Cuentos de Culver City
José Luis Borau
24 julio, 2009 02:00José Luis Borau
El gusto por el juego literario podría percibirse en la osadía (es un decir) de juntar piezas extensas, auténticas novelas por tono y medida, con un par de microrrelatos a la moda (uno de dos líneas desmerece tanto del conjunto que habría hecho bien en suprimirlo). La ideación convencional, aunque sin hipotecas decimonónicas, es la que produce una gavilla de esa clase de atractivos asuntos que se leen con mucho placer por su ritmo narrativo y nos abren ventanas para observar el espectáculo siempre interesante de la naturaleza humana.
El amor de una pareja de enanos sortea un círculo de mezquindades. Un joven director de cine desvela en su diario cómo se libró de las tentaciones de la vanidad aceptando una pequeña estafa. En general, el tratamiento humorístico y las situaciones paradójicas revisten el drama desnudo de la soledad, la incomunicación, el egoísmo... Pero también en una ocasión la ternura invade la anécdota: un padre trasmite a su interesado modo la carta del hijo que solicita a los inolvidables El Gordo y El Flaco una foto dedicada.
Las historias se relacionan con el mundo del cine y por ello Borau las pone en el título bajo el amparo de Culver City, la factoría de películas cercana a Hollywood. Imaginación, dotes de observador, rebeldía, capacidad comunicativa y estilo directo son cualidades de este Borau narrador. Es de sentir que una absorbente dedicación al cine nos haya venido privando de más literatura notable como ésta.