Cine

Amos Gitai

“Urge la convivencia entre israelíes y palestinos”

27 abril, 2006 02:00

Amos Gitai. Foto: Carlos Espeso

Premiada en Cannes, Zona libre, de Amos Gitai, reflexiona desde un punto de vista femenino sobre el conflicto de Oriente Medio. Protagonizada por Natalie Portman, Hanna Laslo y Hiam Abbas, narra la difícil comunicación que establecen tres mujeres atadas a sus culturas y prejuicios. Entre otros temas, el cineasta israelí habla para El Cutural de la película y de sus esperanzas sobre el proceso de paz.

Conciso y cuidadoso con las palabras, Amos Gitai gasta la misma clase de seriedad que engrandecen sus películas. Convertido hoy en el cineasta más importante de Isreal, apreciado por Cannes y los circuitos más exquisitos del cine internacional, desde finales de los setenta ha dedicado el grueso de su filmografía (cerca de cuarenta largometrajes, entre documentales y películas de ficción) a reflexionar sobre el conflicto de Oriente Medio, a través de su pasado, del sentimiento de exilio y de la utopía de la paz.

Sobre ella vuelve en Zona libre, incierta y metafórica crónica de la convivencia forzada de tres mujeres (una palestina, una israelí y una americana) que incluso obligadas a establecer una comunicación, no logran llegar a un acuerdo. Natalie Portman es Rebecca, americana; Hanna Laslo es Hanna, isrealí (premio mejor actriz en Cannes), y Hiam Abbas es Leila, palestina. Distintas culturas, distintos idiomas (inglés, hebreo y árabe), distintos intereses y, sobre todo, muchas fronteras, tanto físicas como mentales, que romper.

-La película empieza con un inconsolable llanto de diez minutos. ¿Es así como se siente respecto al conflicto de Oriente Medio?
-Israelíes y palestinos sabemos que vivimos en la misma tierra, así que urge encontrar formas de convivencia. Si no queremos que el resto del mundo huya de nosotros, debemos encontrar la forma de relacionarnos.

-El personaje de Natalie Portman, Rebecca, es la observadora de la película. Como ciudadana americana asume el papel de la intervención de Estados Unidos en el conflicto. Al final, acaba huyendo...
-Sí, y las dos partes del conflicto, Hanna y Leila, se quedan discutiendo. Creo que si nosotros no resolvemos el conflicto, acabaremos aburriendo al resto del mundo, incluyendo a los americanos. Después empezaremos a aburrirnos a nosotros mismos, así que sugiero que tratemos de resolver nosotros mismos nuestras diferencias, que comprendamos que podemos estar en desacuerdo sin empezar una guerra. Podemos conservar nuestras diferencias culturales, nuestros idiomas, y estar en paz. Eso es lo que significa madurar. El mundo tiene otros problemas más importantes que resolver que nuestras disputas.

-Para los medios de comunicación, a veces parece que no...
-¿Sabe?... Los medios han hecho mucho daño en este conflicto. Noticia tras notica han visto las ventajas que sacan de nuestro sufrimiento, de nuestro dolor, de nuestras muertes, sin considerar nuestra posición.

-¿Y el cine? Usted que ha dedicado tanto celuloide al conflicto, ¿qué papel juega en el proceso de paz?
-Debemos ser honestos al respecto: el cine no va a cambiar la realidad, pero creo que tampoco debe hacer nada para empeorarla. Son los políticos los que tienen que hacer el trabajo para establecer la paz que todos deseamos. Lo único que los cineastas podemos hacer es sensibilizar al espectador, provocar y hacer reflexionar. Eso ya es suficiente.

