Revolución en la comedia made in U.S.A
Apatow y Mottola, cara cara ante el nuevo rumbo del género
18 octubre, 2007 02:00A la izda. Judd Apatow (LÍo embarazoso), a la dcha. Greg Mottola (Super salidos)
Desde hace una década, algunos cineastas están reinventando la comedia con filmes jocosos con trasfondo dramático. El Cultural habló con dos muy relevantes, Greg Mottola y Judd Apatow, quienes presentan sus nuevos trabajos. El primero estrena mañana, con el desafortunado título Super Salidos, una historia sobre la adolescencia y el segundo, el 31 de octubre, Lío embarazoso, con la crisis de los 30 años como telón de fondo.
De esta manera, la película de Apatow se esconde detrás de una falsa apariencia de comedia romántica al uso cuando en realidad es un ácido retrato de ese momento que normalmente llega a los 30 años en el que uno (o una) no tiene más remedio que tomar algunas decisiones "importantes" además de una tan sutil como demoledora crítica a una sociedad soterradamente machista en la que las relaciones personales son meros intercambios basados en factores como la belleza o la posición social. La película de Mottola, producida por el primero, es una ambigua historia de iniciación, con un halo a ratos casi trágico, en el que se refleja otra despedida, la que se produce al abandonar el instituto y atisbar la vida adulta. "Durante mucho tiempo nadie quería producir Súper Salidos porque iba a tener una calificación de mayores para 18 años -explica Mottola- lo que para los estudios es alarmante. A mí eso no me preocupaba porque sabía muy bien que en realidad es la vida la que es para mayores de 18 años. Otro problema es que decían que los protagonistas no eran lo suficientemente sexies. El problema es que la mayoría de comedias con adolescentes no reflejan la realidad porque el sistema no se lo permite. Así que los directores optan por escribir una fantasía sobre esa época".
Bajo el síndrome de Peter Pan. De hecho, ambos filmes tienen tienen muchísimo en común al adoptar de forma ejemplar las constantes de un fenómeno ya conocido como "nueva comedia estadounidense", una batería de produc- ciones en las que lo patético y lo sublime se dan de la mano y que están cambiando por completo la faz del que quizá es el género favorito del público. Surge así un nuevo tipo de películas muy ligadas a un origen televisivo (la mayoría de sus directores se han curtido en el medio así como sus actores más emblemáticos) protagonizadas por una pandilla de "perdedores" cuya sensibilidad les convierte en el espejo de una realidad decepcionante. Se produce un desajuste brutal que perfectamente podría solucionarse con una tragedia.
Por eso, son comedias dramáticas o dramas disfrazados de comedia. "Para los personajes puede parecer un día normal, en el que las expectativas no son demasiado altas -explica Mottola- Sin embargo, a esa edad las cosas se perciben de forma distinta y aquello puede acabar convirtiéndose en la noche más importante de sus vidas. Y el hecho de que ambos amigos vayan a ir a diferentes universidades lo sienten como una gran pérdida. No queríamos hacer una historia tierna sobre la amistad, sino poner un poco de dulce amargura en todo ello. Si vamos a explicar una historia como ésta, ¿por qué no insuflar un poco de sentimiento, algo de emoción?".
El protagonista de Lío embarazoso, por su parte, Ben Stone (interpretado por Seth Rogen, quien a su vez firma el guión de Súper Salidos) es un chico que, recién cumplidos los 30 se comporta como un veinmteañero ocioso. Una noche liga con Alison (Katherine Heigl, famosa por Anatomía de Grey), una presentadora de televisión remilgada con la que aparentemente no tiene nada que ver. Ocho semanas después de ese escarceo sexual, Alison llama a Ben para decirle que está embarazada, que quiere tener el niño y que podrían intentar funcionar como pareja por el bien del bebé.
