Jorge Torregrosa y León Siminiani

Los premiados cortometrajistas Jorge Torregrosa y León Siminiani, que comparten generación y éxitos, presentan sus esperados debuts en el largometraje, Fin y Mapa. Con dos propuestas colmadas de talento, sus puestas de largo coinciden con el estreno de José Luis Cienfuegos al frente del certamen, que arranca hoy.

Hay algo decididamente irónico en el hecho de que el estreno de José Luis Cienfuegos al frente del Festival de Cine Europeo de Sevilla se inaugure hoy con otro debut cuyo título es Fin. La ironía de que todo final (su excelente labor en el Festival de Gijón, que propulsó la cita asturiana al mapa internacional) es también el comienzo de otra cosa, y vice- versa. El debut de Cienfuegos en el certamen sevillano va a convocar (ha convocado ya) tantas expectativas como puedan hacerlo las películas de Jorge Torregrosa (Alicante, 1973) y León Siminiani (San Sebastián, 1971), otros dos debutantes cuyas puestas de largo -Fin, en la Sección Oficial, y Mapa, en Las Nuevas Olas-, largamente esperadas, han generado múltiples impaciencias y deseos antes de su estreno en Sevilla. Y es que Torregrosa y Siminiani, que comparten generación, formación y éxitos -ambos estudiaron cine en Estados Unidos, han trabajado en la industria televisiva y en el terreno del cortometraje acumulan cientos de premios internacionales-, también se enfrentan en esta novena edición del certamen hispalense a una prueba de fuego.



Los dos llevan prácticamente cinco años preparando sus proyectos, que ahora por fin verán la luz. Una película, la de Torregrosa (autor de cortos como Mujeres en un tren y Verano), marca un final que es al mismo tiempo un principio, mientras que la otra, la de Siminiani, se ofrece como cartografía de una forma autorreflexiva de hacer cine insólita en el cine español. Y ese mapa, para la programación del Festival de Sevilla, propone unos derroteros para el cine español muy en consonancia con los tiempos, en los que la limitación de recursos va a traer consigo una polarización de propuestas sin término medio: o bien se harán películas enfocadas a un gran público, con presupuestos desahogados y elementos genéricos muy familiares, o filmes de presupuesto ínfimo y carácter experimental, que privilegian la audacia y lo desconocido.



Mientras Fin, que se estrena el 23 de noviembre, basada en el best-seller homónimo de David Monteagudo y producida por Fernando Bovaira y Alejandro Amenábar, reúne a varios rostros familiares del cine español -Maribel Verdú, Clara Lago, Blanca Romero, etc.- en un relato apocalíptico con sustrato poético y sustancia humana; Mapa es el cuaderno de bitácora de un creador empeñado en hacer una película sobre sí mismo y sus circunstancias frente al desamor, construyendo día a día el relato de su propia vida a medida que va avanzando.



Mapa, de León Siminiani

Para Torregrosa, "Fin es una película que cuenta un relato apocalíptico muy de género, pero realizado desde una conciencia esencialmente de cine de autor". Al tiempo que alberga cierta espectacularidad visual, concentrada en dos brillantes secuencias de acción, también es un estudio de personajes, un relato que se construye a partir de las relaciones humanas. Por su parte, para Siminiani, su personal Mapa "es una película a medio camino entre el diario, el ensayo y la película de viajes" que parte de un viaje que el director hizo a India hace dos años buscando sacudir su vida. "El reto era: ¿cuánto puede una película, un mundo ordenado y preciso como es el de un relato cinematográfico, empaparse de la incertidumbre y cambio continuo de nuestra existencia?", explica el autor de cortos tan celebrados como el díptico Zoom y Límite(s) [visibles on-line], que de hecho actúan como prólogos de Mapa.



Películas escindidas

Con todo lo que distancia ambas películas entre sí, comparten una estructura muy contemporánea, pues son filmes escindidos en dos bloques marcadamente distintos, reformulando las promesas de la película. "Soy partidario del arte de la sugerencia -explica Torregrosa-, por lo que algo que me atrajo mucho de la novela fue su abstracción, que dejaba muchas preguntas sin respuesta, y por tanto una gran capacidad de evocación cinematográfica". La primera parte de Fin narra el reencuentro rural de un grupo de amigos universitarios tras quince años sin verse. Un hecho extraordinario provoca el aislamiento del grupo que da pie a un relato de supervivencia, alimentado de mensajes proféticos y alegorías bíblicas. "Las formas de la película están más relacionadas con Antonioni y Night Shyamalan que con las de, pongamos, Michael Bay. La aventura ha sido una gran referencia", explica Torregrosa. Como le ocurría al personaje de Monica Vitti a mitad del filme de Antonioni, los personajes de Fin van desapareciendo sin dejar rastro alguno, mientras el espectador tiene que ir abriéndose camino en una experiencia límite sustentada sobre el misterio y la tensión de lo inexplicable. "El aire poético del film ya estaba en el libro -sostiene Torregrosa-. Me recordó mucho a Los pájaros de Hitchcock, que es una película de entretenimiento en realidad muy abstracta, sin un final claro, y también a Picnic en Hanging Rock, de Peter Weir".



