Jorge Torregrosa y León Siminiani
Los premiados cortometrajistas Jorge Torregrosa y León Siminiani, que comparten generación y éxitos, presentan sus esperados debuts en el largometraje, Fin y Mapa. Con dos propuestas colmadas de talento, sus puestas de largo coinciden con el estreno de José Luis Cienfuegos al frente del certamen, que arranca hoy.
Los dos llevan prácticamente cinco años preparando sus proyectos, que ahora por fin verán la luz. Una película, la de Torregrosa (autor de cortos como Mujeres en un tren y Verano), marca un final que es al mismo tiempo un principio, mientras que la otra, la de Siminiani, se ofrece como cartografía de una forma autorreflexiva de hacer cine insólita en el cine español. Y ese mapa, para la programación del Festival de Sevilla, propone unos derroteros para el cine español muy en consonancia con los tiempos, en los que la limitación de recursos va a traer consigo una polarización de propuestas sin término medio: o bien se harán películas enfocadas a un gran público, con presupuestos desahogados y elementos genéricos muy familiares, o filmes de presupuesto ínfimo y carácter experimental, que privilegian la audacia y lo desconocido.
Mientras Fin, que se estrena el 23 de noviembre, basada en el best-seller homónimo de David Monteagudo y producida por Fernando Bovaira y Alejandro Amenábar, reúne a varios rostros familiares del cine español -Maribel Verdú, Clara Lago, Blanca Romero, etc.- en un relato apocalíptico con sustrato poético y sustancia humana; Mapa es el cuaderno de bitácora de un creador empeñado en hacer una película sobre sí mismo y sus circunstancias frente al desamor, construyendo día a día el relato de su propia vida a medida que va avanzando.
Mapa, de León Siminiani
Películas escindidas
Con todo lo que distancia ambas películas entre sí, comparten una estructura muy contemporánea, pues son filmes escindidos en dos bloques marcadamente distintos, reformulando las promesas de la película. "Soy partidario del arte de la sugerencia -explica Torregrosa-, por lo que algo que me atrajo mucho de la novela fue su abstracción, que dejaba muchas preguntas sin respuesta, y por tanto una gran capacidad de evocación cinematográfica". La primera parte de Fin narra el reencuentro rural de un grupo de amigos universitarios tras quince años sin verse. Un hecho extraordinario provoca el aislamiento del grupo que da pie a un relato de supervivencia, alimentado de mensajes proféticos y alegorías bíblicas. "Las formas de la película están más relacionadas con Antonioni y Night Shyamalan que con las de, pongamos, Michael Bay. La aventura ha sido una gran referencia", explica Torregrosa. Como le ocurría al personaje de Monica Vitti a mitad del filme de Antonioni, los personajes de Fin van desapareciendo sin dejar rastro alguno, mientras el espectador tiene que ir abriéndose camino en una experiencia límite sustentada sobre el misterio y la tensión de lo inexplicable. "El aire poético del film ya estaba en el libro -sostiene Torregrosa-. Me recordó mucho a Los pájaros de Hitchcock, que es una película de entretenimiento en realidad muy abstracta, sin un final claro, y también a Picnic en Hanging Rock, de Peter Weir".Las dos partes de Mapa, cuyo extraordinario teaser puede verse en Internet, transcurren en la India y en Madrid, y responden a la búsqueda de un cineasta para quien los vampirismos entre cine y vida son extraordinarios, trayectos de una búsqueda que es tanto personal como profesional. "Mi aspiración es que el género autobiográfico, el film-diario, trascienda el interés personal para convertirse en un relato universal -dice Siminiani-. Tiene sentido leer una autobiografía de Tolstoi, pero una autobiografía mía, ¿a quién puede interesarle? Entonces pienso en cómo Ross McElwee o Alain Cavalier han ido consumándose como extraordinarios cineastas del yo, cuando al principio nadie les conocía, y también recuerdo a Chris Marker, para quien la primera persona no es un acto de vanidad sino de honestidad, porque según él es lo único que realmente conocemos".
Fin, de Jorge Torregrosa
El talento de Siminiani en la mesa de montaje depara sorprendentes relaciones entre imagen y texto, en un trabajo que entiende el cine como un camino de exorcismo vital, pero sobre todo desde la necesidad cortazariana de concebir relato y arte como un juego. "Quería que la película también fuera como un tema pop y como un libro, con diversas piruetas estructurales. Yo creo que el espectador al terminar la película me acaba conociendo. No solo como cineasta, también como persona", añade Siminiani.
Ambos retos cargan sus imágenes con los talentos que sus responsables han mostrado ya en trabajos anteriores, que pasan tanto por el mundo del cortometraje como por la industria de la televisión. El guión de Fin lo firman dos de los grandes escritores del cine fantástico español: Sergio G. Sánchez (El orfanato, Lo imposible) y Jorge Guerricaechevarría, el guionista habitual de Álex de la Iglesia. Si bien Torregrosa sabe dotar a su propuesta de una ambigüedad poética y de una indefinición poco común en una clase de relato que acostumbramos a recibir masticado en las pantallas. "En una serie tienes la red de seguridad que proporciona el propio formato, y en una película te lo juegas todo a una carta", distingue el director alicantino. Su carta, como la de Siminiani, no es en ningún caso un comodín para los grandes públicos, si bien sus saltos al vacío se traducen en filmes que confían en el misterio de lo indescifrable.