Una playa. Planos largos y el sonido del mar. Fotografías inmóviles en la pantalla. Una voz en off. Una "neutra y profunda" voz en off que nos sumerge en la historia de unos actores españoles que en los años 30 viajaron a Hollywood a hacer versiones en nuestro idioma de las películas que se hacían al otro lado del océano y que regresaron pocos años después a un país inmerso en una guerra civil.
Esa es la historia que Óscar Pérez (Girona, 1973) y Mía de Ribot (Girona, 1976) han querido contar y, por encima de todo, ese es el modo en que han querido contarla. A pesar de que los cineastas disponían de imágenes y sonido de la época para documentar este pedazo preciso de la historia del cine, los directores de Hollywood talkies han optado por una visión intimista y muy personal en el que sus personajes han quedado atrapados. "Es curioso que el debate siempre se centre en torno a la renuncia del material documental de la época - explica Óscar-, cuando en realidad todas las películas tienen su parte de renuncia, desde el primer momento en que encuadras, ya dejas muchas cosas fuera". Difícil rebatir un argumento de lógica tan aplastante.
Hollywood talkies es una película sobre "el mito y la leyenda" que sus propios protagonistas crearon alrededor de su viaje a partir de las distintas versiones que contaron a su vuelta de EE.UU. "Todo lo que se explica en la película -continúa Oscar-, está basado en anécdotas que han pasado a ser un poco mito, no sabemos siquiera si son verdad". Imágenes rodadas en Los Ángeles en espacios que evocan el lugar en el que ha quedado esta historia. "Podemos ver un Los Ángeles más despojado, imágenes de teatros y salas antiguas que ya no se ocupan como tales espacios o estudios cinematográficos que se conservan tal cual pero donde ya no se rueda absolutamente nada." Nada, salvo este documental, claro.
"Es como si hubiéramos ido a buscarlos y hubiéramos conseguido contactar con ese rastro que aún queda de ellos. La quietud de las imágenes acentúan los instantes en los que han quedado atrapados los personajes". Para los directores "era necesario hacer una aproximación explícitamente personal y así dejar al espectador un espacio para que hiciera su propia versión. Es el espectador el que va hacia la película y no al revés", sentencia Óscar.
La historia surge en un periodo muy concreto de transición de la historia del cine. Años 30. Europa. Las películas procedentes de EE.UU. no tienen la aceptación que debieran a causa de las barreras idiomáticas. Con el fin de no perder el mercado, Hollywood contrata a actores de otros países para hacer versiones en otros idiomas de sus propias películas. Apenas acontece un lustro desde que los actores patrios, procedentes del mundo del teatro, marcharan a Hollywood con sus ilusiones hasta que regresaran sin ellas y tratados como actores de segunda categoría. "Volvieron porque apareció el doblaje y hacer versiones de películas en otros idiomas dejó de tener sentido", aclara el director.
Fueron unas cintas que grabó Álvaro Arnedo para su libro Españoles en Hollywood a finales de los 70 las que despertaron la curiosidad de estos jóvenes que habían leído sobre el tema en una biografía de Buñuel. "Él los fue entrevistando y grabó unas cintas que cayeron en nuestras manos. Había una historia detrás, entre lo que contaban ellos y la leyenda de lo que paso allí realmente." Hace ya cuatro años desde que Óscar y Mía pusieron en marcha un proyecto que desde el principio contó con la colaboración del Máster de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el mismo máster del que salieron películas como En construcción. En algún momento de este largo camino el proyecto se abandonó. "Encontrar presupuesto ha sido lo más difícil. Ha habido que viajar, hemos filmado con una cámara muy especial y rodar en EEUU es muy complicado sobre todo para conseguir permisos. El rodaje de esta película requería ser muy preciso para encontrar bien los planos".
Todo trabajo bien hecho tiene su recompensa. Óscar y Mía llevarán su documental Hollywood talkies, producido por Luis Miñarro, a la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia. "No ha sido una sorpresa- reconoce el director-, lo hemos trabajado mucho, teníamos la esperanza de entrar y creíamos que la película encajaba muy bien en una sección como ésta que apoya proyectos más arriesgados". Y arriesgado, desde luego, lo es.
Una Playa. Planos largos y el sonido del mar. Fotografías inmóviles en la pantalla. Una voz en off... Difícil imaginar cómo se puede entrar de este modo en la historia que aquí hemos contado. Hasta que se apagan las luces y se nos invita a ser parte de la leyenda.