Image: Cesc Gay

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Cine

Cesc Gay

“A los treinta, se corta la alegría”

18 septiembre, 2003 02:00

Cesc Gay

Con Krampack ya mostró su capacidad para bucear con humor e ironía en los complejos de la adolescencia. Ahora, Cesc Gay interroga con su cámara el mundo de las relaciones sentimentales entre adultos. En la ciudad es una película coral que carga las tintas sobre el drama y deja al descubierto las emociones de un grupo de amigos para hablarnos de soledad, amor, incomunicación, esperanza.

-¿El origen de En la ciudad es una situación personal que usted vivió?
-Sí. Fue en una cena de amigos. Una chica comenzó a llorar, se levantó y volvió al rato como si nada hubiera pasado. Esa situación me dio el final de la película, y la clave sobre uno de los grandes temas en los que se sustenta: los secretos que todos ocultamos.

-Las mujeres son las que llevan todo el peso de la acción. ¿Cree que en la realidad es así?
-Creo que en el mundo emocional, que es en el que me aventuro, ellas son las que mandan. El universo femenino es el motor de las relaciones. Me apetecía mucho hacer una película protagonizada por mujeres, y esta era la oportunidad.

-El tratamiento es muy realista. ¿Cuánto hay de verdad y de mentira en lo que cuenta?
-Hay un poco de todo. Hay historias de gente que conozco, otras que me han contado y también mucha invención. Lo importante es que el filme es el resultado de mucho tiempo de observación, en el que lanzo más preguntas que respuestas.

-El filme tiene una estética de cine francés. ¿Ha sido deliberada?
-No es algo que haya hecho conscientemente. Creo que por la temática y el modo realista en el que están tratadas las historias, y por el tipo de interpretaciones, el resultado se acerca inevitablemente a la estética francesa.

-Es su película más dramática, ¿por qué?
-Comparada con Krampack, sí hay menos humor. Pero es que el humor de Krampack venía dado por la edad de los chavales. Aquí retrato a un grupo de treintañeros, y por lo tanto hay más amargura, más desencanto, y era importante buscar un mismo tono para todas las historias. A los treinta se corta un poco la alegría, y se reacciona escondiendo emociones. Creo que hay un insinto de supervivencia que nos obliga a ello. Además, si la sociedad profundamente católica de nuestros padres nos ha enseñado algo es a reprimir los sentimientos. Todos lo hacemos.

-El proceso de casting de una película coral siempre es muy duro. ¿Escribió el guión sabiendo ya quiénes eran los los actores?
-Sólo para los papeles de Eduard Fernández y de María Pujalte, que eran los únicos actores que no conocía de antes. Son papeles que escribí pensando en ellos y tuve la suerte de que les gustó. El resto -Alex Brendemöhl, Mónica López, Vicenta N’Dongo, Chisco Amado, Leonor Watling, Jordi Sánchez, áurea Márquez- se incorporaron después y les estoy muy agradecido, pues sin sus excelentes aportaciones, la película sería inconcebible.