Fotograma de The Valley of Love

Guillame Niclaux presenta en Cannes la fallida The Valley of Love, en la que reúne de nuevo a Isabelle Huppert y Gérard Depardieu. Jacques Audiard no alcanza la altura de El profeta con la crónica de inmigración Dheepan .

Han transcurrido 35 años desde que coincidieron en pantalla. Fue en la aventura erótica Loulou del grandísimo Maurice Pialat. Entre otras transformaciones, ella ha acerado la naturaleza fría de su mirada y él ha crecido barriga. Isabelle Huppert y Gérard Depardieu, iconos del cine galo y titanes del cine europeo, vuelven a compartir protagonismo en The Valley of Love, dirigida por Guillame Niclaux, el director de la estupenda El secuestro de Houllebecq. Dentro de la infame selección francesa de filmes a competición, que solo podemos achacar a la sumisión del festival a los compromisos industriales, probablemente sea éste el más rescatable, junto a Dheepan de Jacques Audiard, que se han visto en el mismo día.



Ambos actores se transfiguran en sosias de sí mismos, una pareja divorciada de célebres estrellas del cine francés que se encuentran en el Valle de la Muerte californiano por expreso deseo de su hijo fallecido, quien antes de suicidarse les convoca por carta jurándoles que podrán volver a verle por unos instantes si cumplen exactamente con el itinerario y la agenda que les envía. La promesa del relato es por tanto un encuentro de ultratumba en el mítico Death Valley, que se suma a las diversas propuestas vistas en el festival en torno a los diálogos entre vivos y muertos. La madre tiene fe en la promesa y el padre está convencido de que ha sido la última y desesperada triquiñuela de su hijo (a quien nunca conoceremos, pues afortunadamente el filme huye de flashbacks) para reunirles de nuevo y compartir su duelo. El filme gestiona su intriga apelando también a la creencia del espectador.



El desarrollo de la historia se centra pues en la convivencia a lo largo de una semana, y después de varios años sin verse, de la pareja, visitando los variados puntos del desierto californiano donde han sido convocados por el hijo, espacios a los que Niclaux no saca ningún partido a pesar de su legendario magnetismo cinematográfico. El filme se construye como un penoso pastiche entre Alexander Payne y Night Shyamalan, con alguna excentricidad fuera de tono y un humor ramplón procedente sobre todo de la interpretación de Depardieu, aún así más convincente en su rol que una Huppert visiblemente incómoda y distanciada. Es de hecho del inmenso Depardieu (cuya inabarcable panza es un personaje en sí mismo) quien entrega el mejor momento del filme, aquel por el que lo recordaremos. Acaso el recuerdo de la súbita muerte de su propio hijo Guillaume Depardieu hace siete años añade el punto de emoción, en su dimensión extraficcional, que la película busca desesperadamente sin conseguirlo.



Fotograma de Dheepan de Jacques Audiard

En Dheepan de Jacques Audiard resuenan las mismas intenciones de su sobresaliente El profeta -la hibridación entre el polar y el retrato social-, si bien sus resultados adolecen de la tensión y la relevancia de aquella. El director francés demuestra una vez más su interés por retratar la difícil convivencia étnica en Francia, a partir del relato de un soldado de Sri Lanka y su sobrevenida familia (mujer e hija) que emigran a un barrio suburbial parisino dominado por bandas criminales. Con una determinada voluntad realista y con la ayuda de unos magníficos intérpretes, que logran dar volumen a unos personajes realmente planos sobre el papel, el relato se centra en narrar las penurias y los obstáculos que padecen el soldado, su mujer y su hija en su complicado proceso de adaptación a su nueva realidad. Se agradece que este filme banlieu no eche mano de los tópicos del género ni sus múltiples complacencias de cara al espectador que busca estímulos directos. Las relaciones de dependencia y también afectuosas que se van desarrollando entre los personajes no resultan en ningún momento impostadas, aunque puedan ralentizar el ritmo generalmente sosegado del filme, que sin embargo sorprende con un desenlace tan brillante en términos cinematográficos como incoherente con el tono crítico de la propuesta.