Jeanne Balibar en el Festival L'Alternativa. Foto: Eladio Agudo
Una artista polifacética
P.- Dirigir una película es quizá lo único que no había hecho hasta ahora como artista.R.- Ser directora de cine era un paso lógico para mí. En la historia del cine hay mucha gente que lo ha hecho todo: teatro, cantar, hacer películas, bailar... La mayoría de actores franceses se han movido en muchos terrenos y también es muy habitual entre los de Estados Unidos.
P.- ¿Considera que en cada disciplina cambia o es siempre la misma Jeanne Balibar?
R.- Soy siempre la misma. En el campo del arte sucede lo mismo, vemos a muchos pintores que también hacen videoarte o instalaciones. Los vemos también con los músicos, que pueden tocar diversos instrumentos. Ahí está George Harrison, a veces toca el piano, a veces compone... pero son técnicas distintas.
P.- Pertenece a la comedia française y es una figura muy habitual del teatro parisino. ¿Ve mucha diferencia entre actuar en cine y sobre las tablas?
R.- La técnica es muy muy diferente. En el teatro me gusta la presencia del público, el cine me gusta porque es un trabajo casi sexual. La relación con el espacio y el plano es casi erótica. Hay gente a la que no le gusta que en el cine haya tantos tiempos muertos, yo adoro esperar porque así puedo mirar lo que hace cada uno, me gusta mucho observar cómo trabajan los técnicos. Cuando llega el momento de rodar no existe nada más que ese concepto que hay en la cámara, la ficción de la película.
Trabajar como actriz de cine
P.- ¿Qué tipo de personajes prefiere?R.- Yo soy un poco freak y aunque la película no sea freak yo siempre tengo ese aire. Aunque sea una película comercial dirigida al público me gusta interpretar ese papel porque yo estoy a favor de la presencia de freaks en el mundo y que los pueda ver todo el mundo. Es mi destino.
P.- Cuando interpreta, ¿qué parte sigue siendo usted misma y qué parte es su personaje?
R.- El trabajo consiste en ser otra persona pero sin dejar de ser una misma. Se trata de utilizar la parte de mí que corresponde con el personaje, se trata de depurar las otras partes, de no utilizarlas.
P.- ¿Le molesta si la llaman una actriz intelectual?
R.- No me molesta pero es un malentendido, ¡he trabajado con realizadores y actores mucho más intelectuales que yo! Me gusta leer y reflexionar pero mi trabajo como actriz parte mucho más de la intuición que del intelecto.
Su primera película como directora
P.- ¿Cómo surgió Par exemple, Electre?R.- La película nació por azar. No teníamos dinero, no teníamos nada, rodábamos cuando podíamos con un presupuesto mínimo. Fuimos unos días al mar y allí hicimos algunas escenas. Después me dieron 2.000 euros en el festival alternativo de París y después nos escogieron en Rotterdam y la película también se pasará en la cadena Arte. El azar tiene un gran papel.
P.- ¿Por qué quiso hacer una adaptación tan personal como el mito de Electra?
R.- Electra es un personaje que me interesa mucho porque significa la lucha contra la injusticia y la corrupción. Me fascina su ejemplo por su capacidad para demostrar que una sola persona puede marcar una diferencia pero al mismo tiempo me interesa su tormento, que sea tan contradictoria. Es una luchadora pero al mismo tiempo muestra cómo se comporta como una hija y una hermana ejemplar, esa dualidad la hace fascinante.
P.- Los actores recitan los diálogos en contextos dispares, las escaleras del metro o caminando por un puerto.
R.- Hay una frase de Godard que decía que no hay nada tan interesante como ver a gente leer y estoy de acuerdo. Quedarse con la esencia de los textos permite dejar más claro el juego psicológico y el componente de tragedia de esos textos griegos. La tragedia no es un arte realista y por tanto no es tan importante que el contexto lo sea.
