Mia Hansen-Løve
Con su cuarto filme, Mia Hansen-Løve da un salto creativo. Eden, que se verá en Madrid este sábado, 20, dentro de "Tu cita con el cine francés" del Festival uniFrance, se inspira en la vida del hermano de la cineasta para narrar la historia de la música garage a lo largo de dos décadas.
-En un momento concreto, un personaje dice que le gusta la música que navega entre la euforia y la melancolía. ¿Buscaba ese tono para la película?
-Sí, creo que sí. Cuando empecé a escribirla pensé que iba a ser mi película más placentera y feliz, y todavía pienso que lo es, pero no me di cuenta de lo melancólica que iba a acabar siendo. Unos meses más tarde, cuando escribí esta escena en la que hablan de la música garage, fue cuando descubrí no solo el tono de la película, que creo que también está en mis otras películas, sino lo que me gusta de la música garage. Escuché mucho este tipo de música de joven, sin saber realmente por qué, pues formaba parte de mi entorno y estaba ahí. Mi hermano era DJ, iba a sus fiestas... Antes en la película, dicen que las máquinas son frías pero producen una música cálida, y esa combinación de cualidades opuestas creo que es lo que también conecta mis películas con la música.
Como en las extraordinarias El padre de mis hijos (2009) y Un amor de juventud (2011), Hansen-Løve envuelve el relato en los ropajes del cuento, si bien este filme está llevado por una ambición mayor, tanto en la expansión del relato como en su puesta en escena. Edén se alimenta de la intimidad autobiográfica pero también de la épica de una crónica histórica que recorre veinte años, avanzando bajo la formulación de ese tiempo líquido que parece definir el cine de la joven cineasta. "La idea original era hacer un retrato de mi hermano y de mi generación, y no tanto una crónica de la evolución musical", explica la cineasta.
-Firma el guión junto a su hermano, ¿cómo ha sido el trabajo con él?
-Por razones obvias quería contar con su colaboración, pero no estaba segura de que yo fuera capaz de escribir con otra persona porque siempre he escrito mis películas sola. Le pedí que escribiera sobre todo algunos diálogos y que trajera el espíritu de su grupo de amigos en esos tiempos, su experiencia. Siempre cuidé la estructura y el destino de los personajes, y lo cierto es que él no sentía mucha curiosidad por ello, seguramente porque es algo todavía doloroso para él recordar aquellos tiempos y cómo desaparecieron.
-En Edén parece relatar también la resistencia de su generación o la de su hermano a convertirse en adultos.
-Sí, son personas que quieren instalarse en la eterna juventud. Hasta cierto punto se convierte en algo trágico. La segunda parte de la película habla de eso, mientras que la primera trata más sobre la cultura rave. En cierto momento, el personaje se atasca, y la película también, el espectador puede llegar a preguntarse hacia dónde va todo esto. Tenía una escena que corté del montaje final en la que una niña le dice a Paul que parece viejo, y él se alegra porque está harto de que siempre le digan que parece joven. Y es cierto, mi hermano es ocho años mayor que yo y la gente generalmente piensa que es mi hermano pequeño. Creo que tiene que ver con el tipo de vida nocturna que llevaron durante tantos años. La cultura rave les mantuvo jóvenes.
Imagen de Edén de Hansen-Løve, un viaje a los años 90
-¿Cómo se planteó el aspecto visual de la película? Sobre todo por cómo decidió rodar dentro de las discotecas...-Hemos tratado de filmar los clubes de un modo realista. Generalmente los directores quieren ofrecer una imagen glamourosa de las fiestas nocturnas, todo su artificio y escenografía musical, con efectos como slow motion y montajes videocliperos. Yo quería tener un ritmo y estilo propio, que no naciera de las convenciones. Sabía que a muchos espectadores les iba a frustrar mi opción, porque las escenas de fiestas nocturnas son casi como un género en sí mismo, pero quería intentar evocar cierta autenticidad, y tengo la sensación de que la verdad de lo que significa vivir en un club nocturno no había sido realmente retratada de forma genuina en el cine. Por un lado, quería insuflar algo de poesía, porque el cine para mí es un arte poético, y por otro lado quería encontrar cierta verdad a través de las imágenes.
-Retrata a una generación que ya no existe, en el sentido de que muestra la transformación del mundo analógico al digital. ¿Pensó mucho en ello?
-Hay una escena en la que vemos a una DJ pinchando Daft Punk desde su ordenador. Era importante porque fue de hecho un momento trágico en la carrera de mi hermano, cuando el DJ pasó de trabajar con vinilos a cd's y después con archivos, porque lo importante para mi hermano cuando empezó era la habilidad para mezclar temas, y eso ahora carece de importancia, lo hace cualquier máquina. Antes era un trabajo que se hacía con las manos y exigía un estilo personal. Antes el DJ era creativo. Pero lo cierto es que es una cuestión de ciclos, porque ahora vemos que algunos DJ's vuelven a pinchar con vinilos.
-La música siempre ha sido muy importante para su cine...
-Lo que todas mis películas tienen en común es que nunca trabajo con compositores. No me gusta la idea de que exista una música asociada a mis películas para comentar o enfatizar algunas escenas, como si estableciera una cita entre el arte del cine y el arte de la música. Eso de algún modo degrada la fuerza de la música. Prefiero emplear música preexistente, pensar bien los temas que escojo y en cómo hacerlos convivir con la escena. Los temas que utilizo surgen de dentro de la película, porque los personajes los están escuchando, nunca empleo la música de forma extradiegética. A veces corto a otra escena y la música continúa, pero su origen es diegético. Eso es importante para mí. Y la paradoja es que aunque Edén sea una película sobre música, no escuchamos ningún tema que no estén escuchando también los personajes.