Image: Sam Raimi

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Cine

Sam Raimi

"En EEUU está de moda ser sofisticado"

24 julio, 2009 02:00

Sam Raimi

Después de tres filmes de Spider-Man, Sam Raimi regresa al terror que cultivó con gran éxito en los 80 con Arrástrame al infierno. El director explota y parodia los clichés del género para crear una sátira sobre la codicia a partir de la odisea de una empleada de banca víctima de una maldición. Raimi explica a El Cultural su vuelta a las raíces.

Mientras prepara la cuarta parte de Spider-Man (proyecto por el que su asistente advierte antes de la entrevista que no va a contestar ninguna pregunta), Sam Raimi estrena el próximo viernes 31 Arrástrame al infierno, su regreso a las raíces de los 80, cuando triunfó con Posesión infernal. En su nuevo filme, que llega a España el próximo viernes 31, Alison Lohman se convierte en un trasunto de Bridget Jones que además de luchar contra las calorías y por mantener a su novio también debe enfrentarse a una maldición gitana que la somete a crueles padecimientos. El filme recupera al Raimi más gamberro y trash tras una larga etapa culminada con su trilogía sobre el Hombre Araña en la que nadie comenzó a dudar de su talento (la segunda parte de las aventuras del Hombre Araña sigue siendo de lo más inspirado de su filmografía) pero se impuso la idea de que se había dejado seducir por Hollywood perdiendo si no su chispa sí su espíritu guerrillero y underground.

-¿Concibió esta película como un regreso al origen?
- Sentía la necesidad de rodar una producción de género puro y duro. Quería recuperar esa forma de hacer películas en la que uno busca, sobre todo, mantener en tensión a la audiencia usando todo tipo de recursos para sorprenderlos. Asimismo, quería añadir a esa fórmula cosas que he aprendido en la última etapa de mi filmografía como el obtener mejores interpretaciones. Creo que Arrástrame al infierno tiene un personaje central mejor dibujado que los que hacía en los 80.

- De todos modos construye la historia una anécdota muy simple e identificable.
- Parto de un un esquema narrativo tan sencillo y reconocible como una fábula moral sobre la codicia. La protagonista quiere ser buena persona pero se deja vencer por la avaricia y actúa mal. El terror es el género más marcado que existe, quizá junto a los filmes de samuráis y el western, y es bueno que el conflicto esencial sea uno de sus tópicos. El público cuenta con ellos y hay que ofrecérselos.

- Esos clichés también pueden dar una sensación de falta de imaginación.
- Del mismo modo que sé que el público quiere ver determinadas cosas en una película de terror también creo que espera que haya una evolución. No tiene sentido hacer una película ahora como en los 80. Al público de hoy hay que explicarle menos las cosas y agradece que seas poco evidente, que sepas ocultar claves. Hay cambios respecto al modelo arquetípico. Por ejemplo, la villana, esa vieja que lanza la maldición a la protagonista, en los años 80 hubiera sido una mala de libro, sin aristas. Aquí sigue teniendo los dientes torcidos o un ojo de cristal, pero también es alguien con quien podemos simpatizar.

En 1981, Posesión Infernal (The Evil Dead) inauguraba la década marcando un patrón copiado hasta la saciedad que su propio director, Sam Raimi, desarrollaría en sus dos secuelas y otros filmes como Ola de crímenes, ola de risas. Un estilo basado en el rescate de la tradición del terror de serie B de los años 50 (el mismo que homenajearon Tarantino y Robert Rodríguez en la reciente Grindhouse), la sobredosis de hemoglobina (heredera de La matanza de Texas), un tono hiperbólicamente camp combinado con un humor negro descarnado y víctimas juveniles que añaden un plus de carne fresca. Raimi se convirtió en seguida en un ídolo de los aficionados al terror con la ventaja de que la crítica sesuda aplaudía su gamberrismo posmoderno. Todo iba bien hasta que en 1995 dio un giro copernicano con Rápida y mortal donde, eso sí, se mantuvo fiel a su querencia por los géneros "menores" homenajeando el spaghetti western en clave de cartoon guiñolesco. Esa película dejó huérfanos a los aficionados al fanzine y le deparó no pocos éxitos: de la comedia romántica Entre el amor y el juego pasando por el drama policiaco Premonición hasta llegar a su popular trilogía sobre Spider-Man.

- En Arrástrame al infierno volvemos a ver muchas cosas de Posesión infernal u Ola de crímenes... Vuelven los espíritus, los fantasmas, los demonios y las maldiciones. ¿Usted cree en los fenómenos paranormales?
- Seguramente creo en cosas más disparatadas pero no en espíritus ni nada parecido. De todos modos, cinematográficamente funciona porque ningu- no sabemos nada sobre el misterio de la vida, etc. Este mundo es tan extraño y tan loco que aunque la idea de una maldición o un demonio sea poco racional también estamos dispuestos a darla por verosímil.

-Regresa un elemento que definió su cine, la mezcla entre terror y humor negro. ¿Como los conjuga?
- Creo que el terror y el humor funcionan de manera muy parecida. Uno crea una estructura basada en el suspense en la que el espectador no sabe cuándo va a pasar el susto o cuando va a llegar la frase ingeniosa que va a romper con el discurso. Juegas con el mismo elemento de lo imprevisto. Por otra parte, yo mismo cuando me pego un buen susto después tengo ganas de reír. Quizá es simplemente una forma de autodefensa.

- Una diferencia importante es que en Arrástrame al infierno no queda rastro de su afición al gore de los 80. La violencia es muy poco explícita.
- No me gusta la violencia cuando es realista. Aquí juego con el género fantástico para convertirla en algo grotesco, fuera de lo real. En esta película no enseñamos al monstruo como hacía antes. Me interesaba mucho más que fuera el propio público el que lo fuera construyendo en su imaginación. Se trataba de utilizar elementos más sutiles como los efectos de sonido o las sombras. Como he dicho antes, el público es distinto al de entonces. Por ejemplo, una cosa buena es que cada vez más mujeres ven estas películas. Cuando yo era un chaval, el terror era una cosa de chicos.

El terror como metáfora
- ¿Temía defraudar a sus fans de toda la vida con este regreso?
- El público de terror es el más subestimado. Se supone que sólo la gente que va a ver películas artísticas ama el cine y mi experiencia es que ellos son los más pasionales. Para muchos, el cine de terror es un experiencia íntima y yo me debo en parte a esa gente. Aunque, al final, lo más importante es saberse mantener fiel a una visión personal y profunda sobre la película que haces. En el fondo, una película de terror no es más que una variante del drama.

- Rescata su vena más gamberra, ¿vivimos tiempos menos abiertos a la incorrección?
- Tras una larga etapa conservadora, en mi país está de moda ser sofisticado e inteligente. Pero eso no se ve en el cine de terror. No estoy seguro de si es un género que refleje la sociedad.