Image: Los títulos del mito

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Cine

Los títulos del mito

Marilyn Monroe en DVD

10 febrero, 2005 01:00
0. Sus últimos días (2000). Narrado por James Coburn, este documental sobre los últimos días de Marilyn está lleno de sustancia y perspectiva histórica. Cuarenta años después de su rodaje abortado, incluye una reconstrucción de las escenas rodadas por Marilyn para la película Something’s Got to Give, de Cukor, en las que se percibe su manifiesta desorientación y donde se rescata su último desnudo para las cámaras. Las intrigas de un férreo sistema de producción, enfrentado a una estrella incapaz ya de sostener tanto brillo, quedan al descubierto.

1. Los caballeros las prefieren rubias (1953), de Howard Hawks. Su gran paso al estrellato, la película con la que dejó sus huellas inmortalizadas en Hollywood Boulevard. En compañía de la celebridad de la RKO Jane Russell, la rubia más deseada del mundo le robó todo el protagonismo en esta comedia del maestro Hawks trufada de números musicales ya míticos, como Diamond’s Are a Girl’s Best Friend. El glamour, la frivolidad y la sofisticación conviven en este popular éxito del emblemático Hollywood de los años cincuenta.

2. Con faldas y a lo loco (1959), de Billy Wilder. Probablemente su mejor película, la comedia perfecta y su interpretación más exigente, por la que fue galardonada con el Oso de Oro. Junto a Jack Lemmon y Tony Curtis, la Monroe se pasea por esta alocada película, que tiene el sexo como único fondo temático, con una naturalidad desarmante. Por su dulce cinismo, su entrañable ironía y su explosiva sexualidad, Con faldas y a lo loco es, y seguirá siendo, una de las experiencias más estimulantes que ha dado la historia del cine.

3. El príncipe y la corista (1957), de Laurence Olivier.Después de su paso por el Actor"s Studio y decidida a ganarse el respeto como actriz dramática, Marilyn Monroe viajó a Inglaterra para trabajar a las órdenes del prestigioso actor y director británico Laurence Olivier en el marco de una historia romántica de época. El resultado es una refinada comedia de incisivo humor británico, que rezuma lujo, romanticismo y diversión, y en la que Marilyn se muestra a la altura del propio Olivier -quien la sometió a un duro rodaje- en una de sus más logradas interpretaciones.

4. Cómo casarse con un millonario (1953), de Jean Negulesco. Marilyn Monroe, Lauren Bacall y Betty Grable, tres estrellas en la piel de tres modelos embarcadas en una producción de lujo donde por primera vez se pudo contemplar a Marilyn en amplio Cinemascope. Comedia hilarante en torno a la frivolidad escrita con inteligencia por Nunnally Jonson, la exuberante actriz añadió a su personaje de rubia explosiva la miopía que le obliga a llegar gafas, aportando así un gran efecto cómico a su interpretación y mostrando otro de sus rostros más recordados en la gran pantalla.

5. La tentación vive arriba (1955), de Billy Wilder. Mordaz y sensual comedia que parece condensar todo el glamour y el espíritu de adolescencia sexual norteamericana que define la década a la que pertenece. En uno de sus papeles más reconocibles, la de la vecina inocentemente seductora, la interpretación de la estrella trasciende todos los tópicos desde el momento en que aparece en pantalla. Formando pareja con Tom Ewell, Marilyn alcanzó la categoría de icono sexual gracias en gran parte a numerosas escenas rodadas para este exquisito espectáculo cinematográfico, como el famoso vuelo de sus faldas en las aceras de Nueva York.

6. Niagara (1953), de Henry Hathaway. En su primer papel importante, Marilyn Monroe fue la personificación del pecado y la carne, la femme fatale de una arrebatada historia de amores traicionados y sensualidad a flor de piel. Con su interpretación de una esposa dispuesta a asesinar a su marido (Joseph Cotten) durante la estancia de ambos en las Cataratas del Niágara, se presentó al mundo como una voluptuosa rubia sin escrúpulos, víctima de sus pasiones y segura de su capacidad para seducir y destruir. Su papel como Rose Loomis es de lo más serios que realizó nunca, para posteriormente verse forzada a representar el estereotipo cómico de la rubia sexy y pánfila. Esta es la película de Marilyn que a Hitchcock le hubiera gustado dirigir.

