Kévin Azaïs y Adèle Haenel en una escena de Les Combattants

Les combattants salió en hombros del último Festival de Cannes, donde fue presentada en la Quincena de Realizadores y ganó el Fipresci, y llega a los cines españoles con una seductora, ingeniosa y por momentos genuinamente conmovedora propuesta. Les combattants es el debut del francés Thomas Cailley, y trata sobre el amor postadolescente entre un chico de pueblo que trabaja en la carpinteria de su recién fallecido padre y una chica de ciudad de maneras agrestes y hombrunas que está obsesionada con aprender técnicas de supervivencia por si llega el apocalipsis. Entre ambos, surge un sutil romance que la película cuenta con gracia, atenta a los detalles de unos personajes que escapan a tópicos y quizá por ello nos resultan reconocibles.



Hay algo en Les combattants que nos recuerda a esas películas juveniles americanas de los años 80 (La revuelta de los novatos o Loca academia de policía) con ese campamento juvenil, en este caso organizado por el ejército, en el que se desarrolla este amor juvenil, indeciso y decoroso. Les combattants es una comedia más sutil que evidente en la que se realiza una simpática burla de las rutinas militares al mismo tiempo que muestra un absoluto respeto por los instintos guerreros de sus protagonistas. El ejército de Les combattants no tiene un marchamo político tan marcado como lo tiene en España, sus personajes no son derechones enloquecidos, simplemente ven allí una salida tan digna como cualquier otra y esa falta de clichés ayuda a la película.



Las risas surgen de forma espontánea y subterránea porque en realidad ese campamento en el que tienen que comer sardinas crudas o perderse de noche en un bosque no es más que una metáfora de las distintas fases de descubrimiento y miedo que marcan la relación de los dos jóvenes. El es un chico atlético y sensible, podría parecer quizá demasiado normal pero como en toda buena pareja cinematográfica que funcione su personalidad adquiere mayores y más profundos matices en cuanto se acerca a ella, bocazas, de maneras bruscas, perpetuamente enfadada y más inteligente que la media.



Sin excesos de nostalgia, tirando de una mirada entre cálida y al mismo tiempo un poco distante para no perder de vista aquello de que la vida es una comedia vista desde lejos y una tragedia desde cerca, Les combattants es la alternativa inteligente a ese cine de romances adolescentes con vampiros y enfermos de cáncer. Hay algo profundamente gracioso en la forma en que Les combattants retrata las contradicciones y pasiones humanas, sus personajes dicen una cosa y hacen otra y en todo ello Calley se muestra como un agudo conocedor de nuestros desvelos.



@juansarda