Image: Carlos Bosch

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Cine

Carlos Bosch

“No tenemos grandes esperanzas de ganar”

26 febrero, 2004 01:00

Carlos Bosch

Se queja Carlos Bosch de la escasa repercusión que ha tenido en nuestro territorio su película Balseros, codirigida con Josep Maria Domènech. Al fin y al cabo es el representante único del audiovisual español en la Academia de Hollywood, que ha tenido a bien colocar su trabajo entre los cinco mejores documentales del año. "Me entristece mucho el tratamiento que hemos recibido, especialmente en Madrid, porque en Barcelona se nos ha prestado mucha más atención. Pero prefiero pensar que no se debe a causas nacionalistas", sostiene el director catalán.

Salvando su, ciertamente, escasa repercusión (en las pantallas de Madrid sobrevivió una semana), Balseros es un documento excepcional en torno a la supervivencia humana, una pieza audiovisual de gran sabiduría realizada con sangre periodística y, también, una crónica en vivo, sin trampas, del enfrentamiento cultural entre el tercer y el primer mundo. El filme sigue de cerca el periplo de siete cubanos en busca del sueño americano, desde que zarpan de Cuba en balsas rudimentarias a sus vidas presentes, siete años después, viviendo o sobreviviendo en territorio estadounidense. Un sueño que se hará realidad para unos, y que terminará en pesadilla para otros.

-¿Cuál fue el planteamiento inicial de la película?
-El germen de Balseros es un reportaje de media hora que realizamos para TV3 de Cataluña sobre el "éxodo cubano" que se produjo a las costas de Miami en 1994. La idea era cubrir aquella noticia y ya está. Pero al cabo de los meses, nos interesamos por los balseros que habíamos grabado, y que estaban retenidos en la base de Guantánamo por el Gobierno de Estados Unidos. Las historias fueron tomando cuerpo y pedimos permiso a TV3 para buscar un coproductor y ampliar la investigación de nuestro trabajo periodístico. Así se fue formando la pelúcula ante nuestros ojos.

De televisión a cine
-¿Es en ese momento cuando entra David Trueba en el proyecto?
-Sí. La narración para televisión y para cine es distinta, y además nosotros nunca habíamos trabajado en una pieza audiovisual de dos horas. Estábamos acostumbrados al formato de media hora para televisión. En este sentido, David Trueba fue muy necesario para que supervisara el ritmo de la narración y ofrecer un montaje más cinematográfico.

-Al tratarse de una "película orgánica", que ha ido avanzando a expensas de lo que la realidad ofrecía, ¿en qué medida ha cambiado el mensaje del documental?
-Al principio no teníamos ningún mensaje. Se trataba de ofrecer una crónica periodística, mostrar lo que ocurre y ya está. Narrar. Lo que sucede es que la película se va haciendo grande, se va ampliando a temas que no habíamos previsto. Ahí es donde entra en juego la suerte y nuestra habilidad para seleccionar lo más determinante. Nos damos cuenta de que se amplía la intimidad de los personajes. Al estar en contacto con ellos durante tantos años, tenemos un acceso de privilegio al azar que conduce sus vidas, a cómo se van desarrollando.

-Entra en liza, entre otras cosas, la intervencion eclesiástica en sus vidas, ¿era algo que habían previsto?
-Para nada. Nos dimos cuenta de que en las siete personas a las que seguimos, de una manera u otra, su llegada a Estados Unidos está marcada por su relación con la religión. La labor de la Iglesia en 1996 es una labor de tipo ONG. El Gobierno norteamericano se descargó de responsabilidades y la Iglesia se encargó de ubicar a los balseros. No era perfecto lo que hacían, pero al menos les daban una salida.

-No sólo ejercen de directores, sino de intermediarios entre los balseros y sus familias...
-De alguna manera, nosotros salvamos la incomunicación con las familias. Filmamos los mensajes que se envían unos a otros con la única intención de que lo vieran entre ellos, pero nos dimos cuenta de que aportaban mucha información y decidimos incluirlo en la película. Nadie critica que haya una manipulación de los hechos de este modo, o una intervención forzada, sino que se entiende que es un gesto totalmente humano que cualquiera en nuestro lugar hubiera hecho y que ayuda a la comprensión de la realidad.

-También hay una crítica velada al sueño americano...
-Desde luego, pero creo que el público americano lo ha entendido muy bien, y no se siente ofendido ante ese retrato demoledor. No es una crítica a su sociedad, es más bien la exposición clara del choque entre el tercer y el primer mundo.

-¿Entonces cree que tiene posibilidades de llevarse el Oscar?
-Hemos visto reacciones muy positivas en Los ángeles. La película se ha entendido muy bien y ha gustado... de eso estoy seguro. Lo que pasa es que competimos con documentales norteamericanos que han sido muy taquilleros. Nosotros hace un año ni siquiera sabíamos que podíamos ser seleccionados. Lo cierto es que no tenemos grandes esperanzas. Pero dicen que aquí todo es posible.