Image: Miguel Courtois

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Cine

Miguel Courtois

“La película quiere abrir un debate pendiente”

4 noviembre, 2004 01:00

Miguel Courtois

La banda terrorista ETA ha sido el centro de numerosas películas españolas, pero muy pocas se han aproximado al tema con el atractivo envoltorio del thriller político. El 5 de noviembre se estrena El Lobo, la aventura real de un policía infiltrado en el corazón de ETA en los años setenta. Dirigida por Miguel Courtois, que ha hablado con El Cultural, el filme pone en tela de juicio la honestidad de las autoridades policiales en su lucha contra el terrorismo.

La historia de Mikel Lejarza, alias El Lobo, tenía que ser contada. Todos los elementos en su aventura conducían a un largometraje con los mejores ingredientes del thriller político: compromiso, denuncia, suspense, acción, antiheroísmo, conspiración, revisionismo histórico... Con otra identidad y un nuevo rostro, el agente secreto que se infiltró en el corazón de ETA de 1973 a 1975 y provocó la caída de la cuarta parte del grupo terrorista, contó su malograda historia al periodista Melchor Miralles en los años ochenta. Capítulo clave en la historia de ETA -cuyos comandos, todavía hoy, siempre llevan una bala de reserva para asesinar al Lobo- y episodio oscuro de la transición española, la historia de Mikel Lejarza ha servido de algo más que inspiración para el filme, que produce el propio Miralles y dirige con mucha solvencia el cineasta francés Miguel Courtois.

-Los motivos de mi interés en esta película es que mi visión del guión coincidía plenamente con la intención del productor, que era contar una historia real pero otorgándole el sentido del espectáculo que requiere el cine. El guión me permitía hacer el cine que me gusta, narrar una historia con suspense, profundidad política y contenidos relevantes en un marco de cine atractivo, entretenido y popular.

Antes profesor de Filosofía y fotógrafo de moda, el parisino Miguel Courtois dirigió su primera película con 26 años, el thriller Preuve d’amour, cuyo éxito en Francia le permitió acceder al mundo de la televisión como editor de series, productor y director de diez TvMovies en apenas seis años -la mayoría thrillers-. Incansable, ecléctico y prolífico cineasta con sobrado oficio, El Lobo, su quinto largometraje para cine, es su primera incursión en la industria audiovisual española, si bien no es su primer contacto con España.
-En los años setenta, entre los 12 y los 15 años, todos los veranos anteriores a la muerte de Franco los pasé en el País Vasco. Tengo recuerdos muy nítidos de aquellos años y aquellos lugares, que he utilizado para la película. En aquella época, desde Francia se veía a los etarras como a unos héroes y acercarse a ellos era poco menos que un privilegio. Tener contacto con ETA era el colmo de la rebeldía, había cierto aire romántico en ello. Eran otros tiempos, muy confusos, y lógicamente el concepto que se tiene de ETA ha cambiado mucho.

Equilibrio de voluntades
-¿Cuánto de realidad y cuánto de ficción hay en el filme?
-Hay muy poca ficción. Lo que se cuenta es una historia real adaptada al cine. Desde el principio, el planteamiento estaba muy claro. La película pasaba por la necesidad de encontrar un equilibrio entra dos voluntades: la de crear un espectáculo y la de mostrar un capítulo muy importante de la historia española reciente. La historia, tal como se narra, es la versión de El Lobo, y para construir el guión se realizaron muchas investigaciones.

-¿Tuvo usted contacto directo con Mikel Lejarza?
-No quise entrar en relación directa con él para salvaguardar la libertad creativa de un director de cine. En todo caso, me empapé de su historia escuchando entrevistas suyas, en las que cuenta su odisea con todo detalle.

Eduardo Noriega, de regreso al cine más comercial después de sus trabajos con Marc Recha y cineastas franceses, incorpora el personaje de El Lobo, absoluto protagonista en un papel de índole esquizofrénica y en tensión permanente que el actor madrileño ha sabido coger por las riendas. Junto a él, José Coronado adopta la figura del villano que tan buen resultado le ha dado en los filmes de Enrique Ubizu. Completan la nómina de secundarios Silvia Abascal, Santiago Ramos, Jorge Sanz y el agradecido debut de la actriz francesa Mélanie Doutey como la etarra Amaia.

