Antes de que Esteban Crespo se convierta en el único español que pondrá una pica en los Oscar de este año con Aquel no era yo, otro cortometrajista ejerce estos días de embajador del cine de nuestro país en Estados Unidos. Es Chema García Ibarra (Elche, 1980), el único español que compite en la presente edición de Sundance, y lo hace con su cine extravagante y experimental, una poderosa mezcla de costumbrismo kitsch y ciencia ficción que vuelve a destilar en Misterio, su tercer corto. El director es ya un habitual de este festival de cine independiente fundado por Robert Redford, donde ya presentó sus dos anteriores cortos, El ataque de los robots de Nebulosa-5 y Protopartículas, ambos premiados y reconocidos internacionalmente.
Misterio es la crónica de una supuesta aparición mariana y del efecto que esta causa en una comunidad. Tras su carácter fantástico, la clave de la historia está en las esperanzas de una humilde ama de casa de tener una vida mejor. El guión ganó el premio Proyecto Corto Canal +, dotado con 9.000 euros para la producción de la película. "Es lo más parecido a una superproducción que he hecho", bromea García Ibarra.
Pregunta.- ¿Cómo dio con esa mezcla inaudita de costumbrismo y ciencia ficción?
Respuesta.- Yo tenía clarísimo que quería contar historias de ciencia ficción, así que busqué el opuesto matemático de ese tipo de historia y probablemente la imagen más opuesta a una historia de ciencia ficción sea una señora de 50 años fregando el suelo de un piso de Elche. Lo que más me interesa es la combinación de elementos extremos para hacerlos convivir, no para enfrentarlos: drama y comedia, por ejemplo, creo que conviven en mis pelis y se llevan bien.
P.- ¿De qué se nutre su imaginario cinematográfico?
R.- De cierta obsesión algo enfermiza con Buñuel, Robert Bresson y autores centroeuropeos como Werner Herzog, Ulrich Seidl, Roy Andersson o Rubén Ostlund, una negativa algo cabezota a trabajar con actores (son todos familiares y amigos sin ninguna relación con el cine), las historias de ciencia ficción de Isaac Asimov, Stanislav Lem o Philip K. Dick y la ambientación también algo cabezota en la ciudad española estándar, ni grande ni pequeña, ni bonita ni fea, con su extrarradio y sus descampados.
P.- Esas tramas de ciencia ficción son un vehículo para expresar ideas y sentimientos muy humanos y cotidianos: soledad, hastío, esperanza en un cambio de vida, monotonía...
R.- En todos mis cortos hay personajes solitarios, aislados, con secretos, con información que sólo ellos conocen. En realidad es el mismo personaje una y otra vez, no soy precisamente un director "versátil"... No sé exactamente de dónde viene esto, para serte sincero. Me atrae la idea del aislamiento y de la búsqueda de un escape, ya sea por tener una vida asfixiante como le pasa a la protagonista de Misterio o por estar dentro de un traje de astronauta como en Protopartículas. Supongo que la obsesión que tuve de adolescente con las historias de ciencia ficción era también una forma de escape de una realidad totalmente diferente y asocio ese tipo de historias fantásticas con la idea del escapismo, físico o mental.
P.- ¿Cómo se inició en el cine?
R.- Como espectador adolescente, escribiendo mucho, interesándome por las diferentes formas de narrar, leyendo muchos libros, haciendo muchos cortos en casa muy malos... Aún así nunca pude estudiar cine porque las escuelas eran muy caras y me da mucha envidia la gente que sí que ha podido, porque me noto limitadísimo técnicamente.
P.- ¿Y cómo dio el salto a los festivales internacionales?
R.- Hice El ataque de los robots de Nebulosa-5 en 2008 y, para mi sorpresa, ganó muchos premios y me llevó a sitios tan impensables como Cannes o Sundance. A partir de ahí, sólo he seguido haciendo películas como buenamente he podido.
P.- Plataformas como PLAT.tv y proyectos como Little Secret Film espolean un nuevo cine independiente y de bajo coste, saltándose las trabas del mercado convencional. Como integrante de ambos proyectos, ¿cómo valora este cambio de paradigma?
R.- Me parece bien, ¡pero trabajar sin cobrar y sin dinero tiene un límite! Se tiene que poder vivir de esto para hacer películas. Se tienen que cocinar ambas cosas, un sistema industrial potente con este tipo de iniciativas.