Fotograma de Haywire, de Steven Soderbergh

"Muchas de las películas en Competición giran alrededor de cambios radicales. Transforman las perspectivas, presentando la historia y las historias desde el punto de vista de los implicados", señala el director de la Berlinale, Dieter Kosslick.



Con alrededor de 20 estrenos mundiales y producciones que recorren el globo de Brasil a Filipinas, el corazón del programa de la 62 Berlinale apuesta por títulos que, antes que marcar tendencias estéticas, configuran un mapa geopolítico del planeta. La habitualmente nutrida presencia norteamericana la encabeza este año Steven Soderbergh (Haywire), acompañado del nuevo filme dirigido por Billy Bob Thornton (Jayne Mansfield's Car) y, fuera de competición, lo último de Stephen Daldry (Extremely Loud and Incredibly Close), con Tom Hanks y Max von Sydow. Del lado británico, participarán fuera de concurso James Marsh (Shadow Dancer) y la adaptación de Bel Ami protagonizada por Christian Bale. Repartidas en secciones paralelas, despertarán también la atención mediática el debut de Angelia Jolie tras la cámara (In the Land of Blood and Honey) y el documental sobre Bob Marley dirigido por Kevin McDonald.



Pero la cinefilia no queda abandonada a su suerte en esta edición, como demuestra por ejemplo la presentación de Keyhole, lo nuevo del canadiense Guy Maddin. Y es que en el moderado "maquillaje" que Kosslick pretende aplicar este año a la cita berlinesa (algo desprestigiada ante la pujanza de Venecia y la hegemonía de Cannes) se deduce cierto acercamiento a autores más cercanos a la vanguardia cinematográfica que al cine comercial. Así, se estrenan en la competición berlinesa cineastas de cierta radicalidad como el portugués Miguel Gomes (Tabú), el filipino Brillante Mendoza (con una producción internacional protagonizada por Issabelle Huppert, Captive), el francés Benoit Jacquot (la coproducción franco-española Les Adieux à la reine) o la suiza Ursula Meier (Sister), así como el griego Spiros Stathoulopoulos (Meteora) y el senegalés Alain Gomis (Aujourd hui, el relato de las últimas 24 horas en la vida de un hombre).



El mayor grado de veteranía lo aportarán los hermanos Tavianai (Cesare debe morire) y los chinos Zhang Yimou (The Fowers of War) y Hark Tsui (Flying Swords of Dragon Gate), miembros estos últimos de una considerable representación asiática que completa el tailandés Edwin (Postcards from the Zoo). Pero el cine europeo marca una vez más la nota dominante de la carrera por el Oso de Oro, con especial atención a la obligada cuota nacional alemana -Matthias Glasner (Mercy), Christian Petzold (Barbara), Hans-Christian Schmid (Home For the Weekend)-, y participaciones, entre otras, francesas (A moi seulem, de Frédéric Videau), danesas (A Royal Affair, de Nikolaj Arcei) o húngaras (Just the Wind, de Bence Fliegauf).