Trabajando con los cineastas
P.- ¿Qué motivos le influyen a la hora de escoger un director u otro?R.- El director es lo más importante. Muchas veces no leo los guiones porque me fijo mucho en la mirada de la persona que quiere contratarme. Miro a sus ojos directamente y la belleza de esos ojos es la que me hace decidir. Cuando conozco a gente que no tiene nada que ver con el cine pienso lo mismo. Creo que puede saberse cómo es una persona por la forma en que mira a los demás.
P.- ¿Y le funciona ese sistema?
R.- Me ha funcionado en un 90% de las ocasiones y me he equivocado algunas veces. Me he arrepentido de lo que he hecho pero nunca de lo que no he hecho. Y normalmente me he equivocado cuando no me he guiado por esa intuición sino pensando en mi carrera.
P.- ¿Con qué director se ha sentido más cómoda trabajando? ¿Con Arnaud Desplechin quizás?
R.- Con Desplechin seguro que no. He tenido mucha suerte porque he trabajado con mucha gente extraordinaria. Diría que con Jean-Claude Biette es con quien mejor me he entendido porque es muy sutil (ha interpretado us películas Trois ponts sur la rivière y Saltimbank). Pero ha habido más, Mathieu Amalric, Rivette, Fréderic Jardin, Ferreira...
P.- Con Rivette ha trabajado dos veces, ¿cómo es ser dirigida por un clásico de tal calibre?
R.- Deberíamos hacer una entrevista solo para hablar de Rivette. Él inventa una manera completamente nueva de trabajar en cada película, es su estilo.
P.- ¿Cree que hay mucha diferencia entre el trabajo de los cineastas de su generación y de la Nouvelle Vague?
R.- Hay un gran corte generacional porque ha habido muchas generaciones de cineastas franceses desde entonces. Los directores de ahora son menos insolentes, menos kamikazes. Preparan mucho los rodajes y son mucho más "psicologizantes". Técnicamente son menos ligeros, utilizan mucho la luz o los travellings, lo vemos con Desplechin o Assayas. Es un cine menos vivo que el de antes, menos brechtiano. Las mujeres son las que han mantenido ese espíritu mucho más ligero, como Laurence Ferreira o Anne Fontaine.
La decadencia del cine de autor
P.- En España, Francia se observa como el paraíso del cine de autor.R.- Desde hace diez años la situación ha cambiado mucho. En mi país asistimos a una victoria de las comedias ligeras y de un cine muy burgués. El cine de invención y autor está perdiendo la guerra. Francia será el último país en el que la perderá pero está claro que después de Alemania, Inglaterra o España, al final también nosotros acabaremos cayendo. Por ejemplo, en estos últimos años he hecho la comedia Le plaisir de chanter (Ilan Duran Cohen), e Im Alter Von Ellen, de la directora sudafricana Pia Marais. Son dos películas formidables del mismo nivel que muchas otras que hice en los 90 sin embargo vendieron muy pocas entradas y la prensa tampoco ha hablado mucho de ellas. Los periodistas después me decían: "¡Oh, la película es maravillosa!". Yo les preguntaba por qué entonces no habían hablado de ello y no tenían respuesta. En su lugar estaban hablando de actores cómicos haciendo películas estúpidas. Sin duda ha habido un abandono de la prensa. Esto antes no pasaba. La película pequeña si era interesante iba en grande y la otra en pequeño, ahora es al revés.
P.- Mathieu Amalric es un actor muy conocido en España entre los cinéfilos. Fueron pareja artística y real muchos años. En su película también vemos a un grupo de actores trabajando gratis en un proyecto muy personal. ¿Existe en Francia una generación de actores compenetrada con intereses parecidos?
R.- Mathieu y yo sí teníamos esa conexión pero en general no existe. Fuimos pareja muchos años y tenemos dos hijos porque en un momento teníamos esa gran sintonía artística. No hay un grupo, es mucho mas diverso, estos no son los años 60 en los que sí había una unión fuerte. Mathieu y yo sí tenemos ideas parecidas y el mismo gusto, pero no conozco a nadie más con el que me entienda tan bien.
