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Cine

Woody Allen y Javier Marías: de terrorismo, cine, mujeres y manías

El cineasta y el escritor charlan en París de terrorismo, cine, mujeres y manías

17 octubre, 2001 02:00

La cita es un día lluvioso de finales de septiembre en el hotel Bristol de París. Woody Allen viaja por Europa, como cada otoño, promocionando su último trabajo, La maldición del escorpión de Jade. Javier Marías ha abandonado su reclusión en Soria, donde trabaja en una nueva novela, para conversar, por primera vez, con un cineasta al que admira y que tantas carcajadas le ha proporcionado a lo largo de su vida. Se saludan amablemente, incluso con dulzura, y a renglón seguido entran de lleno en una conversación amena e inteligente. Ambos comparten una postura ciertamente elegante ante la vida. Mientras Marías habla con lentitud, Allen, manifiestamente relajado y feliz, gesticula graciosamente al ritmo de su acelerada voz.

El autor de Corazón tan blanco se sienta a la izquierda del cineasta alegando que es zurdo. “Perfecto, porque mi oído izquierdo es el bueno -responde Allen-. Recuerdo trabajando con el director de fotografía de Ingmar Bergman... No oía del lado izquierdo y yo no oía del derecho. Nos pasamos toda la película dando vueltas en busca de la postura en la que los dos nos podíamos comunicar”.

Sesiones de hipnosis

-Javier Marías: Me divirtió mucho su última película. Tengo mucha curiosidad por saber si tuvo en cuenta una película de los 60 que adoro, The Manchurian Candidate. También hay unas escenas en las que realizan sesiones de hipnosis pero con las cartas.

-Woody Allen: No. Me inspiraron filmes anteriores, de los 30 y los 40. La hipnosis estaba muy en boga y para mí fue una excusa para la diversión. Sin embargo, recuerdo bien esa película. Cuando se estrenó en Estados Unidos fue un éxito modesto, pero a lo largo de los años se ha convertido en un clásico. La verdad es que John Frankenheimer, el director, fue uno de los grandes de su generación. Otra de sus películas, que nunca vi, está en relación con los acontecimientos del 11 de septiembre en Manhattan. Terroristas que sobrevolaban en globo un estadio amenazando las vidas de la gente. Por cierto, ¿cuál ha sido la respuesta en España a esta acción?

-JM: Ciertamente de horror. Un 'shock' considerando que la población está acostumbrada al terrorismo.

-WA: ¿Cómo puede uno estar acostumbrado? Se refiere a los separatistas vascos...

-JM: Sí, ETA lleva matando más de 30 años. Ya son más de 1.000 personas las que asesinaron una por una. Y creo que es aún más terrible que en masa. Cada vez se para la vida, se repiten la misma rabia, los mismos funerales solemnes con las mismas buenas intenciones.

-WA: Y los objetivos de ETA... ¿son racionales... específicos o arbitrarios?

-JM: Más bien específicos. Desde luego no utilizan armas químicas ni cometen suicidios. Se dirigen ante todo a políticos o policías pero a veces también a gente inofensiva.

-WA: Todo porque quieren la independencia, ¿verdad?

-JM: Sí. Lo cierto es que si toda la población vasca quisiera la independencia no habría problema pero a la mayoría no le importa.

-WA: Parece que la vida no tiene valor. Es terrible. En EEUU al menos ahora la gente está en alerta; durante años se ha hablado del posible ataque terrorista y cuando ha ocurrido, nadie estaba preparado. Para mí no fue una sorpresa...

No sólo neoyorquinos

"El cine de hoy es totalmente intrascendente. Ya no está interesado por la poesía o por la belleza. Todo es técnica". Woody Allen

-JM: ¡Pero llegó de una forma tan brutal! Me sorprende que esté aquí en Europa. Si hubiera sucedido algo así en mi país, me habría reunido con los míos.

-WA: Es muy importante que quede claro que la vida continúa normalmente ante algo tan sinsentido. Lo peor de todo esto es que no había sólo neoyorquinos sino gente de todas las culturas y religiones. Lo único que espero es que la respuesta militar sea moderada. No me cansaré de repetir que para resistir a un 'shock' de tal calibre hay que continuar viviendo y haciendo lo que antes. Trabajar, ir al teatro, hacer deporte...

-JM: Volviendo a su filme. Su deseo era realizar más que una comedia de intriga, una comedia romántica, y lo ha logrado. ¿Es usted un romántico?

Ausencia de romanticismo

-WA: No creo que yo tenga nada de romántico. Soy más bien realista. Me considero un trabajador de clase media que en esta ocasión ha tenido la idea de hacer una comedia romántica y que el año próximo puede realizar una tragedia... Es cierto que me atrae el glamour de esa época y que durante la guerra había un espíritu muy romántico. Luego vino la droga, el crimen y la televisión y el rock en lugar de Gershwin.

-JM: Yo tampoco tengo nada de romántico. Quizá sí de sentimental. Siempre he pensado que si uno tiene dinero, es mejor vivir separado que en pareja. Lo terrible en la vida de pareja no es que tengas que dar cuenta a dónde vas o por qué has llegado a las tres de la mañana, sino que tienes un testigo constante para las cosas más inocentes.