En tierra de nadie
-Al principio del film hay un empleo abundante y complejo de imágenes sobrepuestas. ¿Quería expresar con ello el estado de Rebecca, alguien que no pertenece a ningún lugar y a todos al mismo tiempo?
-Exactamente. Al mismo tiempo he tratado de innovar el uso de los flashbacks. Cuando vamos en coche, generalmente simultaneamos las imágenes del paisaje con nuestros recuerdos, así que la idea era dar esta sensación de simultaneidad superponiendo varios estratos de imagen, fragmentos de recuerdos no sincronizados en una historia, hasta ocho a la vez. Creo que el resultado se acerca mucho a expresar esa tierra de nadie en la que se halla Rebecca, tanto emocional como físicamente.

-La trama transcurre casi por entera dentro de un coche, que podríamos decir que es el cuarto protagonista de la historia...
-El coche impone una cercanía entre los personajes que les obliga a entrar en contacto, porque de otro modo, seguramente no lo harían. Es la primera película israelí que ha recibido el apoyo de la Comisión Real de Cinematografía de Jordania para rodar en sus tierras. Yo les dije que no iba a hacer un retrato de los lugares turísticos de Jordania, ni cuadros de sus paisajes y puestas de sol, sino que iba a rodar sus autopistas, estaciones de servicio, parkings... es decir, instrumentos que conectaran territorios y que mostraran la actualidad del país, porque en el contexto del pasado cada uno se atrinchera en posiciones nacionalistas. El coche es el máximo instrumento de conexión en este sentido, tan real como metafórico. De ahí su enorme importancia.

-¿Existe la "zona libre" que aparece en la película?
-Absolutamente. Es un lugar al este de Jordania que es como una bolsa de libertad, un oasis en mitad del infierno. La primera vez que estuve allí, vi a palestinos, jordanos, egipcios, sirios, iraquíes, israelíes... todos juntos en armonía. Es un lugar sin aduanas ni impuestos donde van a comprar coches y donde entran en contacto sin filtros políticos, a través de actitudes cotidianas, contándose historias, intercambiando productos... Creo que este tipo de acercamientos son los primeros pasos y necesarios para la consecución de la paz.

-¿No pensó en ningún momento realizar un documental al respecto?
-En este caso, desde el principio tuve la convicción de que la ficción era el formato adecuado.

-Tras casi treinta años haciendo películas, ¿se siente más cómodo en el terreno de la ficción?
-Voy alternando ficción y documental, dependiendo... La verdad es que me siento cómodo en los dos formatos, y para esta historia decidí que la ficción era lo apropiado.

-El guión se ha ido pergeñando a medida que avanzaba la producción...
-Sí, podríamos decir que sí.

-¿Las actrices han improvisado sus diálogos?
-Yo no diría que han improvisado, porque eso significa que me he dedicado a poner la cámara delante mentras ellas inventaban. Teníamos un guión muy abierto sobre el que trabajamos hasta encontrar las fórmulas que funcionaran mejor para ellas y para mí. Así que no ha sido una improvisación completa.

Punto de vista femenino
-¿Por qué era tan importante para usted mostrar el punto de vista femenino del conflicto?
-Los hombres ya hemos hecho mucho daño. Los hombres son los políticos y los militares, con un montón de medallas y condecoraciones, pero también con muchas muertes a sus espaldas. Creo que ya va siendo hora de dar el poder a las mujeres, para que traigan un poco de humanidad al conflicto, reconciliación, comprensión y sentido común.

-Golda Meir fue jefe de Estado de Israel en un periodo sangriento...
-Bueno, tampoco he querido idealizar a las mujeres. También son capaces de matar. Pero creo que hoy en día las mujeres son las agentes del cambio, por el lugar que ocupan en la sociedad, porque todavía deben enfrentarse a actitudes sexistas.

-Me gustaría saber su opinión sobre Munich, de Spielberg...
-Me gusta mucho Spielberg y me parece justo que haga su propia película sobre lo que siente respecto a Oriente Medio. No me gustan todas sus películas, claro, y respecto a Munich tengo mis reservas sobre el principio y el final de la película, pero en general creo que es un buen thriller político, muy bien dirigido.