Mikel Olaciregui. Foto: Archivo.
Tras varios meses de parón, la Cineteca, probablemente la sala de cine más bonita de Madrid, regresa de la mano de un nuevo director, Mikel Olaciregui, indiscutible fichaje en calidad de exdirector del Festival de San Sebastián. La Cineteca, ubicada en el Matadero de Madrid, fue fundada para centrarse en el cine documental, o "cine de lo real" como lo ha llamado Olaciregui, y ha sido una alegría comprobar que continuará siendo igual. En la presentación, Olaciregui estaba acompañado por Fernando Villalonga, delegado de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, y Vicente Mozo, corresponsable del espacio. Una pena, también, que en ningún momento se haya reivindicado el trabajo de Antonio Delgado, antiguo director del espacio, cesado por motivos oscuros, y por tanto también ex capo de Documenta, festival que no muere como algunos pronosticaron y que celebrará este año su décima edición. Cabe decir que las críticas a la anterior gestión han sido además de evitables, injustas.Olaciregui se ha marcado como objetivo primordial "llenar las salas". Ha hablado de "responsabilidad y sostenibilidad" y en este sentido ha cifrado en 100 ó 150 los asistentes necesarios para que la Cineteca pague con sus propios recursos los gastos de mantenimiento (acomodador, taquillero, luces y etc). Con un precio de 3.50 euros, hasta la fecha Cineteca ha sido un reducto del mejor cine a precio reducido y todo parece indicar que habrá continuidad siempre dentro de esa difícil tarea que es "llenar las salas" en un contexto en el que, como es sabido, es difícil atraer a las masas a un género tan excitante pero aun minoritario como el documental.
Es un objetivo loable, nadie lo duda, y tanto Olaciregui como Mozo han elaborado unas líneas de acción basadas en varios ejes. Uno, maximizar el rendimiento de las redes sociales. Cabe la duda de si para promocionar a un cineasta iraní, es un decir, no es mejor centrarse en los medios convencionales que puedan dar a conocer lo desconocido, pero desde luego siempre es bueno potenciar ese medio. El cine infantil ocupará un lugar destacado y es una excelente idea aprovechar la sala para que los más jóvenes puedan ver un cine también atractivo para ellos realizado al margen de las convenciones de Hollywood. Establecer sinergias con otros festivales, como ya se hacía, es otra vía de actuación y en breve cristalizará con las colaboraciones con CineMad y la Semana de Cine Experimental de Madrid.
Olaciregui ha avanzado la programación de noviembre y diciembre, con títulos de indudable interés y también la sensación de que el proyecto acaba de empezar y terminará de irse perfilando. Desfilarán por el Matadero películas proyectadas en el reciente Festival de Valladolid como el documental Nosotros, de Adolfo Darfour, en la que seguimos la pista a los obreros despedidos de Sintel, o del último San Sebastián como Pura Vida, de Migueltxo Molina y Pablo Iraburu, ganador de la sección ZineMira. Hay que aplaudir la voluntad por ser una pantalla de exhibición de la producción española pero ante el temor de que Cineteca pierda su importante cosmopolitismo Olaciregui ha señalado que al menos la mitad de las películas serán extranjeras.
Documenta Madrid, como se ha dicho, seguirá celebrándose y tendrá su décima edición en mayo, del 5 al 12, y Mikel Olaciregui ha anunciado la simplificación de las secciones, que se dividirán en largometraje y cortometraje, con 16 títulos internacionales cada una a sumar una amplia proyección de la producción española reciente, reforzando ese concepto de españolidad tan prometedor pero no exento de ciertos peligros. En esta línea, Cineteca también servirá para proyectar esas películas españolas que tienen un difícil acceso a las salas.