Jeanne Balibar, cantante
P.- Ne change rien, el documental de Pedro Costa, nos muestra su faceta como cantante. ¿Cómo fue su relación con Costa?R.- Nos hicimos amigos durante un festival en el que éramos jurado y nos reímos mucho. Las películas eran muy malas y pasamos todo el tiempo juntos. Durante el rodaje no recuerdo muy bien a Pedro Costa porque fue muy discreto. Llegaba, se ponía a rodar en una esquina y no intervenía nada en mi trabajo. Después desapareció un tiempo y al volver había hecho una película. Más bien lo veíamos como un miembro más del grupo, como si fuera el roadie. Lo que más nos llamaba la atención es que hacía la luz con papel de aluminio, de vez en cuando lo veíamos con eso.
P.- Como cantante ha trabajado con Rodolphe Burger (Paramour) y Katerine (Slalom Dame). ¿Se considera heredera de alguna manera de la Chanson française?
R.- No, por favor. No me considero una cantante profesional, ha ido todo sobre la marcha. Trabajé con Burger porque surgió y después me apetecía hacer algo muy experimental con el metrónomo pero la casa de discos no lo quiso. Ahora me encamino hacia un lugar más electrónico en mi próximo disco.
P.- ¿Qué otros proyectos le aguardan?
R.- Voy a dirigir otra película con un guión que he escrito, también hay algo de teatro, una nueva película de Jean Luc Mullet. Prefiero no decirlo todo porque estoy segura de que tendré que renunciar a algo.
Par exemple, Electre. Facebook y el regreso al origen del actor
Dice Jeanne Balibar que es una friki y que "su destino" es defender a los frikis que hay en este mundo. Desde luego, desde el punto de vista más superficial, que como siempre también aporta algo, Par exemple, Electre puede entenderse como una apoteosis de lo friki: una delirante pareja formada por un hombre disfrazado de tirolés y una mujer con pamela recitan diálogos de Electra o mantienen una conversación eterna sobre los cambios que ha producido en la sociedad Facebook; la propia Balibar, en un estilo indie de corte naïf parecido al de la británica Lilly Allen o la estadounidense Zooey Deschanel de She&Him, canta los mails que se intercambia con una directora sudafricana (con la que rodaría la película) o juega hasta el fondo la baza del frikismo con actores como ese rubio platino teñido de ojos intensos, ese frikismo que no es "gracioso", ese que inquieta y que la sociedad, por lo general, rechaza.Más allá de esa apoteosis friki o la verborrea constante al estilo Godard en su etapa Dziga Vertov (queda claro que no es una película apta para todos los gustos) la actriz desliza en su primer filme una curiosa e interesante propuesta mediante el concepto de "Téathre a emporter, o "Teatro móvil". En tiempos en que el cine de autor se dirige rápidamente a desaparecer de las salas, como señala en la entrevista, Balibar propone a los actores un regreso a los orígenes mediante la creación de un teatro en vivo pero al mismo tiempo no presencial que sea retransmitido a través de Facebook. Para explicar ese proyecto que se realiza, de alguna manera, en la propia película, utiliza larguísimas, y a ratos tediosas, las películas interesantes pueden hacerse aburridas, escenas en las que esos personajes disfrazados (también sale una mujer con barba o una actriz disfrazada de travesti) parecen actuar como parodia de una parodia de una película arty.
Lo más sorprendente de Par exemple, Electre es que detrás de su aparente ligereza y su jovial sentido del humor o incluso su reivindicación de lo verboso y delirante (la película se ríe de los convencionalismos del cine de vanguardia llevándolos al paroxismo) también esconde una interesante propuesta que supone, esa del "teatro móvil" que es al mismo tiempo una reivindicación del trabajo del actor como personaje pobre y marginal como un regreso a los orígenes tras unos años de esplendor del cine y de los propios intérpretes que las nuevas tecnologías han fulminado. Y a Jeanne Balibar, desde luego, da la impresión de que ese regreso al actor bohemio y outsider le parece muy bien. Quizá tiene razón.