El conductor de orquesta Claudio Abbado. Foto: Marco Caselli Nirmal / DG

El director de orquesta italiano Claudio Abbado, director musical durante años de la Filarmónica de Berlín y de los prestigiosos Teatros de La Scala de Milán o la Staatsope de Viena, falleció hoy en Bolonia (centro de Italia) a los 81 años. Su muerte se produce 13 años después de que se le diagnosticara un cáncer de estómago.



Abbado fue nombrado senador vitalicio de Italia el pasado 30 de agosto y decidió destinar su sueldo a la Escuela de Música de la pequeña localidad de Fiesole (centro) en su último gesto para promocionar la música clásica.



El maestro había nacido en Milán el 26 de junio de 1933 hijo de padre violinista y profesor de conservatorio, y de madre pianista. En 1958 debutó como director en Trieste para pasar después al Teatro de la Scala de Milán, dónde fue director de 1968 a 1986, cargo al que accedió con tan sólo 35 años y que mantuvo junto con la dirección de la Orquesta Sinfónica de Londres, de 1979 a 1989, y de la Ópera del Estado de Viena de 1986 a 1991.



A Claudio Abbado se le recuerda entre otros grandes cargos por haber tenido la responsabilidad de sustituir en 1989 al desaparecido Herbert von Karajan en la dirección de la Filarmónica de Berlín, de la que se despidió como director en 2002. A Abbado se le conoce en Italia como el director "revolucionario" por sus proyectos para llevar la música clásica a las cárceles o en los pediátricos de los hospitales, al considerar que "la educación musical es, en realidad, la educación del hombre".



En 2010 también dirigió la Orquesta Juvenil Simón Bolívar de Venezuela y se encargó de impulsar y apadrinar al joven director venezolano Gustavo Dudamel. El sistema educativo musical impulsado allí por el maestro Abreu encarnaba a su juicio un modelo didáctico ejemplar: "Mi estancia en Venezuela, donde la música tiene un valor social enorme, y donde han surgido centenares de orquestas juveniles, me ha confirmado de nuevo que la música salva a los jóvenes de la droga, la prostitución, la criminalidad... En esas orquestas se encuentran a sí mismos".



Abbado demostraba el movimiento andando. Alentó y se arremangó en la creación de diversas formaciones musicales destinadas a proyectar a nuevos talentos, como la European Union Youth Orchestra, la Chamber Orchestra of Europe, la Mahler Chamber Orchestra y la Orchestra Mozart. Era muy crítico con los recortes salvajes practicados sobre la cultura en general y la música en particular. Rabia acrecenteda por la conciencia de que el patrimonio inmenso italiano se despreciaba constantemente por una clase política venal y sin la más mínima sensibilidad hacia las expresiones artítiscas: "Lo que se debe atacar es el derroche absurdo y eliminar la especulación".



Su talante revolucionario quedó de manifiesto en 2008, cuando le planteó a Stéphane Lissner, sobreintendente de la Scala, volver a dirigir la orquesta del templo scaligero a cambio de un caché muy llamativo: "El compromiso de plantar 90.000 árboles". Un pago en especie que favorecería a todos su habitantes. Así era Claudio Abbado, todo un personaje que se echará mucho en falta en una Italia (y en un mundo) falta de referencias morales sólidas. El proyecto del arbolado lo había urdido junto a Renzo Piano pero, al final, no terminó de cuajar.



Durante su larga trayectoria ha recibido numerosos galardones, como el título de Caballero de la Gran Croce italiana (1988) o la Cruz de la Legión de Honor francesa (1989), además de doctorados "honoris causa" por las Universidades de Ferrara (Italia) y Cambridge (Reino Unido).



En 2011 recogió en Segovia el Premio Don Juan de Borbón de la Música 2010 por ser "uno de los grandes directores de nuestro tiempo" y por su "compromiso" con los jóvenes músicos.

El recuerdo de su amigo Daniel Barenboim



"Conocí a Claudio Abbado a principios de los años cincuenta, cuando él estudiaba piano con Gulda en el Mozarteum de Salzburgo. En 1956 ambos participamos en un curso de dirección en Siena y desde entonces compartimos una estrecha amistad personal y artística. Tengo grandes recuerdos de él, como su reciente vuelta a La Scala de Milán en 2012, cuando ac-tuamos juntos.



Con Claudio Abbado perdemos a uno de los grandes músicos de los últimos 50 años y uno de los pocos músicos que mantenían una relación muy estrecha con los diferentes géneros musicales. Su dedicación a la música contemporánea era especialmente destacable, como sus colaboraciones con compositores como Nono, Ligeti y Kurtag y la interpretación de sus obras durante su etapa como director musical de La Scala.



Quizá lo más significativo, en cualquier caso, sea el apoyo que prestó a los jóvenes músicos con la creación de muchas e importantes orquestas juveniles. En este sentido, era un pionero que trabajaba con nuevos intérpretes, los motivaba y apoyaba durante toda su carrera. Con esto dio un ejemplo al mundo al mantener que los jóvenes músicos sin experiencia pueden hacer música al más alto nivel cuando trabajan con la actitud y compromiso adecuados. De-bemos reconocerle esto y mucho más."