-WA: Lo entiendo, cuando vives con alguien conoce todas las pequeñas idiosincrasias. No puedo tomar una ducha si el desagüe está en el centro o cuando alguien está comiendo no soporto el ruido que hace el cuchillo en el plato al cortar la comida (se tapa los oídos). ¡Me vuelve loco! Yo dormía con la luz encendida hasta casi los cuarenta porque tenía pánico a la oscuridad.

-JM: Es algo que se ve en sus películas. Los amantes nunca llegan a vivir juntos. A propósito, creo que los diálogos de La maldición del escorpión de Jade son soberbios.

-WA: Cuando era un niño, recuerdo las películas con Hepburn. Los diálogos eran rápidos y la hostilidad entre la mujer y el hombre era tan intensa que no podías pensar que al final se amarían. Eso nunca sucede en la vida real. Un odio tan grande nunca funciona al final por mucho humor que le pongas.

"Siempre me dicen que trato mal a las mujeres en mis novelas, pero lo cierto es que estoy convencido de que les ha tocado la peor parte". Javier Marías

-JM: En la vida real uno no piensa en que el diálogo es magnífico sino en las cosas terribles que se han dicho. En cualquier caso en sus filmes trata relativamente bien a las mujeres. Bromea mucho con ellas.

-WA: Lo cierto es que yo adoro a las mujeres. Se han portado magníficamente conmigo. Las mujeres son más responsables, incluso superiores en muchos sentidos. Siempre me han atraído los libros y las películas que exploran la mente y psicología femeninas. Las mujeres me han cambiado la vida. Sólo cuando comencé a salir con mujeres que eran más cultas e inteligentes y con más iniciativa que yo, sentí la necesidad de ponerme a su nivel y empecé a devorar libros, museos y conciertos. Yo era el único hombre en una familia con muchas mujeres. Apenas pienso en términos masculinos excepto para mí mismo.

-JM: Al principio, quiso ser escritor, ¿verdad?

-WA: Sí, quería ser escritor o músico; comencé a dirigir cine para que las ideas fuesen llevadas a cabo adecuadamente. Nunca he tenido certeza de que estuviera en el lugar correcto. Quizá si me hubiera dedicado sólo a la escritura, habría sido mejor escritor; cada vez que hago una película, paso casi un año sin escribir. Lo cierto es que la parte más horrible de mi profesión es rodar.

-JM: Puedo imaginármelo. Mucha espera, mucha paciencia, mucha repetición de la misma toma... Siempre me dicen que trato mal a las mujeres en mis novelas pero lo cierto es que estoy convencido de que a las mujeres les ha tocado la peor parte y no me refiero a las de Afganistán sino a las de las sociedades libres. Las mujeres son más sinceras.

-WA: Estoy completamente de acuerdo. Creo que las mujeres son más agradables, menos agresivas. Si hay un choque de coches y conducen dos mujeres, no se van a pegar. Si el mundo estuviera gobernado por mujeres, sería más dulce... incluso más risueño.

-JM: En sus películas el sentido de culpa está muy presente. ¿Juega con ello?

-WA: En cierta forma. Creo que la culpa es algo social. Me educaron con una libertad total en una familia de clase media baja. Cuando crecí, el ambiente en la sociedad americana era muy feliz. Viví un poco el horror de la Guerra Mundial. Mi percepción era la de unos marineros guapos que besaban a las chicas y decían adiós para convertirse en héroes en un mundo de cine y películas llenas de glamour.

El cine como un todo

-JM: ¿Y en su casa, la cultura era una obsesión?

-WA: Nos animaban pero no con su ejemplo. En mi familia no había cultura alguna. Todo vino de mí. Desde niño me interesé por el teatro y pasaba tardes enteras tocando el clarinete. ¡Lo que recuerdo como una maravilla fue cuando abrieron los cines! El cine lo era todo, el mundo para soñar. Entonces no teníamos televisión.

"Sólo cuando comencé a salir con mujeres más cultas e inteligentes que yo, sentí la necesidad de ponerme a su nivel y empecé a devorar libros, museos y conciertos". Wood Allen.

-JM: En España teníamos el cine de sesión contínua con dos películas y podíamos llegar a la mitad de una; entonces te imaginabas lo que podía haber pasado y luego no tenía nada que ver con la realidad.

-WA: Sí, nosotros también teníamos eso. El cine tiene un poder mitológico y de fascinación impresionante. Siempre me pregunto qué es más importante en nuestras vidas y más en nuestro siglo: la realidad o la ficción. La ficción, el mundo de la fantasía, siempre ha sido más seductor. La realidad es más desagradable y difícil. El mundo imaginario es más auténtico que el real.

Pensar la realidad

-JM: No creo que la realidad sea más difícil pero sí es cierto que la ficción ayuda a sobrellevar la realidad. Creo en una realidad que debe de ser también ficticia. Hay que imaginarla. De lo contrario nunca llegas a vivirla del todo. Hay que pensarla. Cuando uno se explica lo que le ha sucedido en la vida, lo convertimos en un relato. La vida acepta lo que venga pero la imaginación es más exigente.

