Tristan Shandy: a cock & bull story
Director: Michael Winterbottom.
22 marzo, 2007 01:00Steve Coogan en un momento de la película.
La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, publicada por entregas entre 1760 y 1767, es no sólo la obra cumbre de su autor, Laurence Sterne (1713-1768), sino también una de las novelas más singulares de la historia de la literatura. Obra post-modernista avant la lettre, como explica uno de los personajes del filme de Winterbottom, se trata de una magistral sátira enciclopédica, llena del humor libertino y jugoso del siglo de la Ilustración, pero, sobre todo, escrita con un estilo caótico, desenfadado y asincrónico, que vulnera por completo la tradición novelística clásica, deconstruyendo la narración constantemente, en base a una infinita sucesión de digresiones que impiden avanzar al lector, al narrador y a los personajes, tras cientos de páginas, más allá del comienzo de las mismas: el nacimiento del propio Tristram Shandy. Sterne, admirador de Cervantes y El Quijote, pero quizá más cerca del grosero a la vez que erudito Rabelais -sacerdote como él y como el gran Jonathan Swift- legó a la posteridad una novela que siempre se ha considerado completamente inadaptable al cine.Por eso, Winterbottom y su guionista habitual, Frank Cottrell Boyce, nos ofrecen algo más -y algo menos- que una "simple adaptación" del libro, cosa que, como muestra el primer cuarto del filme, también sería quizá posible… Nos ofrecen una apropiación del método, el estilo y la intención de la obra de Sterne, aplicada al medio cinematográfico. Un juguete ideal, que al tiempo que sigue con sorprendente fidelidad algunos de los fragmentos más significativos y sabrosos de la novela, se convierte en paráfrasis del texto original, arremetiendo contra la esencia misma de la narrativa cinematográfica, al transformarse en ejemplo delirante de ese "cine dentro del cine" que, como bien sabe Winterbottom, tiene sus máximos exponentes en el 8 1/2 de Fellini y La noche americana de Truffaut, referencias omnipresentes a lo largo del filme.
Guiños constantes y pastiches musicales, entradas y salidas del texto fílmico y literario, agujereado como un queso, cameos improbables y constantes gestos autorreferenciales, marcan con ritmo alegre y despreocupado el devenir de esta sátira bienintencionada, que, ante todo, es fiel al alegre espíritu humanista de su autor. Auténtica historia interminable, como lo es la vida del nonato Tristram Shandy, los guiños culteranos se suceden con divertida profusión de enredos personales, para satisfacción del espectador más snob (en el más noble sentido de la palabra, tantas veces injustamente menospreciada). Desde las citas a Bresson y Fassbinder, pasando por actores que se interpretan a sí mismos interpretando a los personajes principales, por el erudito comentario de texto de Stephen Fry o por el empleo de música de Michael Nyman para los "momentos Greenaway" y de Nino Rota para los más "fellinianos", todo funciona sin caer en la pedantería o, mejor aún, con pedantería elegante y cómplice. Antes de que surja la comparación con Looking for Richard, los protagonistas se despiden riéndose de Al Pacino e imitándole sin piedad durante los créditos finales.
Ejercicio de estilo y forma, lección de adaptación literaria de una obra imposible de adaptar, chusca comedia metacinematográfica, Aterriza como puedas o Scary Movie culterano, virtuoso espectáculo de actores, con dos impecables Steve Coogan y Rob Brydon en los papeles principales, este Tristram Shandy sorprende sobre todo porque demuestra que Winterbottom, el angry young man de la Inglaterra lacia y tristona de los 90, también sabe divertirse con un alegre humor juguetón... Aunque, para ello, deba huir al espíritu burlón del ilustrado Siglo de las Luces.