La voz en off de Elena Anaya, seria y firme, rompe el silencio en pantalla: "Hay en el mundo un país que no conoces. No aparece en los mapas. No tiene fronteras, moneda propia, ni bandera. No tiene playas ni hoteles, ni monumentos, ni comida típica y hasta él nunca llegan los turistas. Sus habitantes hablan todas las lenguas, practican todas las religiones, son de todas las razas. Pero ninguna compañía aérea te llevará hasta él. Para conocerlo no necesitas pasaporte ni visa. Necesitas sólo haberlo perdido todo: tu casa, tu familia, tu trabajo, tu vida, tal y como la conocías hasta ahora. Necesitas haber sido amenazado, haber sentido tu vida y la de los que amas en peligro. Haber sido encañonado, torturado, perseguido, vejado... Necesitas haber tenido miedo. Los que viven en él se llaman refugiados. Quisieran salir de él pero no pueden...".



Mientras la actriz pronuncia estas palabras se va adentrando más y más -del aeropuerto al avión, del avión al autobús, de ahí a los poblados...- en los lugares más olvidados de Etiopía, aunque alude a todos aquellos puntos indefinidos del planeta en los que han sido confinados 45 millones de personas sin hogar, los refugiados. Para llamar la atención sobre esta lacra internacional que va en aumento, ACNUR presenta este miércoles en la Academia de Cine el documental Welcome to my country, dirigido por Fernando León de Aranoa y centrado en los campos de refugiados de Etiopía que acogen a los 'transterrados' de Somalia (Dollo Ado, al sureste) y de Sudán (Assosa, al suroeste), donde estuvieron el director y la actriz a finales de 2012.



León de Aranoa (Barrio, Los lunes al sol) explica a elcultural.es que lo primero que llamó su atención al llegar a Etiopía fue su generosidad: "Está rodeada de países en conflicto, acoge a cerca de 400.000 refugiados en su suelo procedentes de Eritrea, Somalia y Sudán. Sus fronteras están abiertas a los que huyen, a los que lo han perdido todo. Pero no sólo a nivel institucional. El testimonio más frecuente que escuchamos en boca de los refugiados fue la generosidad con la que las poblaciones locales próximas a la frontera les atendieron al llegar, compartiendo lo que tenían con ellos, alojándoles en sus casas, mientras el gobierno y las agencias internacionales se organizaban y comenzaban a hacerse cargo de ellos. Y no estamos hablando de tres o cuatro personas, estamos hablando de decenas de miles. Avergüenza pensar que nuestro país, y Europa en su conjunto, admiten anualmente cupos de algunos centenares de personas en los mejores casos, o que legislan castigando penalmente a aquellos que proporcionan ayuda o protección a las personas en situación de dificultad aquí".



En cuanto al trabajo documental, el cineasta señala que se han realizado dos películas diferentes. De un lado, un pequeño documental que recoge su paso por campos de refugiados en Etiopía, en las fronteras con Somalia y con Sudán, y de otro una pieza más breve en la que, siguiendo a Elena Anaya, se propone un viaje a un país imaginario pero terriblemente real a la vez, habitado por los que huyen de todas las guerras, aquella multitud errante de la que hablaba Laura Restrepo en su novelas. Es el país de los refugiados, lo habitan hoy ya 45 millones de personas, y para llegar a él no necesitas pasaporte ni visa, necesitas sólo haberlo perdido todo", insiste el director de Familia.



De esta forma, el filme se centra en contar la dificultad de habitar en ese país tan particular y en denunciar la insuficiencia de la ayuda que reciben. "Si tuviera que mencionar solo un momento, ese sería la visita a un centro de tránsito. Son centros de registro situados sobre la frontera con Somalia, el primer punto al que llegan los refugiados, habitualmente tras varios días de camino sin comer ni beber. Allí se les organiza, se les da una primera atención sanitaria y se les deriva a un campo de refugiados. Se da en esos lugares el cruce perfecto entre el horror por lo que queda atrás y la incertidumbre ante lo que les espera, que no saben bien qué es. Dos expresiones diferentes del mismo miedo: miedo a lo que ya fue, miedo a lo que aún está por venir. Deja una enorme sensación de vulnerabilidad, de indefensión, a la que no estamos acostumbrados", amplía.



Durante el acto del Día Mundial del Refugiado (que se celebra a nivel mundial el 20 de junio) se ha presentado el informe anual de ACNUR Tendencias Globales, documento en el que se dan a conocer los últimos datos estadísticos del año 2012 sobre refugiados, solicitantes de asilo, desplazados internos y apátridas, así como otros grupos bajo el amparo de la Agencia de la ONU para los Refugiados.