Más allá de la clásica confrontación entre personajes dispares (el zascandil cuartelario y la pulcra pizpireta), Lío embarazoso acaba encontrando ese "corazón" al que se refería su creador en la delizadeza con la que exponen tanto los prejuicios y sentimientos que unen y desunen a la pareja como la inteligencia con la que se aborda el "peter panismo" del protagonista. Todo ello, con diálogos brillantes. "Mis ‘héroes’ son chavales de buen corazón que no quieren crecer. Son egoístas porque viven en mundos cerrados adolescentes que han creado para sí mismos. En cada una de mis películas, el discurso moral, si quiere aceptar el concepto, es que hay que crecer y mejorar como ser humano. El geek debe dejar aflorar al mench (palabra en yiddish que significa "alguien a quien uno quisiera como amigo"). Y en cuanto a otras acusaciones, se ha denunciado a mis filmes como misóginos, ¡cuándo son todo lo contrario! Las heroínas son más inteligentes y centradas".
No es casual que Apatow y Mottola se conocieran cuando el primero producía la serie de televisión Freaks and Geeks (la palabra freak, raro, es ya popular en España, la segunda se refiere a esos adolescentes que se pasan la vida delante del ordenador). Esta serie, que con los años ha adquirido un estatus de culto para su legión de seguidores, sólo aguantó una temporada en antena (1999-2000). Un mal síntoma que afortunadamente no fue una profecía.
La factoría Apatow. Tampoco funcionó en taquilla la película que se considera pionera de la nueva comedia estadouni- dense, Un loco a domicilio, producida por Apatow y dirigida por Ben Stiller. Fue el primer patinazo de un entonces triunfante Jim Carrey. "He aprendido más de mis fracasos que de mis éxitos. De hecho, no voy a negar que sufrí lo indecible cuando aquellos proyectos no terminaron de arrancar. Quizá no tenía la suficiente coraza.
Con el tiempo, he podido contratar a todos mis colaboradores de aquellas series para mis proyectos: Jake Kasdan, Seth, Greg Mottola, James Franco… Trabajan en sus propias ideas en mi ‘taller Apatow’ con total libertad. Hay derrotas que concluyen en victorias de forma inesperada".
Mottola, por su parte, también tuvo una experiencia no del todo positiva con aquella pionera Freaks and Geeks: "Me reuní con Judd para estudiar la posibilidad de que yo dirigiera un par de capítulos. Cuando estábamos a punto de comenzar di marcha atrás porque Columbia finalmente aceptó financiar mi segunda película después de Daytrippers (1998). Al final el proyecto nunca salió porque, al parecer, el argumento les recordaba a un reciente lanzamiento de Sandra Bullock", explica con pesar. Pero la mecha estaba encedida. Aquellos dos hombres estaban condenados a entenderse, y fue de gran ayuda que Apatow, como uno de esos personajes marginados que adora que de repente terminan por conquistar a la chica contra todo pronóstico y se imponen a pesar, o gracias a, todas sus rarezas de repente se hizo famoso y rico con Virgen a los 40, uno de los éxitos más insólitos de la década. Su buen olfato quedó rubricado este verano con Lío embarazoso, y el cineasta hoy puede alardear de haber sido nombrado por The New York Times "el jefazo de la nueva comedia": "Me viene un poco grande ese honor ¡Aun no he cumplido los 40!".
Más en serio, puede hablarse ya de una factoría Apatow. Un pequeño imperio construido por un hombre que conoce bien Hollwyood y sabe que lo mejor es no desaprovechar el momento. Una factoría que está facilitando el acceso al celuloide de muchos directores surgidos de la televisión. Surgen proyectos como Walk Hard: The Dewey Coz Story, de Jake Kasdan (otro rescatado de Freaks and Geeks), una parodia sobre el mundo del rock y sus excesos, Pineapple Express, de David Gordon Green con un nuevo guión de Seth Rogen y Evan Goldberg, sobre dos fumadores de marihuana que son testigos involuntarios de un delito cometido por la policía; o Drillbit Taylor, de Steven Brill (actor en Lío embarazoso y ex director de telefilmes), en la que dos adolescentes contratan a un guardaespaldas de bajo coste para que los proteja de los matones de su instituto. "Podemos hablar de un ‘toque Apatow’ si nos referimos a comedias que están más sustentadas en la historia que en los personajes. Historias que se escriben sin seguir normas de estudios o tendencias. Está ese famoso toque que surge de la búsqueda del humor en situaciones inéditas o inesperadas. En estas comedias, se buscan actores frescos que aporten su propio delirio y visión. Son películas de bajo presupuesto que nunca superan los 30 ó 35 millones de dólares. En Apatow Productions con los 200 millones de una megaproducción de Hollywood hacemos 11 comedias. Y recaudamos lo suficiente para hacer otras tantas 11, poniendo el presupuesto al servicio de actores, guionistas y directores, a los que se facilita que lleven a cabo su visión".
