Cine

Animadrid

El festival de cine de animación madrileño consolida su proyección internacional

28 septiembre, 2006 02:00

Guide dog, de Bill Plympton

A estas alturas ya no puede negársele al cine de animación ni el respeto ni la dignidad que merece. Aceptada por los grandes festivales de cine y empleada por prestigiosos cineastas, la animación no sólo se ha convertido en una herramienta esencial para el cine que fabrica Hollywood, sino en el formato más abierto a la experimentación y a la creación de nuevas formas. De su presencia cada vez mayor en las pantallas mundiales y de su innegable alcance artístico da cuenta a partir del 28 de septiembre Animadrid, que en su séptima edición trae a España lo mejor de la imagen animada del mundo.

La animación es tan profunda, interesante y lícita como el resto del cine que se hace, pero aún le falta aceptación intelectual", asegura Pedro Medina. Uno de sus trabajos como director de Animadrid es precisamente el de facilitar la aceptación de un formato cinematográfico que "la mayoría de la gente todavía asocia al cine para niños".

Afortunadamente, algunos movimientos por parte de festivales y autores de renombre han roto una lanza en los últimos años en favor de la imagen animada. Cannes incluyó en su Sección Oficial de hace dos años una película manga de Oshii Mamoru y la segunda parte de Shrek, mientras que Berlín no sólo programó, sino que se adelantó a Cannes concediendo su Oso de Oro de 2002 a El viaje de Chihiro. Por otra parte, es invalorable lo que Tim Burton y en especial su novia cadáver han hecho por popularizar esa otra animación que no sólo se fabrica en Disney-Pixar. Otros cineastas norteamericanos como Quentin Tarantino (incluyendo fragmentos anime en Kill Bill) o Richard Linklater (con las sublimes Waking Life y Scanner Darkly) también se han visto atraídos por las figuras animadas como genuina forma de expresión. ¿Y quién puede negarle su importancia como herramienta esencial del cine que se fabrica en Hollywood, de Spiderman a Superman Returns? Pese a quien pese, la imagen representada no exige exclusivamente de la carne y el hueso para contar todo tipo de historias (adultas) o para fabricar todo un abanico de emociones (adultas).

Alcanzada su séptima edición, que comienza mañana, el certamen de Animadrid (sito en Pozuelo de Alarcón) se ha propuesto dar todavía más carácter internacional a su cita y destapar el velo de esas producciones de animación que aún no alcanzan las salas comerciales. "Hemos procurado que no se nos escape nada de lo esencial que se ha producido este último año en el mundo -explica Medina-. Creo que hemos conseguido reunir lo mejor de la animación actual". Esta amplia selección cabe no sólo en las tres categorías que conforman la sección competitiva (largometrajes, cortometrajes y televisión), sino en una sección informativa que este año tiene como país invitado a Brasil y que además abre sus ventanas a la producción del cine de animación sub-sahariano. El certamen se permite también rendir homenaje a dos autores extranjeros imprescindibles en el lenguaje de la animación, el ruso Garri Bardin y el japonés Satoshi Kon, así como al español Pablo Llorens. Pero mejor será avanzar paso a paso.

La categoría estrella es la del cortometraje (no en vano se reparten 26.000 euros en premios), pues debido a sus bajas expectativas comerciales, son aún pocos los largometrajes que se producen. En todo caso, compiten este año seis largos de cuyas procedencias queda manifiesta la preponderancia asiática (dos de Japón y uno de Tailandia) y entre los que se encuentra el español Olentzero y el tronco mágico, de Juanjo Elordi. Podrían haberse incluido algunos largos más, pero, como señala Medina, "a estas alturas no tiene sentido seleccionar una película de Disney".

Equilibrio y variedad
De las 431 obras de corta duración recibidas, el certamen ha seleccionado finalmente 62, procurando en todo momento que haya un equilibro entre lo experimental y lo popular, buscando la variedad técnica y temática. "Hay mucha gente que aún piensa que la animación son dibujos animados, pero las posibilidades son inmensas -explica el director del certamen-. Los animadores se estrujan la cabeza para sorprendernos, aunque nosotros preferimos que nos seduzcan tanto las formas como los contenidos". Así, podrán verse propuestas tan distintas como un video-clip de Ojos de Brujo realizado en la India por estudiantes de animación, o la pieza que se hizo con el Oso de Plata en 2003 (Zlydni, del ucraniano Stpean Koval), asó como el corto premiado en Cannes Guide Dog, del norteamericano Bill Plympton.