7. Bus Stop (1956), de Joshua Logan. Para muchos, la mejor interpretación dramática de Marilyn. Por primera vez se encontró con poder ejecutivo en una película, al tener control sobre el guión, el director y el fotógrafo, y enterró con su interpretación, entre el humor y el sufrimiento, la etiqueta de sex-symbol sin cerebro. A partir de este filme, recibido con aplausos por la crítica y con enorme regocijo por los fans de la fascinante actriz, comenzaría su "alegre" período de autodestrucción, y sólo aparecería en pantalla en otras cuatro producciones.

8. El multimillonario (1960), de George Cukor. Obra sin pretensiones, alegre y absurda, en la que Marilyn interpreta cuatro números musicales y cuyo endeble guión ni siquiera pudo salvar la intervención de urgencia de Arthur Miller en algunas escenas. Uno de esos filmes cuya intrahistoria ofrece más interés que la propia película, pues es sabido que Cukor no lograba comunicarse con la actriz, que el rodaje se interrumpió por huelgas en la industria y no por la crónica impuntualidad de la actriz, y que ésta provocó el principio del fin de su matrimonio con Miller al mantener una aventura con el co-protagonista, el actor francés Yves Montand, casado a su vez con Simone Signoret.

9. Luces de candilejas (1954), de Walter Lang. Los teatrillos, lujosos números musicales y las tramas familiares dentro del mundo del espectáculo de este filme se orquestaron a mayor gloria del compositor Irving Berlin, quien quiso que Marilyn apareciera en la película tras verla desnuda sobre un piano en una foto de calendario. Marilyn aceptó el reto de trabajar junto a cantantes y bailarines profesionales, y muy a pesar de su la bronquitis que padeció durante gran parte del rodaje, se mantuvo a la altura de las circunstancias, brillando con luz propia (y hasta multiplicada en espejos) en los cuatro números musicales que protagoniza.

10. Me siento rejuvenecer (1952), de Howard Hawks. Medio siglo después, uno de los atractivos fundamentales de esta clásica comedia de Howard Hawks reside en que es la única vez que Cary Grant y Marilyn Monroe compartieron pantalla. Después de haber interpretado un papel protagonista dramático, los estudios de la Fox siguieron promocionando a la actriz, entonces con tan sólo veintiséis años, y le otorgaron el papel de secretaria decorativa, boba y encantadora, en un registro cómicamente sensual que echa por tierra la vieja norma escénica de que no hay que dar la espalda al público. Además de la interesante secretaria, un chimpancé revoltoso y un elixir de la juventud completan los elementos en juego de esta simpática película.

11. Niebla en el alma (1952), de Roy Baker. Marilyn siempre se sintió especialmente orgullosa de su intervención en esta película, que le dispensó su primer papel protagónico en un rol diametralmente opuesto a los que la convertirían en icono sexual poco tiempo después. En la piel de una niñera psicótica, tuvo en este film de bajo presupuesto (sólo se rodaba una toma de cada escena) su primera oportunidad de demostrar su talento como actriz dramática. En compañía de Ray Milland, ofreció una interpretación naturalista y medida, al sumergirse en la soledad y los sufrimientos de su propia infancia para construir su personaje.

12. Vidas rebeldes (1961), de John Huston. En la piel de la mítica Roslyn, un personaje creado por Arthur Miller a imagen y semejanza de su mujer, y en compañía de Glark Gable y Montgomery Clift, Marilyn cerró la boca a todos sus críticos y detractores, a todos los que nunca le concedieron la categoría de actriz de primera fila. Esta fue la última película que hizo (sin contar la inacabada Something’s Got to Give), que injustamente se suele recordar más por las tensiones del rodaje -Miller, autor del guión, y Monroe se separaron definitivamente- que por el resultado final de la película, sin duda una de las obras más profundas del maestro John Huston.

13. Río sin retorno (1954), de Otto Preminger. Ya convertida en una auténtica celebridad, Marilyn perfeccionó sus dotes musicales en este western en el que da vida a una ambiciosa cantante de saloon -uno de los cuatro temas que canta se convirtió en éxito discográfico-. La actriz, en su camino a la deidad cinematográfica, mostró una inagotable paciencia y profesionalidad en el rodaje de peligrosas escenas en los rápidos que el director se negó a rodar con dobles. Las Montañas Rocosas de Canadá proporcionan a la película, rodada en suntuoso y aprovechado Cinemascope, un bello y espectacular telón de fondo.