Image: Música para el silencio

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Cine

Música para el silencio

Alfonso de Vilallonga y Silvia Pérez Cruz, responsables de la música de la aclamada Blancanieves de Berger, hablan del reto de poner música a una propuesta tan exótica

24 septiembre, 2012 02:00

Un fotograma de Blancanieves, de Pablo Berger.


El compositor de la banda sonora de Blancanieves, película muda dirigida por Pablo Berger, triunfadora en el Festival de San Sebastián y preseleccionada para representar a España en la gala de los Oscar, es un aristócrata, sobrino para más inri del escritor José Luis de Vilallonga. Alfonso de Vilallonga (Barcelona, 1962) nació respirando música, ya que sus padres eran cantantes amateurs. Ambos tuvieron durante años un grupo musical que llenaba los salones del Palacio Maldá, la casa familiar en pleno barrio gótico barcelonés, dónde evocaban el ambiente bohemio de los cabarets de antaño. Formado en Estados Unidos, concretamente en el prestigioso Berklee College of Music de Boston, funda allí su primer grupo musical con el que grabará dos discos. Tiempo después vendrá su curiosa especialización en bandas sonoras. "No me gusta darle ese nombre (añade Vilallonga), siempre he sido polifacético y me siento igual de cómodo como cantante, showman o compositor. Algo que además es indispensable para sobrevivir en un mundo tan duro como el de la música, en el que si no haces muchas cosas no sales adelante. Isabel Coixet fue la primera en encargarme una banda sonora, concretamente la de Mi vida sin mí. Y luego ha habido otras muchas, tanto para ella como para Fernando León de Aranoa y Ramón de España".

Así es que Vilallonga, un enamorado de la música de Jacques Brel al que considera el cantautor más grande de todos los tiempos, ha compuesto una extraordinaria banda sonora de más de cien minutos de duración para esta transgresora cinta, que se estrena en circuito comercial el 28 de septiembre y que ofrecerá dos funciones en première en escenarios de lujo (nada menos que el Gran Teatre del Liceu barcelonés el 26 de septiembre y el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 1 de octubre), interpretadas en directo por la Sinfonietta Monteolvido, compuesta por 30 músicos, y dirigidas por Roman Gottwald, acompañados por la cantante Silvia Pérez Cruz.

"Ha sido un trabajo muy intenso y muy meticuloso (explica Vilallonga). Es un gran reto componer la banda sonora de una película muda porque en ella la música tiene un protagonismo inaudito, es cómo la propia voz de los personajes. En ella se alternan los grandes momentos sinfónicos orquestales con otros menos impactantes pero no por ello menos ambiciosos, a base de instrumentos solistas. Y es ecléctica y heterogénea, porque en ella conviven pasodobles, música circense y española, y hasta canciones de cabaret... ".

A su vez Silvia Pérez Cruz (Palafrugell, Gerona, 1983), la única voz que se oye en toda la película, canta tres piezas de su banda sonora. "Con Chicuelo ya trabajé en el montaje del musical La leyenda del tiempo (comenta), y él ha compuesto dos de las tres canciones que aparecen en la película, cuya letra está firmada por Pablo Berger que las toma como excusa para describir en ellas a algunos de los personajes. Y la tercera canción la he compuesto yo, inspirándome en las tradicionales saetas". Con su primer disco (Onze de novembre) todavía calentito, la cantante ampurdanesa de voz elegante y sensual confiesa haberse sentido atraída desde el principio por la singularidad de la propuesta. "Una película muda, en blanco y negro y con un argumento tan clásico como el cuento de los hermanos Grimm pero trasladado al sur de la España de los años 20 era enormemente sugerente por la osadía de su planteamiento (reconoce). A eso hay que añadir el hecho de que yo nunca había participado en una banda sonora, y a mí me gusta probar cosas nuevas y asumir desafíos".

El maltrato infantil, la discriminación, el miedo a envejecer, la ambición por el dinero, el machismo y el mundo del toreo son algunos de los temas que surgen en esta curiosa y sorprendente cinta interpretada entre otros por Maribel Verdú, Josep Maria Pou y Ángela Molina.