Image: Juan Carlos Fresnadillo, director de 28 semanas después

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Cine

Juan Carlos Fresnadillo, director de 28 semanas después

“El infierno surge de las propias emociones”

28 junio, 2007 02:00

Juan Carlos Fresnadillo

Seis años después del Goya al Mejor Director Revelación por Intacto, Fresnadillo ha saltado a la superproducción internacional con éxito de público y crítica en Estados Unidos. Lo hace con 28 semanas después, un thriller con elementos gore que retoma la trama de 28 días después para contarnos la historia de una familia acosada por un virus devastador que provoca en sus portadores una rabia asesina. Se trata de un logrado intento de introducir elementos de autor en el género de horror a partir de una reflexión sobre el odio.

éxito rotundo para Juan Carlos Fresnadillo en su debut hollywoodiense. 28 semanas después no sólo escaló hasta el número dos de la taquilla deEstados Unidos, también logró arrancar encendidos elogios de la crítica. Una combinación menos frecuente de lo que debiera y que sitúa a Fresnadillo en el selecto grupo de cineastas españoles con proyección internacional. A priori, el encargo del director y productor de la película original, Danny Boyle (Trainspotting, Sunshine) y Andrew McDonald, respectivamente, podía parecer un caramelo envenado. No en vano, 28 días después fue uno de los grandes éxitos económicos de 2003, además de granjearse el fervor de los aficionados. Sin embargo, Fresnadillo decidió aceptar tras corroborar que ambos confiaban plenamente en su buen hacer: "Mi primera reacción fue de sorpresa. Una historia tan inglesa, tan arraigada en un paisaje británico, con Londres como ciudad y personaje. Me preguntaba qué pintaba un director español en este proyecto y me fui a Gran Bretaña para conocer a Boyle y los productores. Me convencieron con unas condiciones inmejorables, ya que me aseguraron total libertad para hacer el filme que quisiera. Danny en eso fue muy generoso porque incluso me dijo que me olvidara de la primera parte. Cosa que hice".

De pronto, Fresnadillo se vio en la tesitura de continuar una historia que no había inventado él en una industria que le resultaba lejana. Convencido de que 28 días después es una de las mejores películas de terror de los últimos años, quería mantenerse fiel a algunos elementos que la habían convertido en un gran éxito, pero aún necesitaba un hilo del que tirar. La inspiración le llegó leyendo a Séneca: "Cuando me propusieron este proyecto medité sobre el centro de lo que quería contar y me di cuenta de que el motor de la historia era la rabia. Leyendo un libro de Séneca, Sobre la ira, me encontré con una descripción de Aristóteles que me subyugó. El filósofo griego la definía como "la devolución del dolor que hemos sufrido". Lo cual la convertía en uno de los sentimientos más poderosos, destructivos y humanos que existen. Según este planteamiento, la rabia es casi una liberación, una catarsis con la que todos nos podemos sentir identificados en el momento oportuno. A partir de aquí, no quise aplicar este concepto a lo más obvio, que son los infectados por el virus, sino a cada uno de los personajes. La rabia es un elemento que está presente en casi todas las decisiones que toman los protagonistas. En este sentido, el infierno que plantea la película surge de las propias emociones".

Violencia ritual. Siguiendo con los clásicos, Fresnadillo parece inspirarse también en otro aforismo, en este caso de Hobbes: "El hombre es un lobo para el hombre". No en vano, 28 semanas después es una película de una violencia extrema, en algunas ocasiones incluso difícil de soportar, en la que los seres humanos se convierten en el arma más letal, una máquina de odio multiplicado por el miedo, la cobardía y el hecho de saberse masa. Una paranoia colectiva convertida en una agresividad sin límites que ya retrató magistralmente Arthur Penn en La jauría humana (1966), filme con Marlon Brando y Robert Redford que exploraba los mecanismos de autodefensa delirante que pueden desarrollar los colectivos humanos cuando se sienten acosados. Toda una metáfora sobre el peligro inherente a todo aquel que sea "diferente", que se convierte en una bomba de relojería cuando a esa alteridad se le añade una enfermedad como la "rabia" retratada en la película. Porque en 28 semanas después no hay ningún médico como el Bernard Rieux de La peste de Camus (y cuando lo hay, es instrumental), en quien la plaga despierta la bondad y la solidaridad. En el juego de equivalencias planteado por el escritor francés, sale ganando el modelo miserable de Cottard, el preso al que la desgracia ajena no afecta.

