¿Un fiel reflejo del relato bíblico o una historia fantástica? Aronofsky estrena en nuestro país su polémica Noé, una desatada reflexión sobre Dios y el libre albedrío en tono épico con Russel Crowe y Jennifer Connelly.

Precedida de una agria polémica bastante incomprensible para quienes no sean fanáticos religiosos, la versión de Darren Aronofsky de la historia bíblica del arca de Noé es, para el no iniciado, sorprendentemente ortodoxa. Dice el director que soñaba con hacer esta película desde la infancia y que no quería que hubiera una estampa del protagonista "en una barca rodeado de elefantes y jirafas". De lo que se trata aquí es de llevar la clásica historia a una escala humana para que uno derrame el mismo sudor que Russel Crowe como patriarca de la humanidad, sienta el dolor de su esposa (Jennifer Connelly) o habite en ese arca casi mugrienta en la que los animales se amontonan en un escenario apocalíptico y sucio a lo Mad Max.



Con unos efectos especiales tan desopilantes como Hollywood nos tiene ya muy acostumbrados, la intención de Aronofsky ha sido centrarse en el aspecto puramente humano de la fábula para crear una metáfora con tintes new age del mundo actual pasada por el filtro de una defensa de la voluntad humana frente a lo divino. En resumen, Aronofsky al mismo tiempo que constata la existencia de Dios en la perfección de la naturaleza, también quiere poner en valor la capacidad del individuo para decidir por sí mismo sobre el bien y el mal. Dios sí, fanatismo no, parece ser el mensaje final de un filme que se plantea como advertencia ecologista sobre la destrucción del mundo.



El primer medioambientalista

Para Aronofsky, Noé fue "el primer medioambientalista" y el quid de la cuestión está en su discutida decisión de salvar a los animales a la vez que permite que perezcan los habitantes de la Tierra. En el filme, esa matanza divina -diluvio mediante- no se produce lejos del patriarca sino delante de sus propios ojos, para espanto de su familia, que no entiende por qué Dios solo quiere salvar a las bestias y dejar a la humanidad sin descendencia. Según el plan de Noé, que elabora tras escuchar un mensaje celestial, el creador no desea que su familia sea un nuevo principio para la humanidad sino la última, su única misión es permitir que los animales no desaparezcan. El enfrentamiento entre el cabeza de familia, dispuesto a asesinar a sus nietas para cumplir con ese designio genocida, y su aterrada esposa e hijos marca un filme que extrañamente sitúa a su héroe como redentor y villano. Al final, Aronofsky se acaba enfrentando a la eterna cuestión del silencio de Dios para dar su propia respuesta: Dios no evita el drama ni la injusticia porque también nos ha concedido la libertad de escoger entre él y el mal. Y somos nosotros quienes debemos tomar esa decisión, un conflicto que trataba de forma trascendental en su anterior trabajo, el celebrado Cisne negro, con un tono maniqueo presente en casi toda su filmografía: Pi (1998), La fuente de la vida (2006).



Basada en una novela gráfica del propio director, Noé se permite todo tipo de licencias respecto a la Biblia, tiene música de Patti Smith y su tono oscuro y dramático no gustó a los estudios desencadenando una larga polémica. Al final, el cineasta se ha salido con lo suya y defiende con pasión su trabajo: "Si lees la Biblia te darás cuenta de que allí hay material bastante fuerte, todo tiene que ver con lo que pasa si te acuestas con tu hermana y tu hermano se ha cargado a tu padre. Nosotros partimos de la base de que lo que se cuenta es verdad en el Génesis, pero tenemos que contar una historia comprensible en el siglo XXI. En los textos sagrados Noé ni siquiera habla. Somos fieles a los temas de fondo que plantea la Biblia, el conflicto entre el determinismo y el libre albedrío, entre la fe y lo que deseamos. Quienes se toman esta historia como palabra de Dios verán las ideas y valores que quieren ver representados y los no creyentes verán una historia fantástica. Hemos creado un mundo muy particular, apocalíptico, que está muy cerca del mismo origen de la humanidad".