Una imagen de I Feel Good

Antes del estreno de I Feel Good, película sobre la vida de James Brown, repasamos cómo ha tratado Hollywood a las estrellas afroamericanas de la música popular.

La gran influencia de los afroamericanos en la configuración de la música popular desde principios del siglo XX se puede apreciar en la cantidad de géneros de los que son responsables en mayor o menor medida. Los músicos de raza negra han creado y popularizado géneros como el blues, el jazz, el rythm & blues, el soul, el funk, el hip-hop... Tras cada una de estas etiquetas se esconde uno o varios mitos y en cada mito hay como mínimo una historia que merece ser contada. Pero Hollywood, con alguna excepción, parece que prefiere contar siempre la misma. Aprovechando el estreno de I Feel Good, biopic sobre James Brown, repasamos las películas que se han acercado a la vida de alguna de estas estrellas de la música negra.



I Feel Good (Tate Taylor, 2014)





James Brown es una de las figuras más carismáticas de la historia de la música. De su cabeza (quizás más bien de su cintura) surgió el funk, género musical que discriminaba la melodía y la armonía para dar todo el protagonismo al ritmo, con la batería y el bajo en primer término, volviendo a las raíces de la música tradicional afroamericana. El intérprete de Carolina del Sur puso en marcha un estilo, con temas como Papa's Got a Brand New Bag o Get Up (I Feel Like Being a) Sex Machine, que enseguida encontró fieles dispuestos a propagar un mensaje cargado de incitaciones al baile y al sexo. Pero, además de la impronta dejada en el mundo de la música, James Brown se erigió en uno de los más importantes defensores de los derechos de los afroamericanos. A todo esto hay que añadir una infancia difícil y un sinfín de anécdotas, amoríos, locuras y algún que otro fracaso... suficiente material para una miniserie de la HBO (quien sabe si para 5 temporadas). Tate Taylor, director de Criadas y señoras, pretende resumir esta monumental vida en 139 minutos y el resultado, a la vista de las críticas, no es del todo satisfactorio. Sin embargo, algo brilla en I Feel Good (cuyo título original es Get on up): Chadwick Boseman. El semidesconocido actor (en 2013 interpretó a otro pionero afroamericano, el jugador de baseball Jackie Robinson) otorga entidad propia a su James Brown gracias a una lograda caracterización y un trabajo impecable con la voz.



Notorious (George Tillman Jr., 2009)





Notoriuos BIG lanzó en 1994 su aclamado disco Ready to Die. Tres años después estaba efectivamente bajo tierra. Murió tiroteado por un desconocido y pasó directamente a engrosar las listas de leyendas de la música muertas antes de tiempo. Poco antes habían asesinado a su rival de la Costa Oeste, Tupac Shakur, por lo que siempre existió la teoría de que se trataba de una venganza. Las investigaciones policiales de ambos sucesos no lograron esclarecer nada al respecto. Sin embargo, Notorious, se aleja de la visión más gangster de este rapero para centrarse en la persona, en Christopher Wallace, el muchacho que creció en Brooklin, que trataba de hacer lo correcto. Pese a las buenas intenciones, el futuro rey de la Coste Este acabaría sucumbiendo a los cantos de sirena de las esquinas, donde se movía la droga y el dinero fácil. Su personal estilo de rapear (duro, introspectivo, autobiográfico...) le acabaría sacando de la miseria a la que estaba abocado aunque, como ya hemos visto, por poco tiempo. Jamal Woolard se mete en la piel de este rapero enorme, tanto en talento como en dimensiones, y realiza un gran trabajo emulando incluso su estilo vocal con grandes resultados. La acertada puesta en escena recuerda a los videoclips de la época pero la cinta vuelve a repetir el clásico esquematismo del biopic y tristemente desaprovecha las posibilidades dramáticas de la historia. La presencia de Sean Combs en la producción nos hace pensar que la vertiente oscura del rapero se ha dulcificado pues fue su mayor valedor en la violenta industria discográfica del hip hop de los 90.