-La tesis de El Lobo resulta tan arriesgada como escalofriante. ¿Hay pruebas de que lo que se nos cuenta ocurrió realmente?
-Las únicas pruebas son el testimonio de El Lobo, pero investigando los hechos no es una tesis delirante, como algunos podrán pensar, sino perfectamente plausible. Hubo un momento, debido a la implicación de El Lobo en su trabajo, en el que se pudo acabar con toda ETA, pero los servicios secretos le abandonaron y él tuvo que salvarse por sus propios medios, huir de unos y de otros, pues su mera existenca era sumamente peligrosa para ambos bandos. La erradicación total del grupo terrorista no entraba en los planes de nadie, simplemente porque al sistema no le interesaba.

El cinismo universal
-¿No es una visión tremendamente cínica del asunto?
-Lo es, pero es un cinismo imperante en el mundo contemporáneo. Detrás de toda ideología hay motivaciones puramente pragmáticas. Un agente de policía lo dice claro en la película: "Si terminanos con ETA, ¿qué hago? ¿monto un estanco?". Si se acabara con ETA, cuántos policías irían al paro, cuántos departamentos y ministerios se cerrarían, cuánto dinero se perdería... comprendo que es muy duro y cínico, pero no por ello se puede eludir. Los más duros de cada facción necesitan de la batalla, de la guerra, para sobrevivir.

-La hipótesis del filme, por lo tanto, ¿es trasladable a otros ámbitos internacionales?
-Desde luego, y ahí es donde creo que reside su valor y su interés universal. En el conflicto palestino veo cosas muy parecidas, unos líderes que se reunen pero que en realidad, como demuestran, quieren que las cosas sigan igual. Se trata de mantener una realidad y un drama terrible por intereses corporativistas y económicos. También quiero que con esta película se abra un debate pendiente, cómo la royal politique echa por el suelo las convicciones de la gente, y plantear una serie de preguntas que nos conciernen a todos como ciudadanos y a la historia española en particular.

-¿Cómo cree que ha tratado el cine español el tema de ETA?
-Lo que yo he visto, que lógicamente no es todo ni quizá lo más representativo, me ha resultado más ideológico que otra cosa. Creo que esta es de las primervas veces que se intenta hacer un cine de entretenimiento y espectáculo con el tema, algo que también estaba en Días contados, pero con una vocación más militante. Yo quería que el tratamiento y la estética de la película fueran tan importantes como el asunto que aborda.

-¿Pero cree que tradicionalmente el cine español no ha sido muy valiente con el asunto ?
-Es que es un tema muy difícil de abordar, desde cualquier perspectiva. Por eso yo, al ser francés y tener una cierta distancia, he podido aportar una visión no partidaria a la historia. Por otra parte, tampoco soy un turista o ignorante del tema, porque me crié en el País Vasco. Al principio algunos amigos me aconsejaron que no hiciera la película, pero yo me he situado siempre respecto a esta película como un mero director de cine, nada más, alguien que tiene que convertir un buen guión en una película interesante. Yo entiendo que haya directores españoles que no quieran meterse en este tema, pero yo no tenía ningún prejuicio y además no soy conocido en España.

-¿Cómo ha resultado el trabajo con actores?
-He tenido mucha suerte, porque al no conocer a muchos actores españoles he podido mezclarlos con más facilidad y quizá otorgarles papeles que en principio no tienen mucho que ver con ellos. El trabajo con Eduardo fue muy intenso. Mi deseo era que se quedara lo más inseguro posible respecto a su papel, porque el personaje es pura inseguridad y puro miedo, y quería que Eduardo actuara con eso dentro, aunque a veces él no comprendía la estrategia y solicitaba más información sobre el personaje. En todo rodaje, con cada actor se establece una relación distinta, requiere una atención determinada, y la verdad es que ha sido una experiencia muy estimulante trabajar con estos actores, que siempre dan lo mejor de sí mismos.