Image: Subiela “La poesía es la salvación”

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Cine

Subiela “La poesía es la salvación”

El director argentino estrena el 5 de julio la segunda parte de El lado oscuro del corazón

3 julio, 2002 02:00

Darío Grandinetti y Eliseo Subiela en el rodaje de El lado oscuro del corazón 2

El cine argentino triunfaba internacionalmente en 1992 con las conquistas del poeta Oliverio en El lado oscuro del corazón. Una película bella e insólita que construía los diálogos de sus personajes con versos de Mario Benedetti. Transcurrida una década, Eliseo Subiela recupera a su personaje más romántico y surrealista. De nuevo interpretado por Darío Grandi- netti, Oliverio viaja en esta nueva entrega a España en busca de la mujer que sepa volar. Una trapecista del circo, interpretada por Ariadna Gil, podría ser el final de sus pesquisas. El Cultural ha hablado de todo ello con el director argentino, que rescata versos de doce populares poetas para el guión de esta segunda parte.

¿Encontraría a Ana? Su viejo amor bonaerense, la inabarcable Sandra Ballesteros engañando al tiempo, que vive ahora, al cabo de diez años, en Barcelona. Es la errante búsqueda del poeta Oliverio, un Darío Grandinetti que ha perdido el pelo, perseguido como antes por La Muerte (tan magnética e inmarchitable como Nacha Guevara), y que sigue esgrimiendo versos en cada ocasión que se le presenta. El director argentino Eliseo Subiela, añorando el éxito después de cuatro producciones inmunes a la taquilla, o quizá añorando sinceramente a sus criaturas más románticas y surrealistas, vuelve a reunirlas en la gran pantalla en esta segunda parte de El lado oscuro del corazón, que llega el viernes a nuestras salas. "El antecedente exitoso facilitaba el proyecto -reconoce-, pero sentí muchas ganas de seguir con Oliverio, preguntarme diez años después qué ha sido de su desastrada vida".

Cineasta de la poesía
Cineasta poético o cineasta de la poesía, como ambiguamente se le ha llamado, amplía para esta segunda parte, más vana y obvia que la primera, la cuota de poetas que hablan en la voz de sus personajes. A los versos de Mario Benedetti, en los que estaba basado todo el guión de la original película de 1992 -una de las más exitosas del nuevo cine argentino-, añade ahora composiciones de Alejandra Pizarnik, José Hierro, Antonio Machado, Oliverio Girondo, Octavio Paz, Vicente Huidobro... un total de doce voces poéticas sobre las que construye las réplicas y contrarréplicas del filme. "Busco poemas que se ajusten a la historia, porque primero tengo el argumento y luego le doy forma con los versos -asegura Subiela, también guionista del filme-. Para esta segunda parte tenía muy claro que quería incluir la poesía de Alejandra Pizarnik, que considero excelente y muy adecuada para las intenciones de la obra". Se considera Subiela, por tanto, "un mensajero del amor", alguien que sigue "creyendo en la poesía como salvación", manifiesto cinematográfico cuya columna vertebral es El lado oscuro del corazón y al que cabría añadir otros dos filmes anteriores como No te mueras sin decirme adonde vas y Pequeños milagros.

Viaje a España
El marco de la coproducción argentino-española, acicate de la financiación que interviene sin pudor en el devenir del protagonista, obliga a Oliverio a viajar a España, después de un primer acto situado en Buenos Aires en el que Eliseo Subiela adopta las mismas fórmulas y atmósferas, recorre los mismos clichés argumentales y los lugares comunes de la primera entrega. Sumergido en una ciudad que no comprende, afligido por las horas que avanzan y la presencia carnal de La Muerte, a quien acompaña un nuevo personaje, El Tiempo -un motorista de negro-, Oliverio añade a su catálogo de conquistas a una mujer capaz de encender bombillas con los dedos cuando la besan.

Un toque más de delirio en su búsqueda del único objeto soñado: la mujer que le haga volar. "A Oliverio lo que le mantiene vivo es la búsqueda. Lo importante es buscar, el juego; y no el hecho de encontrar. Pero en esta segunda parte queda más claro que lo difícil realmente es intentar poseer", explica el director. Como colofón de sus conquistas, "La Anguila" (Carolina Peleritti), esa mujer electrizante, termina su aventura arrojada al foso de la famosa (y envidiada por tantos hombres) cama pirañera de Oliverio.

En este gesto surrealista de descarte, se nos antoja el poeta Oliverio como una visión degradada del Horacio Oliveira creado por Cortázar, el buscador impenitente en la rayuela de la vida, que destruye lo que le rodea en su camino a la autodestrucción. Pero Subiela tiene preparado para su personaje otro destino más alentador. "Tengo todo adentro, tengo por supuesto a Cortázar, y a Borges, y a Benedetti -afirma el autor de Hombre mirando al sudeste-, pero no soy realmente consciente de la influencia de Cortázar en El lado oscuro..., aunque sí en la idea básica de la búsqueda como leit motiv del personaje". Búsqueda que le conducirá a España para reencontrarse con la prostituta uruguaya Ana, mujer con la que alzó el vuelo en la primera parte, y que vive ahora en Barcelona con su hija de 20 años. La Maga, amor rechazado por Horacio Oliveira, también era en Rayuela originaria de Montevideo.

Pero el pasado es un tiempo pretérito e irrecuperable, y toda la fogosidad del reencuentro que ansiaban el poeta y la prostituta, en una Barcelona hueca e impersonal, burdamente turística, se queda en ilusión y promesa truncada. "En este punto -sostiene Subiela-, las fantasías de Oliverio, este macho arquetípico de nuestra cultura, también están reflejando esa casi permanente y frustrante fantasía argentina de que la felicidad está en otra parte". En la trapecista Alejandra (Ariadna Gil), quizá, que Oliverio conoce en un circo a pie de playa. La similitud entre ambos personajes -ella también es poeta y rastreadora, y como sombra lleva a El Muerte, Manuel Bandera-, no deja lugar a dudas sobre sus destinos en común.

Misión cultural
En la primera entrega de El lado oscuro..., el poeta enamorado se comía el corazón de su amada, se multiplicaba por tres en un mismo plano, levitaba sobre las sábanas durante el acto sexual o mantenía un juego de seducciones con la Muerte - porque "para hacer naturalismo ya está la televisión", asegura Subiela-, y ahora algunos de estos recursos se repiten dejando una sensación de déja vu. El realizador se siente deudor en este sentido de "los recursos utlizados por Federico Fellini y Luis Buñuel", cineastas a los que siemrpe se ha sentido íntimamente conectado.

Con los mismos moldes y un resultado menos interesante, cabe preguntarse si realmente hacía falta (para el director, para los espectadores, para el cine) volver al poeta Oliverio para mostrarnos el lado luminoso de su corazón, junto a su Maga por fin hallada y convertido en futuro padre. El autor de Pequeños milagros justifica su "necesaria existencia": "Hay una demanda de romanticismo y poesía en la gente que no coincide con la moda y la frivolidad que se lleva. A partir de la película se vendieron muchos libros de Benedetti y Girondo, y pude demostrar que la poesía es popular. Creo que es una de las misiones culturales y encargo básico de esta película".