Las brujas de Zugarramurdi o el cine como espectáculo total
Lo nuevo de Alex de la Iglesia es un cine grande y loco, excesivo y brutal pero también superlativo | Carmen Maura, la protagonista de la película, recoge emocionada el premio Donostia
23 septiembre, 2013 02:00Carmen Maura, Alex de la Iglesia, Jaime Ordoñez, Hugo Silva y Mario Casas posan tras el pase en el Festival de San Sebastián de Las brujas de Zugarramurdi. Foto: AFP
Pasárselo bien es algo que muchos autores de gran prestigio parecen haber olvidado. Pasárselo bien, en grande, disfrutar como un enano, reírse hasta que te duelan las mandíbulas y mirar asombrado la pantalla esperando la próxima sorpresa, el siguiente truco que te dejará con los ojos abiertos deseando ver aun más. Las brujas de Zugarramurdi, de Alex de la Iglesia, es exactamente eso, cine grande y loco, excesivo y brutal, pero también genial y superlativo. Una película para recuperar esa sensación de que uno va al cine como se iba antes, a dejar que te pasmen.Cuenta la historia de dos pobres desgraciados, Hugo Silva y Mario Casas, el primero es el payaso listo y el segundo el payaso tonto, que cometen un atraco no tanto por afición al delito, que quizá un poco también, sino por la pura necesidad de una crisis que les pasa factura. El atraco sucede en plena Puerta del Sol por delincuentes disfrazados como los entertainers de la plaza, y hay imágenes tronchantes como ese Bob Esponja acribillado o ese Cristo que esconde el móvil en el calzón. A partir de aquí, la pareja de asaltantes inicia una rocambolesca huida hacia Francia con un señor escondido en el maletero y un taxista cenizo hasta llegar a unas brujas enloquecidas.
Las brujas de Zugarramurdi es una película sin complejos ni ataduras que no busca la sonrisa cómplice del crítico sino la carcajada gozosa del público. Es una película muy masculina en la que las mujeres son al mismo tiempo unas arpías y unos ángeles en la que el ritmo sigue in crescendo todo el tiempo como una bola de fuego. Es un regreso de Alex de la Iglesia a su yo más puro y es sencillamente fantástica. Su protagonista, Carmen Maura, ha recibido el premio Donostia. La película no podrá recibir ninguno ya que se ha presentado fuera de concurso.
Carmen Maura recoge emocionada el premio Donostia. Foto: AFP.
También se ha presentado Le Week-End, en la que se reúne el equipo formado por el ínclito Hanif Kureishi y el popular Roger Michel (Notting Hill) en la que es su cuarta colaboración conjunta. Guionista y director han parido esta vez una película "pequeña" en todos los sentidos que a pesar de tener cierta gracia se queda escasa. Cuenta lo que pasa cuando un matrimonio de viejos (Jim Broadbent y Lindsay Duncan) viajan a París para celebrar su tropecientos aniversario de boda. El hombre acaba de ser despedido del trabajo por un comentario supuestamente racista y su mujer durante los últimos cuarenta años tiene la intención de abandonarle.
Le Week-End parece una de esas películas de Linklater que siempre suceden "antes" de algo en la que una pareja habla y habla sin parar. Es una película sobre dos buenas personas que no saben muy bien cómo encarar la última etapa de sus vidas juntos y particularmente sobre un hombre de fidelidad casi fanática y una mujer con ganas de pegarse la última juerga. Es simpática, no es nada del otro mundo.