Fotograma de Bernie

Richard Linklater hace un nuevo ejercicio de reinvención de narrativa cinematográfica con esta comedia negra, basada en un caso real, que protagonizan Jack Black, Shirley MacLaine y Matthew McConaughey.

Siéntase uno libre de disfrutar de una película sin pensar en ella. El cine de Richard Linklater también y quizá sobre todo funciona de ese modo. Es como quiere que funcione. Como la música. Como la voz de Nina Simone que, Just in Time, cerraba Antes del atardecer. Y si reparamos en ella, en la voz como en la película, al placer de disfrutarla se suma el de descubrirla y enredarse en sus pliegues, observar el timbre de la voz. Cada tema de Linklater, pues sus películas funcionan también como lo hacen las canciones pop, es algo mucho más autónomo y distintivo que una variación sobre sí mismo, y aún así la voz, el timbre, es siempre inconfundible.



Nos da por pensar en el cine del autor de Boyhood como si fuera un álbum siempre en progreso, mutando pero conservando su sonido. De hecho, Boyhood parecía adoptar la estructura de su banda sonora, con temas musicales, generalmente sonando en escena, que hacían las veces de un reloj, marcando las horas y los años y poniendo fecha a los tranches de vie de sus protagonistas. Antes de aquello, incluso antes de realizar Antes de la medianoche, Linklater realizó Bernie (2011). Llega con cuatro años de retraso a salas españolas. Muy bienvenida sea en todo caso para quienes no la han visto aún por otros medios.



Bernie funciona en el cancionero de Linklater como lo hace la crónica folk que pone punto y final a la película, dando volumen a sus extraordinarios y reveladores créditos. La historia de Bernie es la del material con la que se escribe un blues o una balada country: "Oh Bernie!, Oh Bernie!, What have you done? / You killed poor Mrs. Nugent and never even run". La escribe y la interpreta para la cámara uno de los vecinos de Carthage, el pequeño, supuestamente idílico pueblo de East Texas en el que transcurre el filme sin que pudiera transcurrir en ningún otro sitio. Bernie es, de hecho, tanto el retrato de una personalidad extravagante y escalofriante como el retrato de una comunidad extravagante y escalofriante. Y en esos mismos términos, bajo los códigos de una cálida comedia musical, es en los que modula Linklater el tono de su tema, perdón, su película.



El gran autor de Movida del 76, Scanner Darkly y la trilogía de Jesse y Céline pinta la misma manzana una y otra vez. Se cuestiona de nuevo la gran pregunta que tanto ha intrigado, hasta convertirlo en el centro de sus trabajos, a tantos cineastas fundamentales, de Chaplin a Renoir a Rohmer a los Dardenne: ¿qué es el realismo cinematográfico? Las respuestas encontradas responden generalmente a los métodos empleados, y en esta ocasión el proceso es bien singular. Linklater entiende de forma intuitiva las formas de permeabilización entre los hechos y la fabricación de ellos. Su crónica (real) del director funerario Bernie Tiede (Jack Black), amado en la comunidad, asesino de la adinerada viuda Marjorie Nugent (Shirley MacLaine), odiada en la comunidad, es glosada por una polifonía de voces de auténticos residentes de Carthage y actores interpretando a auténticos residentes de Carthage, mientras que muchos de esos residentes también se interpretan a sí mismos en algunas escenas.



La particular idiosincrasia del film es que la realidad se convierte en una farsa tremendamente seria para conquistar su propio espacio de realidad, es decir, la leyenda. La balada folk.



Desde la primera secuencia, en la que Jack Black muestra a unos estudiantes de ciencias cómo se adecenta el cuerpo de un finado para su funeral, Bernie deja claro que es una película sobre las apariencias y el arte de la interpretación, que precisamente tiene la virtud de ofrecerse como un verdadero juego de apariencias. La escena central es determinante. Divide la película en dos partes, el antes y el después, y la interpretación que ofrece el cómico de Escuela de Rock -en un papel muy alejado de esa otra película que hizo con Linklater, pero en el que también exhibe su talento musical-, es capaz de dar la respuesta al enigma que recorre el filme. Antes que una investigación sobre el asesinato, Bernie es una investigación sobre el asesino. ¿Quién es Bernie Tiede? La pesquisa del director y el actor, de los vecinos y los espectadores, convoca una estupefacción y emoción genuinas.



Y con seguridad podremos disfrutar de la película sin pensar en todo ello. Es lo que siempre ha distinguido a los verdaderamente grandes.



@carlosreviriego