Image: Gijón apunta alto

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Cine

Gijón apunta alto

21 noviembre, 2002 01:00

Escena de Waiting for Happiness, del mauritano Sissako

A sus cuarenta años, el Festival de Cine de Gijón sigue apostando por el cine mundial más joven y transgresor, en busca de nuevos aires. Las propuestas de una docena de autores treintañeros -entre ellos Cédric Klapisch, Lukas Moodysson o Paul Thomas Anderson- conforman la sección oficial a concurso, fiel reflejo de las inquietudes temáticas y expresivas de los nuevos cineastas. En el apartado de retrospectivas, el certamen dedicará un minucioso ciclo a la Nouvelle Vague y proyectará la obra completa del director iraní Abbas Kiarostami.

El festival de Gijón tiene el buen gusto siempre alerta. Ha formado parte de su identidad durante cuarenta años, desde sus orígenes como escaparate de cine infantil hasta la edición que hoy comienza, en la que celebra sus cuarenta años de historia. Es el buen gusto por el cine independiente y marginal, que no necesariamente aburrido, eminentemente joven y refrescante, enemigo además de los excesos, fastos y ceremoniales que suelen acompañar a los castigados certámenes de cine, más concentrados a veces en el paseo de las estrellas que en la calidad de las películas a proyección.

Durante los próximos nueve días, la Sección Oficial convoca a concurso una equilibrada selección de cine internacional, en la que España sólo está presente como coproductor del filme encargado de inaugurar el festival: Una casa de locos, del galo Cédric Klapisch, que además se estrenará en salas españolas al tiempo que en el Teatro Jovellanos de la capital asturiana. El trabajo de Klapisch coloca a este peculiar director entre los nombres más taquilleros de la comedia actual, quien con una mirada destructiva a la pretendida unidad europea, a través de las vivencias universitarias de un grupo de jóvenes en Barcelona, ha suplantado a Amélie como la película más taquillera de Europa. Francia también compite en el apartado de largometrajes con la coproducción Waiting for Happiness, del mauritano Abderrahmane Sissako, cineasta de la órbita Cannes responsable de la notable aunque flemática Life on Earth, quien en su último trabajo, retrato de un pueblo costero de Mauritania, vuelve a filmar bajo los efectos del costumbrismo naturalista.

Pero en la variedad está el gusto, claro, y en la docena de películas a concurso hay cine de todos los colores y condición. Procedente de la Costa Oeste norteamericana, llega a nuestro país Punch-Drunk Love, cine vivo y audaz, mágico y honesto, de la mano del creador de Boogie Nights y Magnolia, Paul Thomas Anderson. En su cuarto largometraje, el cineasta californiano abandona la épica y coralidad de sus dos anteriores propuestas y se sumerge en una pequeña historia romántica, con incursiones en el arte gráfico, protagonizada por Adam Sandler y Emily Watson. La otra producción independiente norteamericana a concurso es The Good Girl, comedia agridulce protagonizada por Jennifer Aliston y John C. Reilly, y dirigida por Miguel Arteta, quien presentó hace dos años Chuck and Puck en el certamen asturiano.

Cine necesario
Segunda parte de su trilogía sobre el éxodo kurdo, que inició con su ópera prima El tiempo de los caballos borrachos, el iraní Bahman Ghobadi ha sorprendido a propios y extraños con Marooned in Iraq, comedia enloquecida que ha hecho la ronda mundial de los festivales y que llega a Gijón con la estela del éxito. Por parte iraní también acude al certamen la valiente y desgarradora Women’s Prison, pieza necesaria y milagrosa, pues su directora, Manijeh Hekmat, estuvo a punto de ser encarcelada por destapar las condiciones de vida en las prisiones de mujeres en el Irán actual después de un minucioso trabajo de campo realizado a lo largo de tres años.