Cadillac Records (Darnell Martin, 2008)





Chess Record es para muchos la compañía discográfica más importante de la historia del blues y del rock & roll. Su nómina de artistas es un auténtico All-Star del sonido de Chicago: Muddy Watters, Howlin' Wolf, Etta James, Willie Dixon, Chuck Berry, Little Walter... Cadillac Records trata de contarnos como se erigió la compañía y como fue devorando artistas. El guión trata de abarcarlos a todos ellos por lo que más que un biopic estaríamos hablando de una especie de biografía múltiple que, como era previsible, acaba por ser un quiero y no puedo. Aunque no llega a resultar aburrida es tremendamente irregular pues muchos de los personajes no dejan de ser un esbozo de sí mismos y se limita a relatar una sucesión de anécdotas que a veces tienen interés y otras no tanto. Ni Adrien Brody como Leonard Chess, ni el gran Jeffrey Wrigth como Muddy Waters, ni Beyonce Knowles como Etta James logran atrapar con sus interpretaciones. Eso sí, la ambientación de la época está muy cuidada y resulta interesante cuando decide adentrarse en el sinsentido de la discriminación racial.



Dreamgirls (Bill Condon, 2006)





Esta película, aunque no es un biopic al uso, está inspirada en el trío de soul The Supremes y el sello Motown. The Supremes, conocidas como The Primettes hasta que las fichó la compañía de Detroit en 1961, fue una exitosa formación compuesta por Diana Ross (que posteriormente hizo una formidable carrera en solitario), Mary Wilson y Florence Ballard y que, entre 1964 y 1969, lograron hasta diez números uno en el Billboard, un hito de los 60 solo superado por los Beatles. Entre sus hits se encuentran canciones como Baby Love, Come See About Me, Stop! In The Name Of Love y Back In My Arms Again. Por su parte, la película sigue a las ficticias Dramettes, a las que dan vida las actrices Beyonce Knowles, Jennifer Hudson y Anika Noni Rose, que son descubiertas en un concurso de talentos, pasan a ser el acompañamiento de un cantante de soul interpretado brillantemente por Eddie Murphy y acaban formando su propio grupo, The Dreams, pero sustituyendo a una de las componentes originales, el personaje de Jennifer Hudson, lo que servirá el conflicto y la redención en el film. En definitiva, Dreamgirls es la típica historia de ascenso y fama de un grupo que cuenta con buenos momentos musicales pero que está lastrada por un guión muy flojo. Destacan los actores, en especial la oscarizada Hudson.



Ray (Taylor Hackford, 2004)





Este año se cumplían 10 años de la muerte de Ray Charles y 30 del asesinato de Sam Cooke, los dos grandes responsables de la creación del soul, género que mezcla el gospel con el rythm & blues. Ray Charles murió precisamente poco antes del estreno de Ray, película en la que se había involucrado de manera directa. El filme remarca dos hechos fundamentales de la infancia del pianista. A los 7 años vio como se ahogaba su hermano, algo que le marcó para siempre sobre todo por el hecho de no haber intentado evitarlo. A los 9 se quedó ciego. ¿Fueron trascendentales estos hechos para la configuración del talento y los demonios del músico? La película no parece tener ninguna duda. Ray pone el punto final cuando, en 1966, el músico supera su adicción a la heroína. De por medio, el descubrimiento de un sonido, números uno en el Billboard, grabaciones con orquestas y hasta la atrevida "herejía" para un músico negro de interpretar música country. Fue conocido como El Genio y, además de la heroína, su gran adicción fueron las mujeres. Todo ello aparece en la película pero es narrado con cierta indolencia. Jamie Foxx realiza una interpretación memorable que mereció el reconocimiento de la Academia pero la dirección de Taylor Hackford es demasiado convencional como para que la película merezca una posición privilegiada en nuestra estantería.



Bird (Clint Eastwood, 1988)





Charlie Parker fue uno de los más destacados intérpretes de jazz, responsable de poner en movimiento el bebop gracias a un estilo de improvisación al saxo tan particular que generó un sonido completamente reconocible. A caballo entre la época del swing y el jazz moderno de los 50 su vida estuvo condenada al caos, principalmente por su adicción a la heroína desde su adolescencia, mientras que su influencia en generaciones posteriores fue indiscutible. Su vida fue triste e incluso se le llegó a revocar la licencia de cabaret y, tras varios intentos de suicidio, acabó muriendo por un colapso cardiocirculatorio. La película de Eastwood trasciende, por fin, el rudimentario esquema del biopic para, con una gran honestidad, conseguir que la música (protagonista absoluta de la función) vehicule a las imágenes hacia un conjunto que de manera intangible atrapa la verdad del hombre. Un talento inmenso que solo tenía cuidado "de estropearlo todo". Una obra de arte que se sitúa entre lo mejor de la monumental obra de su director.