Jaime Rosales
Jaime Rosales estrena Hermosa juventud, retrato de la mocedad española de clase baja que ha supuesto un reto en la trayectoria del director, una apuesta por un cine más narrativo y abierto al público.
- A sus 43 años, ¿se siente lo suficientemente "mayor" para ver la juventud con la distancia de la madurez?
- Sucede una cosa peculiar y es que me he dado cuenta con esta película de que ya no soy joven. Es una caída de caballo brutal. Yo soy el mayor de todos los que hemos hecho la película, tanto delante como detrás de la cámara porque he querido trabajar con gente nueva. Trabajando con ellos me he dado cuenta de que no ves la realidad de la misma manera, ellos no te ven como uno de ellos, sencillamente no estás en la misma situación. Es un golpe cuando te das cuenta de eso.
- ¿Cómo accede a ese mundo juvenil?
- Tenía unas teorías sobre su mundo y ellos que se me fueron desmontando, yo mismo provoqué el desmontármelas para que ellos colaboraran de una manera más implicada porque quería respetar su manera de ver la vida y sus ideas. Me fui acercando a ellos, me iba a los parques, a centros sociales... Al principio estaban un poco asustados, pensaban que era de la policía secreta. Poco a poco se fueron abriendo, yo tampoco les preguntaba cosas muy inconfesables, quería saber cuálos son sus expectativas, qué hacían con su tiempo... A medida que los iba conocienco iba incorporando lo que me contaban a la película. Quería que en los diálogos dijeran sus propias impresiones sobre la realidad y que eso surgiera de una colaboración, no de mi mirada sobre ellos.
- ¿Quería una "película de jóvenes para jóvenes?
- Surge de una mirada colectiva y eso hace que la película sea más interesante, que se pueda interpretar de diversas maneras porque permite a distintas generaciones verla de manera distinta. Nadie va al cine a que le den una lección. El gran cine es el que me deja espacio, nunca me ha gustado ir a un museo con un guía.
- Desde el propio título avanza esa dimensión de homenaje hacia la juventud, ¿su mirada sobre ellos está basada en el amor?
- He empatizado mucho con ellos. Me parece que era muy importante intentar entenderles, no juzgarles, escucharles y no imponerme. Desde luego, es una manera de amor. Pienso que la juventud son los que van a crear el mundo y lo harán mejor para ellos y para nosotros, creo que es bueno saber por dónde van sus ideas y sus inquietudes para tener las ideas más claras.
- ¿Ve a esta juventud muy distinta a la de su época?
- No demasiado. Las partes esenciales son las mismas, son igual de rebeldes, talentosos, inseguros, tienen mucha energía, quieren experimentar, sienten mucha confusión... eso es exactamente igual. Lo que cambian son las circunstancias externas, que sí son muy diferentes. Cuando yo tenía 25 años no es que te vinieran a buscar pero en tres meses encontrabas algo acorde con tus aspiraciones y formación. Ahora mismo, un chico de esa edad tiene una dificultades gigantescas y eso condiciona muchas cosas, la imposibilidad de incorporarse a un oficio también impide crear una familia, hay algo en el desarrollo personal que se quiebra. Es interesante ver cómo las esencias son las mismas pero las circunstancias muy diferentes.
- ¿Quería hacer un retrato social?
- Hay una voluntad de hacer un retrato generacional de la juventud aquí y ahora.
- ¿Por qué escogió a unos personajes de clase media-baja?
- Porque son los mas numerosos. Me preguntaban si sufro la crisis, claro que la sufro, pero algunos no la sufrimos igual que ellos. Una cosa es que tus ingresos bajen y otra que no tengas empleo. Ellos no tienen empleo. El grupo más numeroso que no tiene empleo es ese y es al que me parecía mas interesante acercarme.
- ¿Ganar 10 euros por una jornada entera de trabajo no es un poco exagerado?
- Conocí a chicas en Alemania que ganan 200 euros al mes, menos de 10 euros al día, limpiando en Zara. Me contaban que alquilan media cama. Si una persona se va, la que se queda puede vender esa media cama a otra persona. Las circunstancias son muy realistas e incluso probablemente sean peores.
- Vemos a un país totalmente empobrecido.
- Creímos estar en una especia de autopista hacia el paraíso y se frenó. Lo que quiero contar es cómo las consecuencias las vive un individuo, no es tanto hacer un gran discurso. Se trata de intentar una obra que provoque una respuesta emocional a partir de cómo lo viven.
- El chico es moreno, parece turco, y ella tiene aspecto nórdico, una mezcla que en España se produce de forma muy natural al contrario que en otros países de Europa. ¿Fue aposta?
- Pensaba en algo más estereotipado como el español normalito o la española normalita. La fisonomía de los actores surgió del cásting, simplemente se impusieron los mejores actores. Ella parece más nórdica y él es agitanado porque la sociedad española es muy mezclada. A partir de aquí sí tengo que buscar unos parientes que los justifiquen. Tenemos a una chica de madre sueca y padre andaluz con acento andaluz y a un chico madrileño pero no era algo buscado, es algo que se da en España.
- ¿Es cierto que "torturó" mucho a la actriz sometiéndola a un régimen severo de aislamiento?
- En la película había tres categorías, estaban los naturales, con ellos trabajé de una manera diferente porque no tenían texto, las conversaciones no están dirigidas. Los profesionales sí tienen un texto al que añaden sus coletillas porque suelo buscar que los actores se parezcan mucho a los personajes. El caso aparte es Ingrid porque no se parece biográficamente así que tuvimos que construir mucho más el personaje y hacer practicas más extremas para que ella se saliera de sí misma: la aislaba para que sufriera más, buscamos un piso para que estuviera viviendo sola en el barrio donde rodábamos, para que ella se fuera metiendo. Ingrid tiene mucho talento pero hay que dirigirla, fue una experiencia bastante intensa y particular, nunca había hecho un trabajo tan especifico con un actor porque nunca me había encontrado con uno tan diferente de su personaje. Fue interesante y aunque nos llevamos bastante mal en el rodaje ahora nos llevamos muy bien.