La primera colaboración efectiva entre Apatow y Mottola fue anterior a Súper Salidos. Desalentado por la escasa resonancia de Daytrippers (película difícil de ver que fue un succes d’estime en los circuitos indies), Mottola, como la mayoría de miembros de su generación, se refugió en la muy creativa y fecunda televisión estadounidense de la última década. Allí se reencontró con su sosias en Undeclared, otra telecomedia producida por Apatow, esta vez ambientada en el campus de una Universidad. Un nuevo ejercicio de incorrección política que sólo aguantó otra temporada en antena (2001). Fueron los inicios de dos cineastas que están llamados, cada uno a su manera, a dar nueva vida a un género como el de la comedia, cuya capacidad vitriólica es esencial en cualquier sociedad. Antes, incluso pasaron por esos night clubs en los que se practica la "stand up comedy", esos monólogos que sirven como introducción para cualquier cómico estadounidense. Principios duros para una generación que por fin brilla a la altura que merece.
Dignos herederos de los 70
En los 90, la comedia estadounidense era un abismo. Actores como Steve Martin, Eddie Murphy, Chevy Chase o Leslie Nielsen repetían sus personajes de los años 80. La comedia seria era algo de los 70. Entonces Hal Ashby, Albert Brooks o John Cassavetes sentaron cátedra alterando las formas del género para que derivara en algo dramático (y viceversa). Los nuevos comediantes aprenderían mucho de ellos: sus primeros rasgos vendrían de ese extrañamiento de los 70 pasado por el filtro de las comedias universitarias de John Landis y los absurdos becketianos de Harold Ramis. Mientras para Eddie Murphy y Steve Martin sus referentes eran ellos mismos, para los nuevos comediantes son Harold y Maud (1981, Hal Ashby), Como en la vida real (1979, Albert Brooks), El rey de la comedia (1983, Martin Scorsese) y Atrapado en el tiempo (1993, Harold Ramis). Aunque Bienvenido a la casa de muñecas (1995) de Todd Solondz se le adelantaría en un año, el punto de partida es Un loco a domicilio (1996), dirigida por Ben Stiller y producida por Judd Apatow. El filme stableció los parámetros formales de la nueva ola: la marginalidad de los protagonistas, el baile intergenérico -de la comedia al thriller psicológico, de éste al cuerpo dramático-, así como la renuncia al naturalismo. A priori, los universos de Wes Anderson, Alexander Payne, Todd Solondz, Michel Gondry, Christopher Guest, Terry Zwigoff, Jared Hess, Gregg Mottola o Apatow son inintercambiables. Superficialmente, hay mucha distancia entre la agresividad descriptiva de Happiness (1998, Todd Solondz) del cinismo representativo de Very important perros (2000, Christopher Guest); entre la calculada y marciana puesta en escena de Los Tenenbaum (2001, Wes Anderson) y la estilización wellesiana de Boogie Nights (1997, P.T. Anderson); que nada tienen que ver con los freaks de Napoleon Dynamite (2004, Jared Hess). Sin embargo, siempre encontramos a personajes cuyo patetismo no viene de la mirada del realizador, sino por la existente dentro del filme tomando el punto de vista de lo comúnmente aceptable. Construyen comedias a partir de elementos dramáticos: divorcios, enfermedades, psicopatías, drogadicción, alcoholismo, muerte… la ética del chiste queda tergiversada, fascinación y repulsión se fusionan sin que quede claro cuando reír o incluso si debe existir dicha risa. El realizador se introduce en la narración para potenciar la comunión con los personajes. La sonrisa se congela, las ilusiones de estos inadaptados devienen en necesidades básicas para cualquiera capaz de emocionarse. por Alejandro G. Calvo