Denzel Washington protagoniza Equalizer. El protector
El cineasta afroamericano Antoine Fuqua es conocido por su habilidad para realizar violentos thrillers de acción. Junto a Denzel Washington firmó uno de los mejores policiales de los últimos años, Día de entrenamiento (2001) por la que Washington ganó el Oscar a la mejor interpretación. El actor ha venido a San Sebastián a presentar su nueva película, que llega a Estados Unidos la semana que viene, y llevarse el premio Donostia que distingue a su carrera. Es habitual la esquizofrenia de entrada de un festival que se mantiene como reducto del cine de autor y al mismo tiempo arranca con una multimillonaria cinta de acción made in Hollywood. Paradojas del cine mismo, un arte y una industria a la vez en la que la celebridad vale su peso en euros.Fuqua siempre ha destacado por ser un esteta de la acción y por contarnos historias tortuosas en las que los dilemas existenciales de sus protagonistas son tan importantes como la propia trama o las escenas violentas. Hace un lustro veíamos, también en este mismo festival, Los amos de Brooklyn, otra intrincada historia de traiciones en el mundo policial que volaba a mayor altura de lo que la superficie sugería. Hoy ha proyectado Equalizer. El protector, un filme en el que trata la siempre delicada cuestión del "vigilante", esa figura eminentemente americana del justiciero solitario que forma parte del núcleo de géneros tan populares como el western y el cine de superhéroes. Es un triunfo a pesar de que al final acabe derivando en una película más convencional de lo que promete.
Washington interpreta a un empleado en una macrotienda de enseres para la casa, es un hombre solitario que lee a los clásicos y detrás de su fachada de normalidad intuimos que pasa algo raro. Su encuentro con una joven prostituta cambia su vida cuando, al tratar de ayudarla, se enfrenta en solitario a la mafia rusa. Pero tal cual. Resulta que el pacífico empleado es una máquina de matar. Equalizer bebe tanto del cine de venganzas de Tarantino (todas las películas de Tarantino van de lo mismo) como del cine de yakuzas japonés sin desdeñar los arquetipos del género de superhéroes. Es una película rodada con elegancia y estilo, un tour de force por momentos apasionante, y muy violento, que deja en el aire la pregunta esencial, la clásica cuestión de si es lícito tomarse la justicia por la propia mano.
Quienes necesiten una respuesta clara y contundente moralista como la que dio Neil Jordan en aquella La extraña que hay en ti (2007) no la encontrarán. Equalizer plantea la realidad de la injusticia y la corrupción y cómo la justicia puede llegar de muchas maneras, quizá no es la explicación más políticamente correcta pero el cine no tiene por qué dar lecciones, con presentar la complejidad de la vida le basta. Y qué buen actor es Denzel Washington, y eso que en la película "no hace nada" porque todo va por dentro. Feliz, y merecido por supuesto, premio Donostia.