Una imitación a la vida
Lejos del cielo
13 marzo, 2003 01:00Julianne Moore en Lejos del cielo
En el terrible, inquietante plano final de la extraordinaria Safe, segunda y mejor película de Todd Haynes inexplicablemente inédita en España, Carol White, muñeca de porcelana internada en una burbuja sin gérmenes, se acerca a la cámara, espejo y ojos del espectador, y rompe a balbucear, hasta que consigue pronunciar dos palabras que, en sus labios, dos dunas en una cara llena de pústulas, resultan angustiosas: "Te quiero". Carol White es un verdadero folio en blanco que ha empezado a escribirse a sí mismo cuando ya es tarde, cuando le será imposible encontrar su propia historia. Ha empezado a despertar de una vida higiénica y anestesiada al desarrollar una misteriosa enfermedad psicosomática, la "alergia al siglo XX". Carol White no es más que la imagen futura de Cathy Whitaker en Lejos del cielo: comparten iniciales, el rostro de una actriz milagrosa (Julianne Moore) y una vida aséptica, que combina la perfección de una revista de interiorismo con la contención hipócrita de un panteón de nuevos ricos. Safe sucede en 1987, cuando la era Reagan aún luchaba por limpiar la imagen de la sociedad norteamericana. Lejos del cielo sucede a finales de los cincuenta, cuando cualquier "diferencia" -homosexualidad, ser de una raza distinta a la blanca, infidelidad- era considerada como una desviación por el puritanismo que aplaudía y lloraba las películas de Douglas Sirk.Cuando Sirk hablaba de Imitación a la vida, el último y más célebre de sus melodramas arrebatados, decía, refiriéndose al título: "Todo, incluso la vida, está inevitablemente alejado de ti. No puedes alcanzar, ni tocar, la realidad. Sólo ves reflejos. Si tratas de atrapar la propia felicidad, tus dedos sólo encuentran el cristal. No hay esperanza". En los primeros minutos de Lejos del cielo, todo elemento diegético -música, dirección artística, interpretación- está orientado a reproducir la esté tica sofisticada y especular de las películas más famosas de Sirk, en especial Obsesión, Sólo el cielo lo sabe y la citada Imitación a la vida. La película actúa como un espejo colocado delante de otro espejo. Es tal la perfección de esa reproducción que es fácil pensar que Haynes se limita a componer la sinfonía de su ejercicio de estilo como un acto de ironía, sobrepintada sobre la muy irónica filosofía de Sirk. Sin embargo, muy pronto descubriremos que Lejos del cielo, como Safe, cuenta la historia de una mujer que despierta de su sueño decorativo para, después de luchar contra el prejuicio y la incomprensión, admitir que, en efecto, no hay esperanza.
Haynes ha afirmado que todas sus películas tratan sobre la enfermedad: la del deseo y su desviación (Poison), la de la impostura (Velvet Goldmine) y la del miedo al caos (Superstar, Safe, Lejos del cielo). Recuerda, impresionado, la frase de una persona enferma de cáncer: "los seres humanos prefieren la culpabilidad al caos". Así es Cathy Whitaker: antes de quitar ese cristal que la separa de sus propias emociones, esa vidriera perfecta que descompone su dolor en el otoñal consenso de un vecindario que no soporta verla hablando con un jardinero de raza negra (Dennis Haysbert), será capaz de disfrazar la homosexualidad de su marido (Dennis Quaid) con una sonrisa de anuncio. Prefiere sentirse culpable que aceptar una nueva vida, y cuando la acepta, es tarde: el tren desaparece, en una secuencia final tan melancólica y desoladora como la que cerraba Locuras de verano de David Lean.
Haynes no es complaciente con su condición homosexual. Es difícil encontrar un cineasta menos indulgente con sus personajes gay: si en Safe, Peter (Peter Friedman) es un seropositivo que combate su enfermedad con una filosofía new age que anula la voluntad de sus adeptos, en Lejos del cielo Frank Whitaker no es más que un cobarde egoísta que, insensible, proyecta su sufrimiento en los que le rodean. Los personajes de Haynes luchan por ser ellos mismos, aunque fracasen en la recta final. Y Cathy, como Carol White, también como la Karen Carpenter anoréxica interpretada por una Barbie en el censurado Superstar, es una muñeca que quiere convertirse en ser humano. Una muñeca a la que se le permite un hermoso momento epifánico, liberada por un instante de su máscara: la contemplación de una pareja que se besa en la calle le ilumina literalmente los ojos, abriéndole, tal vez en otro universo, la posibilidad de un amor futuro. Santa mártir interpretada por una Julianne Moore tan pura como una lágrima, Cathy es la Juana de Arco que Dreyer soñó en la cruz, y Lejos del cielo es, al mismo tiempo, un análisis de la anestesia de la emoción contemporánea y una elocuente, elegante hagiografía firmada por un artista verdadero.