China y Nueva Zelanda, que compiten con Seafood y Toy Love respectivamente, completan la oferta de filmes no comunitarios. El trabajo de Zhu Wen, rodado con una pequeña cámara mini-DV y que se alzó con el Premio Especial del Jurado en el pasado Festival de Venecia, ofrece ecos de Bad Lieutenant, de Abel Ferrara, al contar la historia de amor y consiguiente descenso a los infiernos de un policía corrupto y una prostituta suicida. Nada que ver con la oferta temática del neozelandés Harry Sinclair, quien vuelve a Gijón con una comedia en la que se entrecruzan los traumas de la madurez con las infidelidades de un grupo de treintañeros.

El abanico europeo, aparte de las películas francesas en coproducción ya mencionadas, contempla muestras ejemplares de las cinematografías de Alemania, Suecia, Italia y Gran Bretaña. Realizada por el estudiante de cine alemán Iain Dilthey, quien acude por segunda vez al certamen asturiano, El ansia (Des Verlangen) retrata con atmósfera gélida la historia de un ángel caído, la relación pasional entre la esposa de un pastor luterano y un asesino en serie. Más humorística y tierna es la pieza italiana Due Amici, interpretada y dirigida a cuatro manos por Spiro Scimone y Francesco Sframeli, un canto a la amistad entre dos sicilianos alimentado de silencios.

Lukas Moodysson, por su parte, cineasta sueco que ha conquistado el gusto de público y crítica con las comedias sociales Together y Fucking Amal, cambia de tono en su tercer largometraje, Lilja 4-Ever, y se concentra en las miserias de la Europa del Este: la decadencia urbana, los adolescentes sin esperanzas y el trágico submundo de la industria sexual. Clausurará el apartado oficial de largometrajes la producción británica Once Upon a Time in the Midlands, dirigida por Shane Meadows, retrato de un microcosmos humano en el que conviven los reality shows y los dramas envolventes, y que ya desde su título es un homenaje a la iconografía del spaguetti western.

Secciones paralelas
Como guiño a sus orígenes, la sección "Enfants Terribles" convoca el mejor cine mundial de temática infantil y adolescente, que este año, y por primera vez, tiene carácter competitivo. El certamen celebra su aniversario, además, con el ciclo especial "40 años", una selección de títulos que sirven de muestra gráfica de las distintas etapas por las que ha pasado el festival. Será una oportunidad inmejorable para disfrutar de trabajos que sirvieron para impulsar las carreras de directores hoy tan reconocidos como Lasse Halstrüm (Mi vida como un perro), Hou Hsiao-Hsien (La hija del Nilo) o Abbas Kiarostami (The Experience). Al cineasta iraní dedica el certamen su homenaje anual con una retrospectiva completa de su obra, que también recoge su labor como fotógrafo. El compromiso, el riesgo y la frescura sirvan para definir tanto la labor de Kiarostami como la del Festival de Gijón.


La Nouvelle Vague al completo
Si el año pasado el certamen profundizó en el Free Cinema británico, esta edición continúa la labor emprendida con el proyecto Nuevos Cines y centra su atención en el movimiento renovador por excelencia: la Nouvelle Vague. El amplio ciclo, que después del certamen viajará a la Filmoteca Española, recoge el corazón y la coraza del movimiento galo: desde sus antecedentes con individualistas como Becker, Renoir o Melville, pasando por los precedentes inmediatos (Varda, Malle, Astruc), hasta los alrededores de la nueva ola, que contempla autores galos que libraron su propia guerra (Demy, Hanoun, Rozier, etc.) al margen del núcleo central de la nueva ola, formado por los críticos devenidos en cineastas Chabrol, Truffaut, Rohmer, Godard y Rivette. Cuarenta y seis títulos repartidos entre treinta autores que incluyen documentales, interesantes cortos y largometrajes de ficción. El ciclo se complementa con la publicación de la obra de estudio En torno a la Nouvelle Vague. Rupturas y horizontes de la modernidad, coordinado por Carlos F. Heredero y José Enrique Monterde.