Desde un punto de vista moral, la impresión que queda en el espectador es la de un profundo pesimismo respecto a la naturaleza humana. Formalmente se traduce en una estética realista en la que la fotografía con grano y la ausencia de brillo remiten directamente a las películas de los años 70, muy particularmente Peckinpah (el cineasta más influyente para la nueva generación de cineastas españoles, ahí están el Bosque de sombras de Koldo Serra o Bajo las estrellas de Félix Viscarret) además de filmes de culto de terror de esa década como La matanza de Texas, en la que los artificios brillan por su ausencia. "No quería que hubiera más efectos especiales de los estrictamente necesarios -explica Fresnadillo-. El elemento espectacular queda introducido por esas vistas de un Londres abandonado y solitario, unas imágenes que además tienen una gran belleza. La idea era que el espectador viera una historia que pudiera creerse, que sintiera el sudor de los protagonistas al correr y escuchara sus jadeos como si estuviera con ellos. Cuanto más realista, más terrorífico".

El resultado recuerda a una película reciente, The Host, la obra maestra de Bong Joon Ho. Allí también había un virus mortal y unas víctimas que sufrían por partida doble, ya que después de enfrentarse al monstruo debían hacerlo a la sociedad que en teoría debía protegerlas. Sin embargo, mientras el filme coreano planteaba una metáfora política del mundo posterior al 11-S, Fresnadillo ha preferido centrarse en lo que hay en los seres humanos de inmutable: "Hay elementos que recuerdan a la situación generada después de los atentados en Nueva York. En el filme queda reflejado ese clima de terror, hay escenas con los soldados o relativas a las medidas de seguridad que están directamente inspiradas en lo que hemos visto en los telediarios. Pero yo no quería tanto crear una alegoría sobre la situación actual como reflexionar sobre el lado oscuro de las personas. Hablaba antes de la rabia, también es importante la necesidad que tenemos por el control. Vemos a un ejército que está obsesionado con regularlo todo, pero se olvidan de que los individuos jamás podrán ser dominados completamente porque siempre surgen los sentimientos, y eso es impredecible". En este aspecto es en el que la trama se revela menos exitosa. Aunque se entiende la brutal crítica a las fuerzas armadas estadounidenses (que en el mejor de los casos parecen ineptas y en el peor de una maldad demoníaca) no se acaba de entender lo endeble de las medidas de protección: "Hemos sido escrupulosamente fieles a la realidad. Todo lo que sucede, es plausible", afirma Fresnadillo. Quizá tenía razón Hitchcock cuando decía que "ahí vienen los de la credibilidad" en tono despectivo. El que seguro que se revuelve en la tumba es Rosseau, vista 28 semanas después, su teoría de la"bondad natural" parce una monumental ingenuidad.

Españoles en Hollywood

El salto de Fresnadillo a la cinematografía más competitiva y poderosa del mundo tiene pocos precedentes. El paso de Buñuel o Edgar Neville por Hollywood no fue más que anecdótico. Por ello, aunque 28 semanas después es un filme modesto para los cánones de la gran industria (entre 20 y 30 millones de dólares) y está producido por británicos, es la película extranjera dirigida por un español con mayor proyección comercial internacional de la historia ya que detrás está la maquinaria de un gran estudio como Fox. Es curioso que actores como Penélope Cruz, Antonio Banderas o Javier Bardem (que se la juegan en pantalla con su inglés) hayan probado suerte en la Meca del cine, mientras directores como Almodóvar o Amenábar, que tienen el campo abierto, se resistan. Así las cosas, hay dos cineastas patrios trabajando en Los ángeles, y ninguno sobresale. Una es Luna, una directora con ínfulas de modernidad cuyos dos últimos dislates (Yo, puta, con Denise Richards y Moscow Zero, con Mark Wahlberg) no han funcionado ni artística ni comercialmente. El catalán Jaume Collet Serra, por su parte, estrenó Casa de cera (2005), película de terror conocida por la participación de Paris Hilton, y Gol 2, olvidable producción sobre el mundo del fútbol. El siguiente será Daniel Calparsoro con Incident at Sant Asylum.