El año más violento o el camino del samurai
J. C. Chandor vuelve a la ciudad de Nueva York de su anterior Margin Call para narrar un intenso thriller
19 marzo, 2015 01:00Oscar Isaac y Jessica Chastain en El año más violento
Cineasta aclamado por su debut, Margin Call (2011), vibrante thriller en el que retrataba la crisis financiera desde dentro, J. C. Chandor (Nueva Jersey, 1973) tiene una reputación como creador de tramas densas y asfixiantes en las que la violencia corre de forma subterránea como una amenaza constante que pocas veces llega a hacerse real. Maestro en el arte del diálogo, los personajes de Chandor se dicen unas cosas tremendas los unos a los otros con un tono cortés y educado, desvelando con finura los mecanismos ocultos de la sociedad y sus pulsiones más brutales.El año más violento, que llega a España después de ganar el premio de la crítica norteamericana y ser vitoreada en ese país, regresa al Nueva York de Margin Call pero en esta ocasión el de los 70: una ciudad en crisis pero no financiera sino política con unos índices de criminalidad tercermundistas. En ese mundo, el protagonista es Abel Morales (Oscar Isaac), un hijo de emigrantes hispanos que se ha hecho rico haciendo prosperar la empresa de distribución de combustibles de su bella mujer (Jessica Chastain). La vida sonríe a la pareja, se acaban de trasladar a una casa más grande y van a comprar un valioso terreno junto al río que hará su negocio mucho más grande.
Otra escena de El año más violento
De los brokers tramposos capaces de vender a su abuela al empresario que protagoniza Isaac hay un abismo. En una ciudad destruida por el crimen, el protagonista casi parece un caballero andante dispuesto a deshacer entuertos en un mundo de miseria moral que aspira a vencer sin apartarse de sus principios. Por supuesto, Chandor introduce una nota discordante en esta parábola, pero lo más sorprendente de esta película notable aunque algo pretenciosa es su acérrima defensa del bien con mayúsculas. En el cínico mundo de los negocios, el triunfo de Abel (el nombre no es casual) nos ofrece en realidad una lección exacta a la de Margin Call con sus delincuentes caídos, al final, la virtud paga.