Image: Retrospectiva en corto

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Cine

Retrospectiva en corto

Alcine 2010 hace balance de una década convulsa

5 noviembre, 2010 01:00

Alumbramiento, de Eduardo Chapero-Jackson.

El Festival de Cine de Alcalá de Henares, que comienza hoy, se ofrece una vez más como barómetro oficial del cortometraje español. Al terminar la década, evalúa lo más destacado del siglo XXI.

Cuarenta años cumple hoy Alcine. Cuarenta años ofreciéndose como espejo del cortometraje español, de sus conquistas y de sus crisis, de sus éxitos y dificultades. La efeméride coincide con el final de una década, la primera del tercer milenio, en la que la "industria" del corto se ha visto convulsionada. En los años noventa, tal y como glosaba el título de la publicación del festival en el año 2000, el corto español vivió "una década prodigiosa": se profesionalizó, conquistó nuevos espacios culturales y se integró en un circuito de festivales en plena floración. Pero, ¿qué nuevos cineastas han traído los años 2000?, ¿qué nuevas inquietudes nos ha deparado el cine más teóricamente joven y revulsivo?

A estas cuestiones trata de dar respuesta la edición de Alcine que este viernes da comienzo en Alcalá de Henares. Y lo hace desde tres frentes: un ciclo retrospectivo que reúne algunas de las películas en corto más interesantes de esta última década, una publicación que analiza el desarrollo del corto español en este periodo (La medida de los tiempos), y un ranking (véase apoyo) de los mejores trabajos españoles del siglo XXI realizado a partir de una encuesta a profesionales del sector.

Oscar y Sundance
No se ha quedado en mera anécdota la hazaña de Nacho Vigalondo tras obtener su candidatura a los Oscar. Con su musical 7:35 de la mañana (2003) no sólo conquistó el gusto de los académicos de Hollywood, sino los de los profesionales españoles, que no dudan en alzarla en el primer puesto de la encuesta elaborada por Alcine. Quizá no sea el cortometraje más perfecto de la década, ni siquiera el más interesante del propio Vigalondo (preferimos Domingo, que entregó para el festival online ‘notodofilmfest'), pero sin duda fue el factor determinante que dio visibilidad internacional a la producción patria del cine breve. A partir de entonces, el espectador y los medios dejaron de ver a los cortometrajistas como especímenes extraños y a los cortos como artefactos amateurs. Su naturaleza profundamente gremial se abrió a otras latitudes y otras ambiciones, visibles todavía hoy en filmes como El ataque de los robots de Nebulosa-5 (Chema García Ibarra, 2009), una fantasía paródica entre la ciencia-ficción y el cine social que ha triunfado en el Festival de Sundance.

Aparte de Vigalondo, en estos últimos diez años han debutado con excelentes piezas varios cineastas que hoy ya pasean orgullosos sus largometrajes: Rodrigo Cortés, Isaki Lacuesta, Álvaro Pastor, Daniel Sánchez-Arévalo, Borja Cobeaga... A Javier Rebollo, incluso, le han dedicado en Francia, Bélgica y Alemania sendas retrospectivas de su obra cuando aún ni siquiera había debutado en el largo con Lo que sé de Lola. Piezas como El equipaje abierto (1999) o En camas separadas (2003) mostraron que se puede elaborar un sólido discurso cinematográfico y afinar una voz autoral con películas de apenas diez minutos. Isaki Lacuesta, por su parte, alterna indistintamente la creación de cortos y largos, según lo reclame las necesidades del proyecto, y concede la misma importancia dentro de su filmografía a las piezas breves Microscopías (2003), Teoría de lo cuerpos (2004) o Las variaciones Marker (2007) que a La leyenda del tiempo (2006) y Los condenados (2009). La producción del corto ha adquirido un estatuto de autonomía respecto a la industria del largometraje que era desconocida en los años noventa. Esto se debe en gran medida a la intervención de fenómenos tan esenciales como la generalización del vídeo digital, la consolidación del compromiso que las comunidades autónomas han asumido con respecto al corto o la revolución que supone Internet en cuanto a las posibilidades de difusión.

