Image: Senderos de gloria

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Cine

Senderos de gloria

Stanley Kubrick en DVD

13 enero, 2005 01:00

Una escena de la película Senderos de gloria

El Cultural entrega el 13 de enero, por sólo 8,95 euros, el DVD Senderos de gloria (1957), primera gran producción de Stanley Kubrick que rodó con apenas 28 años. Protagonizada por la estrella Kirk Douglas y basada en hechos reales acontecidos durante la I Guerra Mundial, la película ha pasado a la historia como uno de los primeros filmes contra la guerra.

En cualquier referencia a esta película nos topamos con la palabra "antibélica". Efectivamente, Senderos de gloria es uno de los primeros filmes de guerra (al menos norteamericano) que no ennoblece los valores del patriotismo y la descarnizada lucha a muerte por las conquistas ideológicas y/o territoriales. La guerra es tratada como un infierno de cobardes burócratas que dan órdenes detrás de las mesas de sus despachos y se permiten juzgar por cobardía a los soldados en primera línea. El asunto tiene más mérito cuando advertimos que fue realizada en 1957, es decir, cuando todavía coleaba la celebración post II Guerra Mundial y varios años antes de que el infierno de Vietnam despertara el sentimiento pacifista de la población estadounidense (y mundial). Pero aparte de la filosofía claramente antibélica que sostiene la película, puede que a Kubrick le interesaran otras implicaciones de la novela de Humphrey Cobb, que toma los hechos relatados de una historia real acontecida durante la Gran Guerra. Estamos pensando en las derivaciones extrabélicas, de carácter político y jerárquico, en cómo la hipocresía militar y el desprecio a la verdad se imponen sobre inocentes vidas humanas cuando lo que está en juego es un cargo político, una silla a la que agarrarse o, simplemente, el aplauso de los superiores. Después de ver Senderos de gloria, no se puede escapar a la certidumbre de que las injusticias que nos han sido relatadas no pertenecen a la península de la fantasía -aunque en las tripas de la guerra las consecuencias son más nefastas-, sino al día a día de una sociedad determinada por los impulsos de la ambición.

La historia, tan simple como escalofriante, ofreció a Kubrick la posibilidad de hablar sobre el mal heredado en el ser humano, sobre la imposibilidad de que el idealismo le venza la batalla a la corrupta realidad, a la mentira y la impunidad de los poderosos. Los personajes más interesantes, significativamente, son los villanos de la historia, seguramente porque Kubrick se preocupó de dotarles de mayor complejidad y magnetismo que al idealista coronel Dax (Kirk Douglas) o a los presos elegidos al azar para ser ejecutados, es decir, a las víctimas de la farsa, que compadecemos sólo por el objetivo al que son conducidos como personajes. Es interesante advertir la cualidad de los villanos, que a diferencia de cómo están descritos en la novela presumen de sus maneras aristocráticas, de su educación sin maqua y de su sensibilidad estética para decorar sus despachos. Tanto el general Broulard (Adolphe Menjou), que despliega toda la ambigua inmoralidad del Claude Rains de Casablanca, como el general "scarface" Mireau (Goerge MacReady) llevan a gala su condición de dandies, hombres que disfrutan del lujo de sus rangos, patriotas de palabra, inútiles y despreciables personajes que, irónica y fatalmente, manejan el destino de su patria. Parecen villanos sacados de una película de Max Ophuls.

Espíritu ophuliano
Y es que el espíritu de Ophuls, cuyo fallecimiento coincidió con el rodaje de la película, abraza también los planteamientos estéticos de Senderos de gloria. Da la impresión de que las formas elegantes y sinuosas del director de La ronda, su admirable pulso y personal ética con el uso de la cámara, también se contagiaron a Kubrick desde el momento en que se decidió rodar su cuarto largometraje en los estudios alemanes de Geiselgasteig, los mismos en los que años antes Ophuls había filmado su espectacular Lola Montes. Es inevitable no pensar en los filmes del artista vienés cuando Kubrick sigue a sus personajes en largos travellings -en las trincheras, los jardines del castillo y por las escaleras y salones de los palacios-, de modo que se obliga a huir de los primeros planos, que se los guarda para los momentos más significativos. Uno de ellos será la respuesta compasiva del coronel Dax al general Broulard, que no hace sino poner en evidencia la ceguera del poder. Desafiando los esquemas de Hollywood, el pesimismo de Kubrick, con apenas 28 años, es el santo y seña de Senderos de gloria, cuyo descorazonador final nos resistimos a creer una y otra vez. El instigador triunfa. El idealista pierde la fe. Los inocentes cantan llorando.

Detrás de la pantalla
-El título del filme proviene del sombrío verso del poeta romántico inglés Edward Gray: "Los senderos de gloria sólo conducen a la tumba".
-La película está ligeramente basada en la Batalla de Verdun, librada entre alemanes y franceses por el Fuerte Douimont en 1916. A esta misma batalla se hace referencia en el clásico de Jean Renoir La gran ilusión (1937).
-Francia consideró la película un ataque a su honor militar, por lo que su exhibición estuvo prohibida hasta 1976. Suecia y España tampoco la estrenaron.
-La única mujer que aparece en la película, en la escena final, es la actriz Suzanne Christian, futura esposa de Kubrick.