Cine

Juan Vicente córdoba estrena "Aunque tú no lo sepas"

A la alegría por el dolor

3 enero, 2001 01:00

Aunque tú no lo sepas es la primera película de Juan Vicente Córdoba, una cinta lírica e intimista que narra la historia de amor de dos personajes y sus encuentros y desencuentros a lo largo de los años. Andrés Gertrúdix, Gary Piquer, Cristina Brondo y Silvia Munt son los protagonistas de un filme, basado en un relato de Almudena Grandes y en un poema de Luis García Montero, que se estrena el próximo viernes. El realizador, cuyos recuerdos se mezclan con la ficción en esta obra, ha hablado con EL CULTURAL.

Algunas películas nacen en los despachos de producción, otras en el recorte de un periódico, otras de una canción, de un poema o de un café con amigos, incluso pueden nacer desde la azarosa revelación de una imagen difusa (como los últimos filmes de José Luis Garci y Joel Coen ). Otras, sin embargo, se llevan escritas en la sangre durante años y basta un detonante, un simple gesto, para que el torrente de ideas y personajes acumulado en los sentidos se decida a romper el muro de la voluntad. Se puede decir que este tipo de películas -que por desgracia escasean- nacen del fondo del corazón. Aunque tú no lo sepas, la ópera prima de Juan Vicente Córdoba, es una de ellas.

"Esta película es mi aullido frente a muchos años de mentira, de ocultamiento y de frustración", sostiene el director madrileño casi parafraseando a Ginsberg. ¿Cuál fue el detonante? En realidad fueron dos: un relato de Almudena Grandes (El lenguaje de los balcones, incluido en el volumen Modelos de mujer) y un poema de Luis García Montero -"Aunque tú no lo sepas, yo te he visto/cruzar la puerta sin decir que no,/pedirme un cenicero, curiosear los libros,/responder al deseo de mis labios/con tus labios de whisky,/seguir mis pasos hasta el dormitorio"-.
Aunque tú no lo sepas es la historia de Juan y Lucía, dos jóvenes que se necesitan sin saberlo, que sólo se conocen a través de miradas furtivas de un balcón a otro, que se inventan un amor para sobrellevar el desasosiego de los días, y a los que la inercia del destino (ella es de familia burguesa, él es de un barrio obrero) une y desune poniendo a prueba el poder de sus voluntades para cambiar el curso de sus vidas, tanto en la adolescencia (años setenta) como en la edad adulta (tiempo presente).

Pasar por el dolor

"En la historia queda claro que el amor es doloroso, y no sólo el amor, sino cualquier cosa que se quiera conseguir. Para alcanzar un sueño o un deseo es necesario pasar por el dolor. Es algo de lo que estoy convencido porque lo he vivido así... quiero decir, todo lo que de verdad he querido y conseguido, sobre todo por las vivencias marginales de mi adolescencia, ha sido sufriendo mucho", confiesa el director.

"A la alegría por el dolor", escribió Goethe con la convicción de un mandamiento hace ya doscientos años; y Juan Vicente Córdoba es de esos tipos que podría poner su vida en manos de un verso como ese. Del mismo modo que los versos del granadino García Montero, especialmente del poemario Habitaciones separadas, recorren el esqueleto lírico de Aunque tú no lo sepas. "Mi intención ha sido la de transcribir los silencios de su poesía a la imagen, de modo que permito que la historia se empape de cierto lirismo", explica.

El universo de frustraciones y abandono que sufren ambos personajes -aunque Juan (Andrés Gertrúdix en la adolescencia y Gary Piquer en la treintena) con más intensidad que Lucía (Cristina Brondo y Silvia Munt)- hunde sus raíces en el sentimiento autobiográfico de Juan Vicente Córdoba, que automáticamente se sintió identificado con "El Macarrón" (apodo despectivo de Juan) cuando leyó el relato de Almudena Grandes hace seis años: "La historia me pareció maravillosa, muy emocionante y romántica, y tenía todo un torrente de ideas que podía verter sobre el personaje y el tipo de vida en los barrios marginales durante los años setenta. En realidad, fue una especie de terapia que me hizo bucear en muchos recuerdos desagradables, pero que no puedo rechazar porque soy lo que soy gracias a ellos".

