Dice Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) que ha querido hacer una película sobre los cooperantes en clave de punk-rock. A Perfect Day, seleccionada para la Quincena de Realizadores en Cannes, retrata a esos hombres y mujeres en zonas de conflicto que, como dice el director, "tratan de poner un poco de sentido común en medio de la confusión". Un reparto internacional de campanillas formado por Tim Robbins, Benicio del Toro, Olga Kurylenko y Mélanie Thierry da vida a un grupo de trabajadores humanitarios durante el conflicto yugoslavo que deben enfrentarse a una crisis cuando aparece un cadáver en un pozo corrompiendo el agua, una forma primitiva pero eficaz de guerra biológica. "La película trata de captar el espíritu de estas personas, su instinto de supervivencia pero también una cierta inconsciencia. Una cooperante australiana me contó que hay tres tipos: los mercenarios que ya llevan muchos años en esto y para ellos es un trabajo; los misioneros, aquellos que quieren cambiar el mundo y hacerlo mejor, y los inadaptados, gente que no se siente a gusto en Occidente y ya no sabe vivir de otra manera".
Tim Robbins, estrella del filme, representa a estos últimos, alguien que ya no sabe "cómo encajar en la rutina porque está acostumbrado a la adrenalina. Representa ese cierto grado de locura que hay que tener para dedicarse a esto, aporta una energía increíble. El filme trata de captar ese ritmo frenético de lo que es su vida, no hay un momento de respiro y no tienes tiempo para pararte a pensar. No es una película reflexiva o dramática, está contada con humor, con ese desapego y distancia que los cooperantes establecen con su trabajo para no volverse locos definitivamente", explica León de Aranoa, cuya primera aproximación al filme se produjo en 1995 durante la guerra de Bosnia, cuando recorrió la zona con dos cámaras para registrar el trabajo de los cooperantes y descubrir sensaciones como la "confusión, la irracionalidad, el laberinto y la impotencia".
La película llegará a las pantallas españolas el próximo 28 de agosto después de su paso por La Croisette. El filme se contagia de la adrenalina de los sufridos cooperantes que deben luchar contra el absurdo de la guerra y de una enrevesada legislación internacional. "Transcurre en una zona de montaña, un pequeño microcosmos en el que todos los agentes de la guerra están presentes: soldados, civiles, cascos azules, periodistas...", explica el director. En ese microcosmos, el propio grupo es un protagonista más porque "aparecen casi siempre todos los actores en el mismo plano. Lo fundamental es la dinámica de sus relaciones".
El autor de Los lunes al sol ha partido de una novela, Dejarse llover, de la coordinadora de emergencias de Médicos sin Fronteras Paula Farías: "Me cautivó la sencillez de su pretexto argumental y su profundidad, que van juntas. Habla de la crueldad de la guerra pero lo hace con sentido del humor y del absurdo. Esta es una película muy divertida por momentos, con un ritmo muy alto. Y me gustó de esa novela que evita los escenarios bélicos recurrentes y se ocupa de la guerra silenciosa, esa que trasciende los frentes y los acuerdos de paz, y perdura en la amenaza callada de las minas y los niños armados, en las cunetas de los controles militares, en el odio de tus vecinos y en el miedo de las madres".
No hay que esperar posicionamientos políticos en A Perfect Day: "El enemigo está dentro de todos. De lo que estamos hablando es de un lugar en el que toda la lógica está corrompida, nada es lo que debería ser. Esa imagen del cadáver en el pozo me parece una metáfora muy elocuente de una realidad que está desquiciada por completo. Cuando estuve en los Balcanes vi de primera mano esa confusión absoluta en la que los refugiados ya no sabían si estaban en territorio enemigo o propio. Es una gran sensación de irrealidad".