Image: Sucedió una noche

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Cine

Sucedió una noche

La Gran Comedia en DVD

30 junio, 2005 02:00

Clark Gable y Claudette Colbert en Sucedió una noche

El Cultural entrega el jueves 7 de julio, por sólo 8,95 euros, el DVD Sucedió una noche (1934), de Frank Capra. Aparte de obtener los cinco Oscars más importantes y de erigirse en uno de los grandes éxitos cinematográficos, esta película asentó las bases de la comedia romántica, que desde entonces hasta ahora no ha hecho más que introducir variaciones.

No importa el número de veces que veamos esta película. La química entre Clark Gable y Claudette Colbert seguirá intacta, el trasfondo social mantendrá su vigencia y, sobre todo, en cada visionado se irá reforzando la impresión de que Capra no desperdició ni un sólo segundo de película. Todo lo que ocurre, todo lo que nos cuenta y cómo nos lo cuenta, está en su sitio con el propósito de servir a una de las comedias románticas que más han hecho por establecer los cánones del género. En realidad, cualquier otra película ‘chica conoce chico-no se soportan-están obligados a verse-acaban enamorándose’ que se haya hecho después no ha inventado gran cosa, sólo ha introducido variantes (como Vacaciones en Roma). Todo estaba en Capra. Y en Hawks. Y en McCarey, claro. Pero sobre todo en Capra. Lo que diferencia a Sucedió una noche de otras de su estirpe, aparte de su condición canónica en la comedia moderna, es el subtexto de la historia, tanto social como sexual, que Robert Riskin apuntaló con un extraordinario guión a partir de un reportaje que leyó Capra en una revista.

Resumamos: Ellie Andrews / Claudette Colbert es la popular hija de un magnate que escapa del yate donde la tiene encerrada su padre (Walter Connolly) por haberse casado con alguien que él no aprueba ("es demasiado falso para ti"), el piloto King Westley / Jameson Thomas. Al llegar a la costa de Miami, Ellie coge un autobús camino de Nueva York donde le toca compartir asiento con Peter Warne / Clark Gable, un periodista fanfarrón y en paro en busca de una buena historia. Ambos llegan a un acuerdo: él no hará nada por cobrar la jugosa recompensa que ofrece el padre siempre que ella le dé la exlusiva de su loca aventura recorriendo la costa este del país para encontrarse con el hombre de quien ha sido apartada. De la desconfianza inicial al amor último habrá 3.000 kilómetros que recorrer, en autobús, a pie y en coche, cruzando ríos y campos, pasando hambre y sueño, entre vaivenes emocionales, echando mano de la picardía y el engaño, escapando a detectives y delatores, con el telón de fondo de un país hundido en la depresión económica y anímica (de ahí la importancia y la emoción de esa maravillosa escena musical en el autobús, tantas veces copiada después... la última por Cameron Crowe), tropezando con niños hambrientos, ladrones de poca monta, desconfiados propietarios de moteles... gente desesperada. Es una comedia romántica, pero también una road-movie y un drama social que, como siempre en Capra -más tarde rodaría sus otras obras maestras Qué bello es vivir, Caballero sin espada, Juan Nadie, etc.-, se pone del lado de los vencidos y los humillados, pero sin despreciar a los ricos y triunfadores. Su cine siempre simpatizó con la gente de espíritu libre y honesto.

Corazón y entrañas
A día de hoy, reconoceremos clichés que en su momento fueron todo lo contrario -la escena del auto-stop-, pero nos seguirá sorprendiendo por la picante sexualidad que respira la película, en diálogos y miradas, por la capacidad de seducción de los personajes y la franqueza de un guión perfectamente medido, que avanza a golpe de giros inesperados y convincentes, con especial mención al que concierne al padre de la novia, auténtico pulmón de la película (el corazón pertenece a Colbert y las entrañas son de Gable). A fin de cuentas, el final le dará la razón: Westley era demasiado falso para su hija. El gremio de los periodistas, sin duda la parte más imaginada, queda retratado con la entrañabilidad y maledicencia a la que acostumbraba el viejo Hollywood, aunque en comparación con Luna nueva (H. Hawks, 1940), aquí los periodistas parecen auténticos samaritanos.
Sucedió una noche fue un verdadero hito en su tiempo que recogió los cinco Oscars más importantes (hazaña que sólo han repetido Alguien voló sobre el nido del cuco y El silencio de los corderos). Su éxito tiene más mérito desde el momento en que nadie, ni la mismísima estrella de la película, ni el director de fotografía (¿cómo logró la magia de los destellos dorados en la escena del río?), confiaran demasiado en la idea original de Capra, que se vio obligado a rodar la película sin la excesiva complicidad de la Columbia, en apenas cuatro semanas, prácticamente sin decorados -lo que al final jugó en beneficio del realismo de la película- y soportando las continuas quejas de la Colbert, mimetizada con la joven caprichosa a la que daba vida. Dijo Capra que el rodaje sólo lo disfrutaron (y mucho) Clark Gable y él. Parece mentira.

Curiosidades
-El filme se rodó con un presupuesto de 325.000 dólares, de los cuales 50.000 se destinaron a pagar la participación de Claudette Colbert, que exigió el doble de su caché habitual.
-Existe un ‘remake’ confeso de la película, You Can’t Runaway from It (1956), dirigido por Dick Powell y protagonizado por Jack Lemmon y June Allyson.
-El papel de Ellie Andrews fue rechazado por Carole Lombard, Myrna Loy, Miriam Hopkins, Margaret Sullivan, Constance Bennett y Bette Davis.