Desde que fuera premiado en el Festival de Sundance, el paso de Animal Kingdom por diversos festivales del mundo (en España se presentó en el pasado Festival de Gijón) ha dejado claro que nos encontramos frente a uno de los debuts más solventes y enérgicos de la última década. El australiano David Michôd ha explorado la naturaleza del mal en el seno de una familia de criminales en Melbourne. Y lo ha hecho con un aliento operístico y mediante la hibridación de géneros, decantándose tanto por el filme noir como por el retrato familiar, a través de la truculenta historia de un joven adolescente que al quedar huérfano se ve envuelto en un sombrío y tenso relato de vendetta familiar, y que en su silencioso dilema interior debe escoger entre la ley o el crimen.