Image: Sitges riega la semilla del diablo

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Cine

Sitges riega la semilla del diablo

11 octubre, 2013 02:00

Only lovers left alive de Jim Jarmusch

Roman Polanski revolucionó el cine fantástico en 1968 com 'La semilla del diablo'. Hoy, la 46 edición del Festival de Sitges recoge su herencia con una muestra de lo más revulsivo del género y el regreso de viejos diablos.

Se dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo, y no cabe duda de que el Festival de Sitges es el más viejo, sabio y diabólico de los festivales de cine fantástico, y no solo de España. Siempre a la vanguardia, atento a las nuevas vertientes y mutaciones del género, Sitges se acoge a la sombra del clásico de Polanski, leit-motiv de esta edición, para exponer un cuidado panorama de los caminos por donde deambulan terror, ciencia ficción, thriller y fantasía.

Caminos complejos y sorprendentes, marcados por el retorno de creadores consagrados, que se niegan a dejarse avasallar por la preeminencia de un cine fantástico comercial, ruidoso y apabullante, para ofrecernos sus personales visiones del género. Es el caso del irlandés Neil Jordan, que vuelve al universo vampírico que le conquistara el éxito con Entrevista con el vampiro, ahora con Byzantium, protagonizada por el inquietante Stephen Woolley. Sin duda, todo un desafío comprobar que Jordan es capaz de renovar su retrato del vampirismo, con tintes góticos y decadentes, sin caer en las tentaciones del melodrama crepuscular. También el culterano Peter Greenaway, que tantas veces anunciara la muerte del cine, retorna con una nueva muestra de su mundo barroco, multidisciplinar, erudito y esotérico -en sentido literal-: Goltzius & The Pelican Company. Esotérica, pero esta vez en sentido mágico y ocultista, es también la última película del extravagante Richard Stanley, L´autre monde, excursión a la Occitania misteriosa y su capital, Montségur, fortaleza de cátaros y albigenses. Fiel a su personalidad carismática, el historietista, cineasta, psicomago y escritor Alejandro Jodorowsky estará presente por partida doble, con su ejercicio autobiográfico felliniano, La danza de la realidad, y con el documental de Frank Pavich, Jodorowsky's Dune, que cuenta la increíble historia de la película jamás filmada más influyente de la historia del cine moderno.

Al terreno distópico, que abordara en obras como Brazil o Doce monos, retorna el más británico de los directores americanos, Terry Gilliam, con The Zero Theorem. Quien seguramente sorprenderá con su visión del vampirismo será Jim Jarmusch, cuyos chupasangres melancólicos de Only Lovers Left Alive tienen que ver lo justo con los vampiritos hechos en Hollywood. Quizá el retorno más esperado sea el de Brian De Palma, que vuelve al thriller morboso y retorcido, testimonio de su pasión europea, con Passion, remake del filme póstumo de Alain Corneau, Crime d´amour. Son muchos los viejos diablos que retornan a Sitges. Autores que, para disgusto de algunos, demuestran la validez del viejo dicho, dejando en evidencia a algunos jóvenes de espíritu más anticuado.

Imposible resumir el cartel de Sitges, que, como en años anteriores o más, no renuncia -para desesperación del espectador que no posea el don de la bilocación- a ningún título de interés próximo al género, en todas sus variantes. Sin embargo, aparte de las últimas producciones de talentos como Eli Roth, Robert Rodríguez, Winding-Refn, Hayao Miyazaki, Johnnie To, Sion Sono o Ti West, entre otros, dos grandes figuras se ciernen dominantes sobre esta edición. Una, la del polémico Takashi Miike, protagonista del libro Takashi Miike. La provocación que llegó de Oriente, editado por el festival, de quien se proyectan dos nuevos filmes: Lesson of Evil y Shield of Straw, en vivo y en directo también para ofrecer una seguro inolvidable master class.


Lesson of the evil, de Takashi Miike.

El feroz Jesús Franco

Otra, la del llorado Jesús Franco, patriarca del bizarre español, presente con sus últimos filmes -Colegialas violadas y Revenge of the Aligator Ladies- pero también con homenajes de Nacho Fiol y Pedro Temboury. Ojalá que tantos nuevos cineastas presentes en este Sitges 2013 -número diabólico-, sean capaces de seguir el feroz ejemplo independiente del insobornable Jess Franco, más allá del bien y del mal. Como buenos hijos de La semilla del diablo.