El domingo es el gran día de Isabel Coixet en la Berlinale. Ayer no termina nunca, una película de bajo presupuesto y amplias ambiciones, se presenta en la sección Panorama para contarnos el futuro más negro posible de nuestro ya bastante maltrecho país. En el año 2017 el paro es de seis millones, los indigentes han tomado las calles y una pareja se reencuentra varios años después de una tragedia que marcó sus vidas para siempre. En un escenario apocalíptico con ecos de aquel Stalker de Tarkovski, Javier Cámara, un asentado profesor universitario que ha prosperado en Alemania, y su mujer, una pletórica Candela Peña, discuten sobre la vida, la muerte, el duelo, la crisis y el desconsuelo. Coixet contesta a El Cultural a las pocas horas de partir a la Berlinale.
Pregunta.- Da la impresión de que es una de sus películas más personales, si no la más.
Respuesta.- Sí. Absolutamente. Más que una película personal es una "cuestión personal". Necesitaba hacer esta película ahora y aquí con estos actores, esta puesta en escena y este paisaje. Y he luchado como pocas veces para poder hacer esta película tal y como la concebía en mi cabeza.
P.- El filme está muy conectado con la idea del dolor. Vemos a una mujer hundida, a un hombre que trata de hacer ver que no pasa nada pero que también sufre muchísimo. ¿Quería explorar en este filme el duelo?
R.- Sí. El duelo es algo que siempre me ha impresionado. ¿Cómo se gestiona el dolor? ¿Dónde está la frontera que separa sumergirse de pleno en el dolor o apartarlo de tu vida? ¿Es más sabio el que huye del dolor que el que lo afronta? Y cuando te sucede una tragedia como la que les sucede a los personajes, ¿cómo reaccionas? ¿Te quedas parado en tu dolor o sales adelante? La película plantea dos actitudes completamente diferentes ante un mismo hecho.
P.- Candela Peña y Javier Cámara no interpretan, SON la película. ¿Cómo fue trabajar con ellos?
R.- Trabajar con Candela Peña y Javier Cámara fue un lujazo absoluto. A veces sentía que mi trabajo como director era más bien el de empleado de circo que ponía la red a los trapecistas: ellos eran los que arriesgaban su vida en el trapecio haciendo volteretas. Mi trabajo consistía en que se sintieran seguros. Hicimos tomas de 27 minutos. Una vez me empezó a temblar el hombro de llevar el peso de la cámara tanto tiempo!
P.- Hay ecos muy claros de Tarkovski y Bergman. ¿Fueron referentes para usted?
R.- El lugar donde sucede la película es puro Tarkovski. Es un edificio, obra de Enric Miralles y Carme Pinós que la primera vez que lo vi, años antes de escribir el guión, ya me pareció un decorado de Tarkovski. Y definitivamente, la huella de Secretos de un matrimonio, de la amargura, los recelos, las cosas no dichas, en una pareja que se ha amado mucho pero que llevan años sin saber nada uno del otro, está en la película. Supongo que debo agradecérselo a mis padres que con 10 años me llevaron al cine a ver El séptimo sello!
P.-¿Ha tenido que bucear muy profundamente en su lado oscuro para escribir esta película?
R.- Un cineasta SIEMPRE tiene que bucear en su parte oscura. ¡La parte luminosa es la que te empujaría a irte de vacaciones y a no hacer películas! Pero en mi caso, la parte oscura siempre tiene destellos de luz. Creo que, aunque todo sea negro, siempre habrá alguna luz en los lugares más insospechados que hará que los personajes alcancen un poco de esperanza.
P.- La crisis está muy presenta en el filme. ¿Es este filme su forma de expresar su angustia por la situación que atravesamos?
R.- Surge de mis amigos, mi familia, los recortes en cuestiones fundamentales como educación y sanidad, las noticias de la corrupción y la negación de la realidad de la que hacen gala nuestros políticos. Surge del desánimo, de toda la gente que se tiene que ir a otros países porque aquí se está agotando hasta la capacidad de soñar. Surge de mi voluntad de querer dejar testimonio de un momento muy complejo de la realidad española.
P.- ¿Puede la crisis penetrar también en nuestra alma?
R.- Sí. Uno no puede escapar de la historia, de la situación, de este momento. Es imposible. Hay un peso de esta realidad que está penetrando las almas y impregnando la vida cotidiana de la gente de este país.
P.- ¿Cree que terminaremos tan mal como se refleja en el filme?
R.- No puede imaginarte cómo me gustaría equivocarme. Pero a veces, leyendo los periódicos cada mañana, siento que esto es Gotham City....y que Batman no existe.