-WA: Quizá por ello la ficción me resulta tan imprescindible. Necesito ordenar la vida. El trabajo siempre fue mi salvador, desde que tenía 20 años. La gente me pregunta: “¿Por qué trabajas tanto?”. Es una forma de controlar el caos de mi vida. Siempre pensé que era mejor estar obsesionado con un problema de lo que voy a hacer en el segundo acto que lo que haré con mi vida a los 90 años .

-JM: No sé si se ha fijado. Antes lo que primaba era la verdad. Si observas fotos de los años treinta, la gente tenía el rostro más limpio, más noble, independientemente del status. Eran caras más personales, más individuales. Hoy parecen todas iguales, amorfas.

-WA: Claro, ¿qué es lo que está creando esta sociedad de masas, de la desinformación? La individualidad queda aplastada. Esta sociedad moderna alienada produce, como decía Eliot,“hombres vacíos” llenos de consumo que viven en la superficie. Se habla de sociedad sofisticada pero rígida y artificial.

-JM: Yo creo que se debe también a lo rápido que ocurre todo y a la tendencia de la gente a olvidar lo malo; se borra y no se incorpora a la propia personalidad.

-WA: Vivimos en una cultura dominada por el éxito. Es comprensible que todo el mundo necesite que le quieran, pero eso no justifica la ansiedad desmesurada por el éxito. Lo terrible es que la gente de hoy se avergöenza de sus fallos o de confesar que no tiene un buen momento o de su infelicidad.

-JM: Observo siempre con desconcierto y gracia la ambición desmesurada en las sociedades capitalistas. Si escribes un libro con éxito y al año siguiente no publicas, muchos temen ser olvidados. Yo en treinta años he escrito nueve libros y esa distancia es sana. La sociedad que vivimos es ciertamente histérica, insatisfecha.

-WA: Vivimos tiempos extrañamente optimistas; no entiendo el materialismo moderno. Me considero afortunado, la vida se ha comportado muy bien conmigo. Soy lo feliz que uno puede ser dentro de las limitaciones que debemos encajar. Si pudiera cambiar la estructura de la existencia, lo haría. Soy capaz de imaginar mejores maneras de vivir para todo el mundo.

-JM: ¿Qué piensa del cine de hoy?

"Mankiewicz, poco antes de morir, hizo unas declaraciones sobre la actitud fracasada del cine. Decía que con el mudo sólo había imagen; luego llegaron los diálogos pero éstos no tenían contenido". Javier Marías.

-WA: Totalmente intrascendente. Ya no está interesado en la poesía ni en la belleza. Los diálogos son banales o la gente no habla. Las imágenes no conmueven. Es técnica y una cierta estética fría, vacía. Las películas se han convertido en fórmulas donde lo que cuenta es la taquilla. Todas las mañanas leo el "New York Times"; editan unas listas de los que más recaudan y ésas son las películas que funcionan. El cine es hoy una industria donde lo único que importa es el dinero. últimamente sólo he disfrutado del cine europeo y del asiático.

-JM: Mankiewicz, poco antes de morir, hizo unas declaraciones sobre la aptitud fracasada por la que había optado el cine. Decía que con el cine mudo solo había imagen pero luego llegaron los diálogos y éstos no tenían contenido. A veces hago un experimento. Pongo la televisión y me voy a la cocina y entonces lo que se oye es un ruido continuo. Un cine que aturde más que deleita.

Una elección estética

-WA: La televisión está muerta; su época dorada pasó. Hoy no hay ya no digo arte sino entretenimiento. Es algo de mal gusto. En el cine lo importante es la técnica; es un fin en sí mismo. Hoy la única elección es de orden estético.

-JM: La estética es importante. Cuando escribo puedo romper una página cinco veces hasta conseguir algo armonioso y adecuado, con musicalidad. Un pensamiento profundo en una forma torpe y desaliñada pierde su profundidad.

-WA: Sí, la estética es fundamental pero no por sí sola. A mí me fascina la estética del cine de los 40. Todo era sublime.

Se levantan para las fotos, algo de lo que ninguno disfruta. Conversan de su próxima película Hollywood ending, una comedia del mundo de Broadway que Allen estima "es la mejor que he hecho”. Al terminar la sesión fotográfica, Marías le muestra un ejemplar de Negra espalda del tiempo, en el que al final aparece como rey de la Isla de Redonda. "¿Pero es real?”, pregunta el cineasta. "Sí, pero a la vez es una muestra de cómo una ficción ha invadido mi vida. Yo escribí un libro en el que hablaba de esta isla. Se hizo tan popular que cuando el monarca murió me traspasó el título. He nombrado condes a toda una serie de personas allegadas, como a Francis Ford Coppola, y tenemos correspondencia..." A Woody Allen se le iluminan los ojos y mientras le da un fuerte apretón de manos, señala: "Interesante. Lo leeré y ya hablaremos”.