Pero desde un enfoque creativo, los logros no han sido menores. Las pantallas de festivales especializados en el cortometraje (que se cuentan en centenares a lo largo del territorio español) han dejado en el recuerdo algunas instantáneas fílmicas que, lejos del agarrotado estado de las cosas del largometraje español, se han atrevido a explorar nuevas semánticas de la imagen. Cineastas de corte experimental como Velasco Broca o Andrés Duque dan fe con las piezas de culto Avant pétalos grillados (2006) y Paralelo 10 (2010), capaces de forzar los límites de la narrativa convencional.

Dialécticas digitales
La eterna dialéctica entre el cine de las convenciones y el cine de las exploraciones se ha radicalizado en los últimos años. Algunos realizadores como Daniel Sánchez Arévalo (Profilaxis, Física II), Eduardo Chapero-Jackson (Alumbramiento, The End) o Álvaro Pastor y Antonio Naharro (Invulnerable, 2004) han ido opositando con sus cortos de prestigio por una plaza en el lado de la industria donde calienta el sol, actualizando a su modo las convenciones del costumbrismo cinematográfico español. Luis Berdejo representa un caso anómalo: en su muy convencional debut americano en el largo (La otra hija, ahora en pantallas) es imposible encontrar la singularidad poética del mismo autor detrás de For(r)est in the Des(s)ert, uno de los cortos más fascinantes de los últimos diez años.

Mediada la década, el cine digital fue manifestando sus intervenciones tanto estructurales como creativas en el campo del corto. El gigante Víctor Erice daba carta de naturaleza a la imagen pixelada mediante el intercambio de un epistolario en vídeo con Abbas Kiarostami. Las escrituras digitales han deparado en el cortometraje todo un campo abonado para las búsquedas formales, tanto en el terreno de la ficción como del documental (La clase, de B. Sanchos; El cerco, de R. Íscar y N. Martín, o El sastre, de O. Pérez, son modelos a reivindicar), y muchas veces en promiscua convivencia. Así, el talento de León Siminiani le permite conjugar el cine doméstico, el cine ensayo y la ficción en primera persona en algunos de los cortometrajes más reveladores del último decenio, como su serie Conceptos claves del mundo moderno o la extraordinarias confesiones Zoom y Límites (1ª Persona). Algunas cintas aisladas se han erigido en emblemas de la tecnología: el corto DVD (Ciro Altabás, 2005) en su lúdica reflexión sobre las nuevas formas de ver cine, la pieza Hilda (Alfonso García Quintana, 2008) en lo referente al alcance del home-movie o Tu(a)mor (Fernando Franco, 2009) en lo que respecta a la post-producción digital.

Animación y resurrección
Fuera de toda duda, el desarrollo industrial más extroardinario se ha producido en la animación, que ha vivido una época dorada con películas como Tadeo Jones y el sótano del miedo (Enrique Gato, 2007) o el multipremiado filme La dama y la muerte (2009), de Javier Recio Gracia, cuya carrera culmina con la nominación al Oscar en 2010. El universo de síntesis desarrollado en Cíclope (2010), una pieza de ciencia ficción en la que sólo los actores eran reales, nos indica cómo en ocasiones la actividad cinematográfica amateur se anticipa a los propios profesionales de la industria en el empleo de aplicaciones tecnológicas. Pero quizá el mejor colofón a esta agitada década lo ha puesto el veterano Pere Portabella con Mudanza (2009), donde invocó la presencia de García Lorca filmando el vaciado de la casa-museo del poeta en Fuente Vaqueros. Casi todos estos filmes se recuperarán durante los nueve días dedicados a la memoria reciente del corto español que ha preparado Alcine.

El 'top ten' según Alcine

1) 7:35 de la mañana (2003), de Nacho Vigalondo

2) La guerra (2005), de Luis Berdejo y Jorge Dorado

3) El ataque de los robots... (2008), de Chema García Ibarra

4) Alumbramiento (2007), de Eduardo Chapero-Jackson

5) Invulnerable (2004), de Á. Pastor y A. Naharro

6) En camas separadas (2003), de Javier Rebollo

7) La ruta natural (2004), de Álex Pastor

8) For(r)est in the Des(s)ert (2006), de Luis Berdejo

9) La primera vez (2001), de Borja Cobeaga

10) Física II (2004), de Daniel Sánchez-Arévalo