Image: La Espiga de 'Hasta la vista' clausura una Seminci con luces y sombras

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Cine

La Espiga de 'Hasta la vista' clausura una Seminci con luces y sombras

Guéguidian, Holland y Monsieur Lazhard también salen premiadas

29 octubre, 2011 02:00

El director Geoffrey Enthoven celebra el triunfo con el equipo de 'Hasta la vista'.

La belga Hasta la vista, de Geoffrey Enthoven, ha salido de Valladolid como ganadora de la Espiga de Oro. La película cuenta, con las consabidas dosis de sentimentalismo, la historia de tres discapacitados de la Bélgica flamenca que viajan a España para perder la virginidad. No es una película desdeñable, Enthoven nos acerca al mundo de las personas con minusvalías con una película estimable pero claramente indigna de ganar un festival que aspira, o que fue, de máxima categoría. Uno asiste a la trayectoria de estos tres chavales lógicamente deseosos de encamarse con una mujer y demostrar su independencia con simpatía y afecto. Sus cuitas se siguen con interés y la película defiende sin excesivos desmanes lacrimógenos aquello del "derecho a la diferencia" y etc etc. Sin duda, lo mejor es el trabajo de los tres actores y lo peor una realización plana y televisiva que culmina en un final anunciado desde el primer minuto que busca deliberadamente la lágrima del espectador sin conseguirlo.

En una Seminci ampliamente dominada por películas rescatadas de Cannes, Venecia y otros festivales, era lógico que el Jurado quisiera distinguirse con un título de cosecha propia pero es chocante y palmariamente injusto que un certamen en el que competían Guéguidian, los Dardenne o Andrea Arnold haya encumbrado un filme amable pero menor.

No deja de ser curioso que la Espiga de Plata se haya ido para la película de Robert Guéguidian, Las nieves del Kilimanjaro. Si Enthoven tiene uno de los apellidos más ilustres de Francia (el mismo que lleva el primer hijo de Carla Bruni), el marsellés realiza con su filme un contundente alegato en contra de los peligros de la vida burguesa y la necesidad de reinventar el compromiso político. Es un filme en el que se cita constantemente al ideólogo izquierdista Jaurès y que profundiza en el universo, quizá un tanto idealista y a ratos excesivamente fantasioso por utópico, del director galo. Tras unos años en los que ofrecía títulos dignos pero un tanto repetitivos, Las nieves del Kilimanjaro rescata a un Guéguidian en plena forma que sabe reinventarse a sí mismo con una bella metáfora plagada de simbolismo en estos tiempos turbulentos que estamos padeciendo.

El resto de premios responden al esfuerzo de contentar a todo el mundo. Agniezska Holland ha ganado como directora con In Darkness, en la que recupera el asunto del exterminio judío para contarnos la odisea de unos confinados en el gueto de Varsovia que escapan de la muerte a través del alcantarillado. La película de Zhang Yimou, Bajo el espino blanco, que está a años luz de la de Enthoven, sale de la Seminci con un premio para la mejor actriz, Zhou Dongyi, una manera como otra cualquiera de distinguir uno de los mejores títulos vistos estos días. Era una elección quizá más obligada que lógica ya que el Festival ha abundado en personajes masculinos pero los femeninos han brillado por su ausencia. El premio a los actores también ha estado acorde con esa diplomacia. Patrick Huard, de Starbuck, aporta solidez a su clásico perosnaje de "desastre encantador" y brilla en una de las grandes sorpresas del Festival, una comedia amable y graciosa que sólo al final se desliza por la pendiente del exceso de azúcar. Brendan Gleeson, por su parte, da consistencia a su papel como policía políticamente incorrecto, con guiños al Torrente patrio que se eleva gracias a un sentido del humor más sutil y sofisticado que el de Santiago Segura. El guardia, la película, con un look setentero y una trama francamente divertida, ha sido una de los más notables descubrimientos de esta Seminci.

Ha habido más premios. Como en Venecia, Cumbres borrascosas, de Andrea Arnold, se ha llevado el premio a la mejor fotografía. En una película muy cercana al videoarte y deslumbrante desde un punto de vista estético, es un premio justo pero quizá insuficiente. Era lógico que alguna película española se llevara premio y ésta ha sido para De tu ventana a la mía, mejor dirección novel Paula Ortiz, un melodrama sensiblero y aburrido que cuenta la historia de tres mujeres de distintas generaciones que sufren muchísimo. Con una buena factura, el filme peca de tremendista. Y el Premio Especial del Jurado ha sido para la película iraní Circumstance, en la que nos acercamos a un Teherán subterráneo en el que los jóvenes luchan por su independencia. Finalmente, el premio al mejor guión ha sido para Monsieur Lazhar, de Philippe Falardeu.

Respecto a la Seminci, las películas bien, el Festival no tanto. Excesivamente deudor de títulos rescatados de otros certámenes con mayor enjundia, ha faltado ese que se llama "ambiente" y la crisis se ha dejado notar con fuerza en la falta de fiestas y la escasez de invitados, han sido numerosas las películas que no ha defendido nadie. En un certamen habitualmente dominado por los melodramas y el "cine social" ha sido curiosa la confluencia de comedias y películas que defienden los buenos sentimientos. De esta manera, Starbuck o El guardia han provocado carcajadas y filmes como el de Guéguidian o Yimou son defensas a ultranza del valor del amor y la solidaridad. Buenos augurios y dosis de sentimentalidad para un certamen que lucha a brazo partido por hacerse un hueco en un panorama muy complicado en todos los sentidos.