El apoyo de los escritores

Conseguir la complicidad -y hasta amistad- de Almudena Grandes, y más tarde la de su pareja García Montero, no fue tarea complicada. "Al principio se mostró reacia debido a sus experiencias anteriores con el cine, que no han sido muy agradables para ella, especialmente con Bigas Luna, pero al notar mi pasión por la historia y lo mucho que tenía que ver conmigo, no dudó en ofrecerme todo su apoyo". De hecho, es la primera vez que la escritora madrileña participa en la promoción de un filme basado en textos suyos (Las edades de Lulú, de Bigas Luna y Malena es un nombre de tango, de Gerardo Herrero, representan sus experiencias anteriores).

Pero a pesar del "apoyo incondicional" que ha recibido desde el sector literario, Córdoba ha querido dedicar su primer largo (desde 1985 ha escrito, dirigido y producido casi una decena de cortos) al autor del poemario en celuloide compuesto por la trilogía Blanco, Rojo y Azul: "Krzysztof Kieslowski fue mi gran revelación. Admiro su lenguaje poético y su universo de silencios, pero especialmente me atrapan los personajes que logró dibujar, siempre solitarios, con un enorme mundo interior y los sentimientos a flor de piel. Ante todo, me interesan las personas. Intento de alguna forma ser un buen alumno del cineasta polaco".

Efectivamente, las elipsis argumentales, los personajes solitarios (el cabecilla del barrio, interpretado por Daniel Guzmán, es el prototipo de la soledad acompañada), los sentimientos ocultos mostrados en clave de símbolos visuales y sonoros (nada sería lo mismo para Juan y Lucía sin la música de Serrat), fluyen por las aguas de Aunque tú no lo sepas como la tragedia discurre por ríos románticos. "Me considero un romántico recalcitrante. Es algo que no puedo negar. Aunque el leit motiv de la película es la historia de amor, el reencuentro de una pareja después de años de ausencias, también están presentes la lucha de clases, la amistad, el orgullo de barrio. Al comenzar el guión, que me llevó un par de años de trabajo, me importó mucho todo lo que tiene que ver con las oportunidades perdidas y el hecho de saldar cuentas con el pasado", recapitula el realizador.

Pionero del cine de barrio

Córdoba se enorgullece de ser el primero en abordar el nuevo cine localizado en barrios marginales con Entre vías (1995), un corto que soñó en una noche de diciembre, y que recibió una nominación a los premios Goya. Después le seguirían las cintas de Fernando León (Barrio), Salvador García Ruiz (Mensaka y El otro barrio), Benito Zambrano (Solas), Carlos Saura Medrano (Tú qué harías por amor) o Achero Mañas (El bola). "Comulgo mucho con este tipo de películas, más que con las realizadas en los setenta por directores como Eloy de la Iglesia, José Antonio de la Loma o Carlos Saura, que estaban más asociadas con la delinciencia que con la marginación. Yo soy un chico de barrio -añade Córdoba-. Durante toda mi adolescencia, las clases altas me lo han hecho pasar muy mal. He sido un chico marginado durante muchos años, tanto en mi entorno, porque era demasiado sensible para que me aceptaran, como fuera de él, porque no tenía el nivel económico necesario para entrar en otros ambientes. En los años setenta decir que vivías en Vallecas era hasta peligroso, te trataban directamente de delincuente y los taxis ni siquiera te llevaban a casa. Así que con esta película creo que saldo viejas cuentas pendientes, igual que mis personajes".

Preguntado sobre el pudor del artista a dejarse conocer en su obra, Juan Vicente Córdoba replica sin atisbo de dudas: "En una primera película, donde te estás jugando tanto, qué mejor que tratar el material que más conozco: mi vida". Tanto es así, que el personaje de Daniel Guzmán, Santi, es la prolongación ficticia de uno de sus mejores amigos, para más datos también llamado Santi; mientras que los padres de Juan son sus propios padres. "En todo cine debe haber algo más que el puro entretenimiento, debe existir una mirada personal y hasta un juicio sobre la condición humana. No tengo otra manera de concebir el cine. Sobre todo me interesa la gente sencilla, la que es capaz de conmoverse con el aliento trivial y al mismo tiempo extraordinario de la vida, la que antepone su voluntad a la inevitabilidad del destino".

Al menos siempre podrá quedar esa lección aprendida después de comprender los mundos dibujados en Aunque tú no lo sepas. Y en cuanto a las imágenes conmovedoras... ¿es que alguien puede detener la emoción si recibe un libro con esta dedicatoria: "Si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte"? Lucía, por supuesto, no puede.