Aggeleki Papoulia en Alps, premio al mejor guión en Venecia.
Distanciamiento. Concepto esencial para Bertolt Brecht y, también, para Yorgos Lanthimos. Distanciarse de la escena para observarla desde el asombro y la curiosidad que producen todos los gestos ordinarios cuando se perciben como extraordinarios. Con su segundo largometraje, Canino (2009), Lanthimos logró algo tan infrecuente y complejo como convencer a todo tipo de públicos de que el hermetismo de la poética brechtiana no tenía por qué ser impenetrable. Centrifugó el absurdo de Beckett, la crueldad de Artaud, el surrealismo bretoniano y el humor negro para articular una transparente alegoría en torno a los totalitarismos. Con la macabra frialdad de un Haneke mediterráneo, es decir, con sentido del humor, la disparatada familia de Canino emergía como una maquinaria de rituales, como una gran mascarada de la represión y la aniquilación del individuo. Convertido por la crítica en la última esperanza blanca del cine europeo, el cineasta griego lleva un paso más allá los juegos de representación en Alps, premio al mejor guión en el pasado Festival de Venecia.El título del filme es el que se adjudica la compañía formada por un grupo de cuatro individuos (una gimnasta, su entrenador, un médico y una enfermera) dedicado a una insólita actividad empresarial (y existencial): sustituir a los muertos. ¿Por qué Alpes? Cuando el líder lo explica es como si al mismo tiempo explicara el sentido de la propia película: "En primer lugar, porque no da pistas sobre lo que es. En segundo lugar, y esto es simbólico, porque los Alpes son irremplazables". Cuando alguien fallece, el grupo ofrece sus servicios a familiares y amigos para tomar el lugar que ocupaba el finado en sus vidas, replicando los recuerdos y situaciones que estos demanden. La premisa es en apariencia tan incongruente como aquella de Canino según la cual los gatos devoraban hombres, imponderables acaso sólo asumibles (no diremos verosímiles) en el contexto de una fábula cruel o una ficción brechtiana. Sin embargo, el talento de Lanthimos para plantear preguntas en cada escena tiene por finalidad desarticular nuestra percepción habitual sobre las personas y las situaciones.
Efecto jeroglífico
Extrañeza. Toda distancia implica una mirada de desconcierto, un efecto de jeroglífico. Alps rompe una y otra vez la difusa línea entre realidad y artificio, y en determinado momento ya no sabremos si la enfermera interpretada por Aggeliki Papoulia está viviendo su vida real (sustituyendo a su madre en el cuidado de su padre enfermo) o todas las vidas fingidas de los muertos desconocidos a quienes suplanta. Una tenista, la novia de un vendedor de lámparas, la amante de un hombre que engañaba a su mujer invidente... Hay un sentido muy claro en que los nombres de varias estrellas de Hollywood sean mencionados de forma inopinada, pues Alps no cesa de ofrecerse como un lúcido ensayo fabulador sobre las dialécticas de la representación. Una toma de posición respecto al cine, sus mentiras y la técnica del arte interpretativo como forma de distanciamiento. Desde la gimnasta que, dice su entrenador, no está preparada para el pop hasta los padres de la tenista fallecida en accidente de tráfico, todos los personajes son actores de una gran farsa (la vida, dijo Shakespeare) o fantasmas encerrados en un relato imposible.Seguramente algo del sentido del humor de Canino no le hubiera sentado mal a este filme acaso demasiado fúnebre en su concepción kafkiana de la existencia, si bien Lanthimos logra poner en forma una de las encrucijadas estéticas de nuestros tiempos. Glosando a Brecht, las palabras del filósofo Georges Didi-Huberman resuenan como el pensamiento soterrado deAlps : "Que en esta época de confusión sangrienta, de desorden instituido, de arbitrio planificado, de humanidad deshumanizada, nada se pretenda natural, a fin de que nada sea inmutable". Ergo: todos somos reemplazables.