Por parte española, aspiran siete cortometrajes (Cirugía, de Alberto González Vázquez; Hiroshima, de José María Molina; El viaje de Said, de Coke Riobóo; Manolo Marca Registrada, de César Esteban Alenda; Qué me pongo, de Eva Fernández y Sergioi Catá, y Valle Paraíso, de Eduardo Martín), aparte de una coproducción hispano-iraní y otra hispano-indú, esta última, Quien engaña no gana, firmada por nada menos que ocho directores. Hay asimismo una presencia importante de trabajos procedentes de la República Checa y de Francia -"porque allí hay varias escuelas importantes de animación", señala Medina-, si bien la representación internacional es tan amplia como diversa, incluyendo cortos de Canadá, Rusia, Corea, Suecia, Letonia, Noruega, Argentina, Australia, Ucrania...

La frescura brasileña
En en el año en que el certamen detiene su mirada en la cinematografía brasileña de animación, según Medina "fresca en todos los sentidos, porque es descarada, audaz y divertida", se proyectará una retrospectiva histórica que cubre lo mejor de la animación hecha en Brasil desde su nacimiento hasta nuestros días, incluyendo el corto Meow, con el que Marcos Magalhes (que ejercerá de jurado en la sección oficial) obtuvo la Palma de Oro en Cannes, o El Macho, dirigido por Ennio Torresan y ganador en el Festival de Animación de Annecy.

Animadrid puede sentirse orgullo de haber traído a sus escenarios a lo largo de sus seis años de existencia a artistas fundamentales de la imagen animada como Ray Harryhausen, Raoul Servais, Alexandra Korejwo, Oscar Grillo o Guido Manuli, y este año continúa en su labor tributaria ofreciendo sendos homanajes a Garri Bardin y Satoshi Kon. El director ruso destaca en el panorama de la animación por la originalidad de sus técnicas y materiales, pero también por el sentido del humor y la destreza narrativa presente en sus obras, algunas de las cuales, como Choo-choo, Konflikt o Break!, podrán verse en la retrospectiva que le dedica Animadrid.

El japonés Satoshi Kon, por su parte, también viajará a Madrid para presentar su obra y recibir un homenaje del festival. El autor nipón ha conjugado su carrera en el audiovisual, corta pero intensa, con su trabajo como mangaka (dibujante de cómic). Colaborador habitual del creador de Akira, Katsuhiro Otomo, realizó en 1997 su primera película para la gran pantalla, Perfect Blue, a las que siguieron los largometrajes Millennium Actress y Tokyo Godfathers, que podrán verse en el marco del festival madrileño.

Mirada social
No acaba aquí el menú que ha preparado Pedro Medina con su equipo de colaborades. Como novedad en esta edición, han incorporado la sección "Una ventana al desarrollo", en la que se comprometen cada año a traer a las pantallas de Animadrid la filmografía de países o zonas geográficas deprimidas donde la animación es casi inexistente. En este primer acercamiento han elegido la áfrica negra, con una animación basada en la tradición oral y con una fuerta carga social. "De esto modo -sostiene Medina- podemos hacernos eco de los temblores políticos y sacudidas sociales que experimentan estas partes del mundo". Entre los autores más importantes cuyas obras estarán presentes en esta seccion destaca Moustapha Alassen, primer realziador de animación africano y alumno del importante documentalista francés Jean Rouch. La animación canaria (con Damián Perea al frente) y ciclos dedicados a la animación en la publicidad y en Internet completan el programa.

Si bien es el deseo del festival romper con la tradicional asociación cine de animación / cine para niños, su sentido común también vela por los más pequeños y contempla en su programación secciones y actividades pensadas exclusivamente para ellos. Una arista más en la amplia programación de un festival pensado y organizado "para que la gente se acerque a él sin prejuicios", concluye Pedro Medina esperanzado.

Pablo Llorens, un referente

Ironiza Pedro Medina sobre la "explotación laboral" que este año ha practicado Animadrid con el artista Pablo Llorens (Alcoy, 1967). Referente internacional en la técnica de animación con plastilina, no sólo ha diseñado el cartel del festival sino que, dentro del conjunto de actividades organizadas para homenajearle, se encuentran la presentación del libro Plastilina cerebral (escrito por Borja Crespo), un taller de plastilina que él mismo impartirá, una amplia exposición de las maquetas utilizadas en sus obras y la proyección de gran parte de su trabajo. Realizador de video-clips, spots publicitarios, cortometrajes o series de televisión, es el director del primer largometraje español realizado exclusivamente con figuras de plastilina, Juego de niños (1991). Entre sus trabajos más reconocible se encuentra la campaña para el euro que realizó para la televisión, así como los dos cortometrajes que le valieron sendos premios Goya, Caracol, col, col y El enigma del chico croqueta.