la cinta de Corcuera. Me encontré con que la película reflejaba sólo parte de lo que me habían contado, pero obviamente no podía meterlo todo, así que la mejor manera de recoger todo es rodar el documental.