Image: La aventura y el aprendizaje

Image: La aventura y el aprendizaje

Cine

La aventura y el aprendizaje

28 febrero, 2014 01:00

Un momento del cortometraje Aquel no era yo, de Esteban Crespo

El único español candidato al Oscar es Esteban Crespo, con el cortometraje Aquel no era yo. Crespo escribe para El Cultural sobre el camino recorrido y las posibilidades de ganar la estatuilla.

En la carrera por el Oscar todo se cuantifica. Los porcentajes marcan las posibilidades que tu película tiene en las votaciones. La competición por la estatuilla es tanto un galardón al valor creativo como el premio a un trabajo de campaña que es irrenunciable si quieres partir con alguna posibilidad de premio. Llevamos tres semanas muy intensas, de costa a costa de Estados Unidos, entrando en contacto con instituciones de todo tipo y recibiendo el calor y el ánimo de parte de toda la comunidad cinematográfica española en Los Angeles.

Nuestro trabajo ha consistido en tratar de asegurarnos de que los académicos vieran Aquel no era yo, de que se hablara del corto, de que la prensa lo tuviera en cuenta, de que se valorase. Es imposible abstraerte de las reacciones que ha generado, y en general creo que es una historia que ha conmovido y ha convencido. Esa es nuestra impresión. Guardo un especial recuerdo de la proyección del corto en la sede de la ONU en Nueva York con motivo del Día Internacional contra la Utilización de Menores Soldado. Que nuestro trabajo fuese elegido como vehículo para denunciar un problema como este, por desgracia aún actual, fue sin duda algo muy especial.

Si hacemos caso a las quinielas, que por supuesto ya circulan por los medios y redes sociales, partimos como segundos entre los favoritos, después del corto británico. Las previsiones no siempre aciertan, pero son un buen indicador. En términos generales se ha producido una polarización de la crítica con nuestra película. A la crítica de Nueva York y Washington le ha gustado mucho, a la de Los Angeles no tanto. Pero lo que hemos comprobado es que Aquel no era yo no deja indiferente. Y eso creo que es positivo. Algunas reacciones han sido bastante viscerales, especialmente con el tratamiento de las escenas más duras del filme, no apta para todas las sensibilidades.

Esto no es nuevo. Es algo con lo que venimos lidiando desde la producción del cortometraje. Algunas de las ONG y organizaciones que nos han apoyado durante el camino me sugirieron que cambiara el desenlace por ser demasiado violento, demasiado oscuro. Pero siempre consideré que el final debía garantizar la integridad de la historia, transmitir la verosimilitud de una realidad tan dura como la de los menores soldado, y a la vez humanizar a la protagonista a través de un acto que, a pesar de ser violento, acaba resultando redentor. Nunca imaginé la película de otro modo. Sin ese desenlace, de hecho, no hubiera tenido sentido hacerla.

Hay un buen número de cortos que se hacen en el mundo que tienen un contenido social y bienintencionado, pero nosotros tratamos de aportar además valor cinematográfico a esta historia. No me interesa el cine social como fin en sí mismo, en realidad lo que me interesa es el cine que explora la naturaleza humana y sus claroscuros. De eso trata Aquel no era yo. Claro que quería mostrar la dura realidad de los menores soldados, pero por encima de todo me interesaba el hecho cinematográfico, hacer una buena película.

Por otro lado, pertenezco a la cultura digital, no he conocido profesionalmente el mundo analógico desde que me inicié como realizador, por lo que aparte del valor social o emocional que los académicos de Hollywood puedan encontrar en Aquel no era yo, me parece importante destacar que se trata de una película de nuestro tiempo. Hace tres años, de hecho, no hubiera sido posible hacer pasar Toledo por un país africano, pero con la tecnología digital hemos podido entre otras cosas insertar palmeras en el árido paisaje castellano y darle a una muy pequeña producción el aspecto de una película realizada con muchos más medios. Las posibilidades que nos ofrece hoy la tecnología son enormes y todos los que nos dedicamos al cine tenemos la suerte de poder aprovecharlas.

Ocurra lo que ocurra el domingo en la gala de los Oscar, creo que mi futuro inmediato no está en Estados Unidos. Desde luego estoy abierto a cualquier propuesta, y de hecho ya he establecido contactos con la industria norteamericana, pero pienso que mi primera película debo hacerla en España. Tengo tres proyectos en marcha, una comedia y dos thriller, con los que me gustaría debutar en el largometraje, y mi único deseo pasa por seguir haciendo cine, seguir aprendiendo día a día. Más allá del juicio final de los académicos, estas últimas semanas han sido para mí una aventura y un aprendizaje extraordinarios.