Las dos partes de Mapa, cuyo extraordinario teaser puede verse en Internet, transcurren en la India y en Madrid, y responden a la búsqueda de un cineasta para quien los vampirismos entre cine y vida son extraordinarios, trayectos de una búsqueda que es tanto personal como profesional. "Mi aspiración es que el género autobiográfico, el film-diario, trascienda el interés personal para convertirse en un relato universal -dice Siminiani-. Tiene sentido leer una autobiografía de Tolstoi, pero una autobiografía mía, ¿a quién puede interesarle? Entonces pienso en cómo Ross McElwee o Alain Cavalier han ido consumándose como extraordinarios cineastas del yo, cuando al principio nadie les conocía, y también recuerdo a Chris Marker, para quien la primera persona no es un acto de vanidad sino de honestidad, porque según él es lo único que realmente conocemos".



Fin, de Jorge Torregrosa

Mapa, que tiene previsto su estreno en salas en enero, se construye en torno a la dialéctica de poderosos contrastes: el control del relato frente a los imponderables de la vida, el sentido de lo real frente a la pulsión de fabular, la necesidad vital frente a la obligación laboral de un cineasta que, en determinado momento, dejó su trabajo en televisión para replantearse su vida... y hacer un largometraje. "Hay un proceso terapéutico en la película, relacionado con la necesidad de encontrar mi propia voz -añade Siminiani-. Para mí, la expresión es sanación. Puede sonar petulante, pero Mapa es la historia de alguien que se encuentra a sí mismo. Y ese alguien soy yo".



El talento de Siminiani en la mesa de montaje depara sorprendentes relaciones entre imagen y texto, en un trabajo que entiende el cine como un camino de exorcismo vital, pero sobre todo desde la necesidad cortazariana de concebir relato y arte como un juego. "Quería que la película también fuera como un tema pop y como un libro, con diversas piruetas estructurales. Yo creo que el espectador al terminar la película me acaba conociendo. No solo como cineasta, también como persona", añade Siminiani.



Ambos retos cargan sus imágenes con los talentos que sus responsables han mostrado ya en trabajos anteriores, que pasan tanto por el mundo del cortometraje como por la industria de la televisión. El guión de Fin lo firman dos de los grandes escritores del cine fantástico español: Sergio G. Sánchez (El orfanato, Lo imposible) y Jorge Guerricaechevarría, el guionista habitual de Álex de la Iglesia. Si bien Torregrosa sabe dotar a su propuesta de una ambigüedad poética y de una indefinición poco común en una clase de relato que acostumbramos a recibir masticado en las pantallas. "En una serie tienes la red de seguridad que proporciona el propio formato, y en una película te lo juegas todo a una carta", distingue el director alicantino. Su carta, como la de Siminiani, no es en ningún caso un comodín para los grandes públicos, si bien sus saltos al vacío se traducen en filmes que confían en el misterio de lo indescifrable.



En los límites europeos

Tras 16 años dirigiendo el templo del cine indie en España, no ha tenido que ser fácil para José Luis Cienfuegos atenerse a las nuevas reglas del juego. Y esas reglas, en el Festival de Sevilla, pasan por concentrar toda la programación en un continente. "He descubierto otros cines -explica Cienfuegos- para darme cuenta de que en Europa se mantienen diálogos cinematográficos muy enriquecedores". En torno a ese diálogo se estructura la Sección Oficial y Las Nuevas Olas. Junto a Mapa, comparece en este espacio el filme español Araianos, de Eloy Enciso, así como las nuevas propuestas de renombrados autores como el estadounidense Jem Cohen (Museum Hours), los libaneses Joreige y Hadjithomas (Lebanese Rocket Society) o el portugués Joao Pedro Rodrigues (A ultima vez que vi Macau). En la Sección Oficial, Cienfuegos ha "tratado de cubrir un espectro lo más amplio posible, donde cabe el cine más accesible al espectador [filmes como The Hunt, de Thomas Vinterberg; Un asunto real, de Nikolaj Arcel, o Reality, de Matteo Garrone], con propuestas más radicales y novedosas [Recoletos arriba y abajo, de Pablo Llorca; Me Too, de Aleksei Balabanov, o Gebo et L'ombre, de Manoel de Oliveira]. Competirán estas cintas con una ecléctica selección de autores europeos como la belga Ursula Meier (Sister), el rumano Paul Negoescu (A Month in Thailand), el austríaco Ulrich Seidl (Paradise: Faith) o el francés Pascal Bonitzer clausurando con Cherchez Hortense.