Image: Intramundi

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Novela

Intramundi

Carlos G. Reigosa

3 julio, 2002 02:00

Carlos G. Reigosa. Foto: Mercedes Rodríguez

Espasa. Madrid, 2002. 262 páginas, 17’50 euros

Con esta novela Reigosa (Lagoa, Lugo, 1948) vuelve a sus orígenes literarios, cuyos primeros frutos están siendo reeditados en castellano. En los últimos meses han visto la luz el libro de cuentos, Al otro lado de la montaña, y su primera novela, Oxford, amén.

Intramundi es la recreación literaria del mundo ancestral de unos valles aislados por los montes de A Corda, al norte de Lugo, de donde Reigosa extrae los materiales de sus dos primeros libros de relatos, Homes de tras da Corda y As pucharcas da lembranza. En ellos se cuentan historias de seres que encarnan temas como el amor o la ambición. Todo esto se integra en Intramundi, que recorre el mismo territorio y su evolución en el siglo XX.

El texto se divide en 4 partes que se centran en otros tantos años destacados en los epígrafes. En las 4 un narrador omnisciente cuenta los avatares de aquella comunidad aislada del mundo en su atraso milenario. Cada bloque constituye un corte en el tiempo, fijado en el presente de cada época con el fin de extraer y realzar los acontecimientos y situaciones más significativos en la evolución de la colectividad. El autor ha querido que los hechos narrados no se queden en una historia local pues todo cuanto allí ocurre tiene su referente en la historia de España y aun en la de Occidente. También se ha esforzado para que en las 4 partes los cambios producidos en la colectividad sean contados con técnicas diferentes y adecuadas a la necesaria diferenciación estilística entre las partes.

Las 4 secciones coinciden con fechas cruciales en la historia de aquel territorio. La primera (1928) presenta, con la morosidad de una narración tradicional, el atraso del lugar, con sus gentes sometidas al omnímodo poder del cacique, inmersos casi todos en leyendas avivadas por el extraño hallazgo de los restos de un barco que el cura sueña con adjudicar al arca de Noé. Desde ahora queda planteada la oposición entre las fuerzas contrarias en su visión del mundo: el poder del cacique, aliado con el cura, frente al tesón de un zuequero y su intuición de la carretera como única vía para salir de aquel atraso.

En la segunda parte (1936) se recrudecen las tensiones y fanatismos de un país en guerra civil. Lo cual deja como consecuencia la represión entre las familias relacionadas con la prolongación de la lucha en la posguerra por algunos guerrilleros antifranquistas huidos en el monte. Su captura y muerte pone fin a la tercera parte (1948), contada con técnicas de novela policiaca. Y el último bloque (1966) apura en un rápido resumen narrativo el final de una época, con la impotencia y muerte del cacique y la inauguración de la soñada carretera por la que llegarán el progreso y las nuevas ideas superadoras de la miseria cultural del franquismo. En el medio queda cierto aire de nostalgia y escepticismo del autor porque el vendaval de la historia condena a la extinción no sólo a los últimos vestigios medievales sino también a quienes lucharon por superarlos.